BBVA, Sabadell y Unicaja mantienen marcas regionales tras comprar bancos

r. santamarta / a. balseiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

CESAR QUIAN

Las conservan como gesto para fidelizar clientes fuera de sus territorios de origen

23 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Santander está estudiando si mantiene en Galicia la marca del Pastor, según confirmó esta semana por escrito, y luego en conversación telefónica, la presidenta de aquel grupo, Ana Botín, a Feijoo. En dos semanas el banco ha ido modulando su discurso. Desde su idea inicial de que solo mantendría una marca, la suya, tras la adquisición exprés del Popular, a abrirse poco a poco a mantener una segunda enseña ante las peticiones que le llegan de empleados, clientes, sindicatos y partidos.

No es un caso excepcional: otros bancos con implantación nacional han optado por mantener una segunda enseña cuando han comprado un competidor, por el peso que tenían en el mercado regional las firmas adquiridas. Hay tres ejemplos muy claros, de grupos grandes y medianos: Unicaja, con Caja España y con Caja Duero; BBVA, con Caixa Catalunya; y el Sabadell, con el Gallego. «Estamos orgullosos de nuestro apellido, y el Sabadell Gallego tiene buena reputación entre el tejido empresarial de la comunidad», explica Pablo Junceda, director general de la entidad en el noroeste. El banco optó por mantener esa segunda marca por vinculación a un territorio que no es el suyo de origen, igual que hicieron BBVA en Cataluña o la malagueña Unicaja en Castilla y León. En el primero de los casos, en las oficinas, junto a la imagen naranja y negra de CX aparece el azul corporativo del grupo que preside el gallego Francisco González. En Cataluña conviven así las dos marcas del grupo, aunque los clientes pueden operar indistintamente en cualquiera de ellas.

Unicaja optó por preservar hasta dos enseñas cuando se quedó con Ceiss. Rebautizó el grupo como España-Duero, y dejó oficinas con el granate de la primera en León y algunas provincias castellanas; y el azul y verde de la segunda en Salamanca y Soria. Debajo del logo se lee, eso sí, Grupo Unicaja.

Hay casos en los que segundas enseñas han convivido unos años de transición. Durante un tiempo, CaixaBank mantuvo los nombres de Banca Cívica y Banco de Valencia, hasta que consideró que apostar por su marca como única denominación le daba notoriedad. La implantación progresiva finalizó en el 2016, casi cuatro años después de aquellas compras.

El Santander también contó durante muchos años con Banesto, pero finalmente fue a la vía de una única enseña, política que ahora está revisando para el caso gallego, como le están reclamando desde varios ámbitos por el peso histórico (241 años) de la enseña Pastor.

El responsable del sector financiero de UGT en Galicia, Javier García Castro, valoró positivamente que las organizaciones políticas se hayan sumado a las reivindicaciones: «Nos agrada ver que los políticos nos acompañan en lo que demandamos, y esperamos que la suma de voces haga replantearse al Santander sus decisiones sobre el mantenimiento de la marca Pastor, la preservación del empleo y el resarcimiento a los pequeños accionistas».

La patronal bancaria cree que, pese a la alta concentración, la competencia en el sector es «salvaje»

«Percibo que estamos en un sector donde la competencia no solo es adecuada, es salvaje, y me siento muy cómodo en un sector así», explicó ayer el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, durante su intervención en el curso La cuarta revolución. ¿Cómo afecta la agenda digital a la economía y a la industria?, organizado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE).

El responsable de la patronal bancaria admitió, sin embargo, que la concentración de entidades financieras en España es muy elevada, como advirtió en el mismo foro la víspera el presidente de Bankia, aunque a diferencia de él, Roldán no le encontró riesgos al proceso de oligopolización, insistiendo en que la «competencia es feroz» y en que seguirá siéndolo por la irrupción de los nuevos operadores tecnológicos. Sostuvo también que no existe «falta de diversidad» en la prestación de servicios financieros pese a la reducción del número de entidades, como lo demuestra que el 85 % de la población vive en municipios con al menos cuatro operadores.

Más transparencia

Por otra parte, sobre la resolución del Popular y su venta al Santander, reclamó «más transparencia» sobre el proceso y defendió que se hagan públicos los informes sobre los que se tomó la decisión de resolver la entidad. «La lección es que hay que dar la máxima transparencia a los procesos de resolución. No ex ante, porque puede ser peligrosa, pero sí ex post: es necesario publicar los informes», dijo, apostillando que «son procesos complejos que, si no se explican bien, pueden crear una impresión equivocada». En cualquier caso, aunque señaló que los problemas del Popular «no fueron súbitos», defendió la vía elegida por las autoridades europeas.

También Aristóbulo de Juan, ex director general del Banco de España y experto bancario, se refirió a lo ocurrido con el Popular, desmarcándose de la versión oficial que señala a la liquidez y no a la solvencia como la causa de la quiebra del banco: «Ha sido claramente un problema de insolvencia que acabó en otro de liquidez». En concreto, señaló julio del 2008, con el concurso de Martinsa-Fadesa, el inicio del proceso de descapitalización de la entidad, sin que ni gestores, ni auditores, ni supervisores hicieran nada para corregirlo.