Concha Iglesias: «A nivel comunitario, seguimos lejos del objetivo marcado por Europa de ser neutros en carbono para el año 2050»

Sara Cabrero
S. Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La socia líder de Sustainability & Climate de Deloitte España asegura que «en Oriente persiste una priorización del crecimiento del PIB y una dependencia de energías poco limpias. Esto puede generar ventajas económicas a corto plazo, pero también corren el riesgo de quedar rezagadas en un mundo cada vez más enfocado a la competitividad a largo plazo»

15 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La apuesta por la sostenibilidad se ha convertido en un valor seguro para las empresas, que cada vez son más conscientes de la necesidad de integrar variables ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) para conseguir rentabilidad financiera. Este fue el tema que vertebró el ciclo de conferencias En Código Abierto: La ESG como palanca estratégica de competitividad que se celebró hace unos días en la Universidade da Coruña. En ella participó Concha Iglesias, socia líder de Sustainability & Climate de Deloitte España.

—Las empresas son cada vez más conscientes de que la sostenibilidad importa. No solo como estrategia para mostrarse de cara al cliente, sino que también tiene su retorno en las cuentas. ¿Qué ha cambiado estos años para que las empresas integren la sostenibilidad en sus planes?

—Estamos en un momento de convulsión en el ESG. Superado el debate sobre su relevancia, la conversación actual está en su fortaleza como palanca de competitividad. No hay duda: la oportunidad para nuestro país es relevante en la búsqueda de la independencia energética y, por tanto, la necesidad de inversión y transformación de las principales industrias de nuestro país. La realidad es que, durante muchos años, el concepto de la competitividad se puso en práctica muy centrado en la toma de ventajas financieras superiores, pero rara vez incorporando lo que se consideraban externalidades, como el riesgo climático o la fragmentación social.

Esto es, probablemente, porque los lideres empresariales hemos estado enfocados en la maximización del valor para el accionista, dando respuesta en muchos casos con una visión de corto plazo. Pero el mundo ha evolucionado, más si cabe tras la explosión de la pandemia y los conflictos geopolíticos, y las expectativas de los stakeholders [individuos y organizaciones involucradas con una empresa] han evolucionado. En reguladores, supervisores, consumidores, clientes, proveedores y en sus expectativas sí está el riesgo climático, la fragmentación social… Mantener la competitividad requiere evolucionar desde el shareholders value al stakeholders capitalism.

En el centro de este concepto estratégico está la sostenibilidad, disponer de una estrategia en torno a la competitividad orientada a largo plazo, que ayude a explotar las fortalezas diferenciales, pero también a invertir en nuevas capacidades que nos impulsen para aprovechar oportunidades de negocio ligadas al desarrollo sostenible y para obtener una posición de ventaja en el mercado, pero también a considerar que nuestros activos estratégicos pueden no ser infinitos y, por tanto, a que debemos desplegar acciones que fomenten que la explotación de los recursos esté por debajo de los ritmos de renovación de estos.

—El objetivo de Europa es ser totalmente neutra en carbono para el año 2050. ¿Es realista, conseguiremos llegar a la meta con los deberes hechos?

—Nos enfrentamos a una transformación para las compañías, que están haciendo un gran esfuerzo por acometerla, pero podemos decir que todavía queda un largo camino por recorrer en un corto período de tiempo. Según los últimos estudios, seguimos a nivel comunitario aún lejos del objetivo marcado por Europa. Poder alcanzar las metas establecidas requiere de la acción decidida de las empresas en materia de descarbonización de sus actividades, pero también del impulso activo de las Administraciones y de la movilización de financiación. 

De la misma forma que requiere que la agenda regulatoria sea concebida y entendida como una palanca tractora de movilización, al mismo tiempo que impulsa el compliance de forma integral, global y homogénea.

