Bartolomé Pidal: «Al hablar de derechos, hay dos tipos de trabajadores: los funcionarios y el resto»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ANGEL MANSO

El presidente del grupo Nortempo regentó una discoteca en un pueblo de Ourense; hoy gestiona un grupo que factura más de 145 millones

09 jun 2018 . Actualizado a las 18:28 h.

Bartolomé Pidal (Vilavella-A Mezquita, Ourense, 1959) confiesa que tenía todos los boletos para ser funcionario, pero descubrió el mundo de la empresa. De muy joven, tuvo una discoteca donde se escuchaba la canción protesta. Psicólogo de carrera, hoy preside un grupo dedicado a la gestión de recursos humanos que prevé alcanzar los 170 millones de facturación este año. Opera en toda España y Portugal, y su empresa más conocida es Nortempo, dedicada al trabajo temporal.

-En una entrevista de trabajo no se debe tutear. La gente joven utiliza poco el usted.

-Aunque se requiere cierto respeto, también hay maneras de decir el tú. Si yo fuese a la entrevista, empezaría con el usted, pero si es posible buscaría el tratamiento de tú. Es más cercano.

-¿En una entrevista de trabajo?

-Sí. Los tiempos son diferentes. Creo que importa más la actitud que la palabra. Lo importante es ir a la entrevista mentalizado con que quieres superar la prueba. La franqueza te da más oportunidades. Hay que ser uno mismo, espontáneo. Aunque sabemos que hay gente que no puede serlo, porque no la contratarían nunca.

-¿Cuál fue su primer trabajo?

-Arreglando máquinas recreativas. Tenía 18 años y estaba estudiando. También, hace muchos años, fui empresario. Alquilé y gestioné una discoteca [se ríe]. Era en A Merca (Ourense) que se llamaba Volvoreta, donde hice cosas muy interesantes. Llevé, por ejemplo, a chilenos que estaban en el exilio a cantar. También a Los Suaves. Se escuchaba música protesta, con contenido social y político. Hice muchas peripecias. Nortempo es fruto de una etapa posterior. Yo era candidato a ser funcionario, estaba cerca de la Administración (concretamente trabajaba en la Fundación Pablo Iglesias), pero preferí hacer algo diferente. No me gustaba saber en lo que iba a trabajar mañana y pasado, buscaba un poco de aventura. Dejé el empleo estable y arranqué como directivo en una empresa (relancé Alta Gestión). Descubrí este mundo empresarial, que es maravilloso. Descubrí a gente impresionante, sana... Empecé mi propio proyecto, que era mejor, diferente y sobre todo más sano que en el que estaba.

-Su grupo es importante a nivel nacional, facturó 145 millones en el 2017, un 22 % más que el año anterior. El objetivo de este año es fortalecer Cataluña y el País Vasco. ¿Qué opina de los derechos de los trabajadores?

-Los trabajadores tienen derechos recogidos en la legislación y las empresas tienen que cumplirlos; es lo suyo. Soy consciente de que el ajuste más importante que se hizo en España fue a través de los salarios. Legalmente, hay unos convenios que hay que cumplir. Nosotros lo llevamos haciendo toda la vida, y creo que además es lo suyo. Es necesario proteger a los trabajadores. Pero creo también que hay colectivos donde ha sido necesario que se hicieran ajustes. En algunos casos fueron a las bravas. Pongo como ejemplo el de las camareras de piso en los hoteles, y es necesario que se vaya atemperando la situación.

-¿Está más en la parte de Antonio Catalán (defiende este colectivo de las camareras) o en la contraria?

-En la de Catalán. Ya en 1999 Nortempo tenía más del 70 % de la facturación en convergencia salarial. Yo la defiendo.

-¿Por qué tienen tan mala fama las ETT?

-La crítica fácil. Está más que demostrado que las empresas de empleo temporal son una herramienta imprescindible para la gestión de las compañías en una economía como la de hoy. Somos un motor de contratación. El 30 % de las personas que nosotros contratamos acaban en la sociedad en la que entran. Somos una vía de entrada al mercado laboral. Una crítica que nos hacen es que no damos un trabajo para toda la vida. Es cierto, pero las empresas no tienen una vida tan prolongada. Creo además que en un mundo cambiante surgen grandes oportunidades. Uno tiene que tener actitud, si uno es pasivo no tiene nada que hacer. Para eso está la función pública.

-Pero no todos los funcionarios son apáticos.

-No, por supuesto. Pero tienen más fácil la supervivencia. En esta crisis, hubo una gran oportunidad para hacer una reforma profunda de la función pública con el objetivo de que fuese más dinámica, más abierta, más competitiva y más alineada con el mundo actual. No se hizo. Cuando se habla de derechos laborales, la mayor injusticia que existe se describe con la clasificación de los trabajadores: los funcionarios y el resto.

-¿Qué opinión tiene de que los funcionarios tengan un empleo para toda la vida?

-Es injusto con el resto de los ciudadanos. Es la mayor diferencia que existe en el ámbito laboral. La estabilidad tiene que venir dada por la competencia y la productividad. No me voy a meter más.

-Ya, pero mejor un trabajo fijo.

-No estoy defendiendo la inestabilidad. Hay necesidad de empleo fijo, pero la propia economía obliga cada vez más al cambio y a la rotación en el empleo. Defiendo un puesto fijo, pero no para toda la vida. Los ciclos económicos hacen que sea imposible. Otra cuestión es que la sociedad y la economía no generen oportunidades. Ahí es donde la Administración se tiene que volcar.

-¿Sigue teniendo sensibilidad socialista?

-Me considero una persona con valores vinculados a un progresismo. Defiendo la solidaridad, la igualdad. La sociedad tiene que proteger a los ciudadanos que más lo necesitan y facilitar su progresión en la vida. Lo veo desde una perspectiva global. Por eso no entiendo estas cosas del nacionalismo. Hoy existe el ser universal, un niño tiene posibilidad de saber lo que ocurre en el otro punto del planeta. La iniciativa privada es importante, pero la Administración tiene que ayudar a resolver estos conflictos.

Su manera de pensar 

En honor a su madre

«Se puede hacer posible lo que parece imposible; por eso estoy yo aquí», dice «exagerando» Bartolomé Pidal. Y con él, los matices importan: no ve mal los contratos de horas o de días -«hay trabajadores que los demandan»-, pero defiende la estabilidad. Es partidario de las buenas prácticas retributivas, lo que se traduce en justas políticas salariales en función de la implicación del empleado. En su pueblo ha montado un hotel en reconocimiento a su madre y el empeño de revitalizar su tierra.