—Tenemos una economía que todavía es demasiado dependiente de determinadas energías y de determinadas formas de producción. ¿Es compatible el modelo económico actual que tenemos en Europa con todo este cambio del que se está hablando? ¿A qué consecuencias tendremos que hacer frente?

—Es cierto que la dependencia actual en energías fósiles es un reto al que nos enfrentamos en el proceso de descarbonización del modelo económico europeo. Afrontamos desafíos significativos en relación con los cambios necesarios para abordar la emergencia climática, como la necesidad de inversión en tecnologías limpias, la reestructuración de industrias tradicionales y la adaptación de la fuerza laboral. 

Esta transición también ofrece oportunidades para la innovación, el crecimiento verde y la creación de empleo en sectores emergentes de la economía sostenible. De hecho, la Unión Europea, a través del Pacto Verde Europeo, ha desarrollado un paquete de iniciativas políticas con el objetivo de situar a la UE en el camino hacia una transición verde, y con el objetivo final de lograr la neutralidad climática para el 2050. El pacto apoya la transformación de la UE a una sociedad justa y próspera con una economía moderna y competitiva y ha facilitado el acceso a marcos de financiación capaces de movilizar los recursos necesarios para soportar procesos de descarbonización industriales y, así, reducir esta dependencia con energías fósiles.

Sin duda, el modelo económico del futuro en Europa estará impulsado por la Sostenibilidad, la eficiencia energética y la economía circular, con un enfoque renovado en la protección del medio ambiente y el bienestar social.

—De un tiempo a esta parte, la emergencia climática se está haciendo cada vez más patente. De hecho, se ha generado cierto alarmismo ante situaciones como las que se están viviendo en determinados territorios españoles. Pero al mismo tiempo, se está viendo cierta apatía por sobreestimulación del mensaje, ¿qué cree que está fallando?

—Esta es una pregunta muy relevante, ya que continuamente despierta una discusión álgida y creo que reside en que es un desafío de percepción pública. Por un lado, la evidencia creciente de eventos climáticos extremos, como los que afectan a comunidades españolas, ha generado un sentido de urgencia y preocupación legítimo, desde mi punto de vista. Sin embargo, estoy de acuerdo en que este mensaje se ve obstaculizado por una sobreexposición y una saturación mediática que pueden llevar a la apatía. La repetición constante del mensaje puede hacer que algunas personas lo perciban como exagerado o inevitable, lo que a su vez puede disminuir su sentido de responsabilidad o acción.

Por lo tanto, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la necesidad de transmitir la gravedad de la situación y evitar la desensibilización de la sociedad, debido a una sobreexposición constante.

Es crucial abordar la emergencia climática desde una perspectiva comunicativa que combine la sensibilización con la acción concreta y realista. Esto implica acercar la conversación a los diferentes públicos de forma objetiva, entendible y concreta sobre las distintas problemáticas, acompañándolo de soluciones alcanzables y efectivas.

Es esencial involucrar a diferentes sectores de la sociedad, desde gobiernos y empresas hasta comunidades locales, para crear un entendimiento unificado contra el cambio climático. Solo a través de un enfoque comunicativo estratégico y colaborativo en los territorios se puede superar la apatía generada por la sobreestimulación del mensaje y movilizar acciones significativas hacia la mitigación y adaptación climática, teniendo muy en cuenta la perspectiva social.

—La irrupción de las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial está preocupando mucho a las sociedades actuales, ¿este tipo de herramientas puede aportar soluciones interesantes en materia de sostenibilidad?

—Sin duda, las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial tienen el potencial de ofrecer soluciones innovadoras en materia de Sostenibilidad. En este sentido, la IA debe ser considerada como una herramienta que nos ayude a generar eficiencia en nuestros procesos y darnos soporte en la investigación y desarrollo necesarios para llegar a un modelo más sostenible. La IA puede mejorar la eficiencia energética, optimizar la gestión de recursos naturales, predecir y mitigar impactos ambientales y facilitar la transición hacia prácticas más sostenibles en diversos sectores. A día de hoy, esta herramienta se tiene en cuenta, por ejemplo, en la creación de gemelos digitales de productos, en procesos para identificar ineficiencias en los mismos o en modelizar su desarrollo, de cara a eficientar la energía que se consume en el proceso de fabricación, los consumos utilizados o la separación correcta de los subproductos y residuos que se derivan del mismo, aumentando con ello la sostenibilidad del producto o proceso en cuestión.

Eso sí, es muy relevante implementar estas herramientas de manera ética y responsable, considerando sus posibles efectos secundarios, garantizando que contribuyan verdaderamente a la protección del medio ambiente, pero también al bienestar social.

—Mientras en Occidente se apuesta cada vez más por los criterios ESG, en Oriente parece que siguen más preocupados por experimentar fuertes crecimientos de su PIB que por estas cuestiones. ¿Corremos el riesgo de quedarnos atrás y que en Oriente se gane la batalla económica tomando ventaja gracias al ahorro que les peuda suponer seguir aferrados a determinadas industrias?

—Decía antes que está superado el debate sobre la relevancia y el entendimiento del ESG como palanca de generación de eficiencia y oportunidad. No hay duda. También lo es que las distintas velocidades regulatorias entre Oriente y Occidente no hace sencilla la transformación a las que se enfrentan las empresas. El timing es la clave..

Mientras que en Occidente observamos una creciente tendencia hacia la inversión responsable y la transición hacia una economía más verde, en Oriente persiste una priorización del crecimiento del PIB y una dependencia de industrias y energías poco limpias. Esto les puede dar ventaja en el tiempo al aprovechar los ahorros que implica seguir aferrado a industrias menos sostenibles. Como explicaba al principio de la entrevista, este enfoque puede generar ventajas económicas a corto plazo, pero también genera que estas economías corran el riesgo de quedar rezagadas en un mundo cada vez más enfocado a la competitividad orientada a largo plazo.

La clave está en poner foco en las fortalezas diferenciales y activos estratégicos, al mismo tiempo que se invierte en nuevas tecnologías y soluciones, considerando la finitud de determinadas materias primas, las oportunidades derivadas de la descarbonización o la circularidad, por poner algunos ejemplos. Para hacer esto de forma competitiva, parece necesario un reequilibrio entre las políticas de incentivación y las políticas regulatorias en Occidente.

—¿En qué consiste el plan de Sostenibilidad Worldclimate de Deloitte España?

—Nuestra estrategia WorldClimate ilustra nuestra hoja de ruta hacia la transformación de nuestras acciones, alineándola con nuestro compromiso frente al cambio climático. Con una ambición Net Zero al 2030. Alcanzar esta ambición no sería posible sin nuestro talento y, por ello, un área relevante de nuestra hoja de ruta es la integración de la Sostenibilidad en todas nuestras actividades y operaciones, empoderando a nuestros empleados para que sean parte del cambio que queremos impulsar en la sociedad y en nuestros clientes. Por poner algunos ejemplos de los hitos que nos hemos marcado: reducir nuestras emisiones de viajes de negocio por empleado en un 50 % desde el 2019; 100 % de nuestra energía renovable en el 2025; que nuestros proveedores cuenten también con objetivos de reducción validados por SBTi; certificar todas nuestras oficinas bajo el estándar ISO 14001; o compensar nuestras emisiones residuales con proyectos alineados con nuestra estrategia, entre otros.

La implementación de un modelo de gobernanza integral nos está permitiendo gestionar, medir y reportar todos estos aspectos de forma transparente y bajo los marcos de desempeño más estrictos, anticipando el cumplimiento regulatorio. Con estas iniciativas aspiramos a acompañar la transformación sostenible de nuestra sociedad, que hemos iniciado de la mano de nuestros clientes, mejorando nuestros hábitos con acciones que tengan un impacto positivo en el medio ambiente.