Estos chicos son de 10

Ana Abelenda, Cándida Andaluz, Begoña R. Sotelino

EDUCACIÓN

ANGEL MANSO

ELLOS DAN LA NOTA La mejor. Han llegado al top en aspiraciones de un expediente académico. Son cuatro gallegos que acaban el bachillerato con un 10. ¿Cómo lo han hecho? No perdáis de vista estas matrículas...

10 jun 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Si vas a por notas muy buenas, el azar no es determinante. Si aspiras a un 10 lo sacas, pero tienes que organizarte e intentar no agobiarte», nos chiva Marina Lage. A sus 16 años, cierra segundo de bachillerato con un 10 en todas las asignaturas salvo Lengua -en la que sacó un 9 y quiso pero no pudo aspirar a subir-. Un 10 vale mucho, tiene su prestigio, ¿pero cuánto cuesta? «Mentiría si dijese que me he esforzado al máximo. No me pierdo un fin de semana con amigos por chapar», asegura quien, además de seguir bailando, se propone formarse en ADE y Derecho. «Siempre me ha interesado más el mundo de la economía y las finanzas que el del derecho, pero ADE es una carrera masificada y creo que el doble grado es una forma de diferenciarse. Esta carrera tiene buenas salidas laborales y yo quiero hacer algo útil», afirma Marina. Es de cifras y de letras («Me da un poco igual, la verdad»), pero la pasión por las historias la ha visto crecer. Hoy escribe una novela, Cicatrices de un espejo roto, en la que a través de Irene, su protagonista, relata su lucha contra la bulimia, una enfermedad que ha afrontado este curso y que la sociedad aún no sabe cómo encajar sin clichés. Escribir es para ella una terapia, y el legado de su abuelo («Era capitán de barco, le encantaba enseñarme cosas», recuerda). Él enseñó a escribir con 3 años a la chica que hoy devora los libros de Ruiz Zafón y de John Green (en inglés, «en español no me convence»), y valora sobre otras una de las elecciones del menú escolar: La señora Dalloway, de Virginia Woolf.

¿Cómo puntúa el sistema educativo una alumna de 10? «No sabes por dónde cogerlo... La formación del profesor deja a veces mucho que desear. Uno puede acceder a la oposición de profesor porque tiene grandes conocimientos, pero igual no tiene la capacidad de transmitirlos. Puede que sepas mucho, pero quizá no sabes explicar tu asignatura, motivar a tus alumnos». Marina valora sus años en Los Sauces, de Pontevedra. «Como colegio es genial. Se preocupan de ti, de la motivación del alumno. Mi profesor favorito, Ramón, me daba Matemáticas y Naturales en primero de la ESO ¡y aquello era aprender viendo! Siempre ponía ejemplos mazo graciosos. Recuerdo clases que me dolía la mandíbula de tanto reír y aprendías haciendo cosas. No estabas no haciendo nada. Creo que la enseñanza debería ser más así. Más práctica. De utilidad para la vida», apunta.

Hija de profesora (de italiano) y de arquitecto, de muy niña quiso ser arquitecta... y cajera («¡para regalarles la compra a mis abuelos!»), pero no maestra. «La paciencia no es lo mío», sonríe dando en la diana de una aptitud esencial. Con 4 años se aburría «muchísimo» en clase. Con causa: era una alumna con altas capacidades a la que urgía adelantar un curso. ¿Qué es la inteligencia?, le pregunto en La Mar de Bonita, terraza en la que hablamos con vistas al verano. ¿La capacidad de resolver problemas? «Sí, incluye la lógica, pero también la creatividad, la capacidad de escribir, la inteligencia emocional, la del movimiento... Es un concepto amplio que la gente tiende a resumir demasiado», asegura. En Gloria, su madre, Marina tiene un gran apoyo. Y una compañera de viaje. Este año han ido a París en Navidad, a Roma en Semana Santa y parpadea su próximo destino: Nueva York. «Para mí representa el cosmopolitismo. Me encanta el hype, las vibras que transmite esa ciudad», dice. Pues vamos despegando la sombra del suelo. ¡A volar!

CRISTINA Y MARCOS. OBJETIVO: LA NASA Y EL DISEÑO

Santi M. Amil

Son compañeros de curso y a estas alturas estarán descansando después de haberse examinado de la selectividad esta misma semana. Marcos Salgado Rodríguez tiene 17 años y su media de primero y segundo de bachillerato en el colegio Salesianos de Ourense ha sido de 10. ¿Cómo se consigue? «Todo el mundo me lo pregunta y yo les digo que todos tenemos la capacidad de hacerlo, llevando los temas al día y no poniéndose nervioso en los exámenes», dice. Su asignatura preferida es matemáticas y tiene claro que quiere estudiar Ingeniería Aeroespacial en Ourense, aunque hace tiempo barajó Arquitectura. De momento, el verano se lo plantea tranquilo y lo aprovechará, dice, para sacar el carné de conducir. Piensa en el presente, no tiene definido cómo será su vida dentro de cinco años, pero su meta sería poder llegar a trabajar en la NASA. «Sería el reto más grande, pero imagino que será muy complicado. Con tener un buen trabajo y una buena vida, me conformo», explica Marcos. Y, modestamente, relata que en época de exámenes se ayudan entre los amigos cuando tienen alguna duda. Explica, además, que nunca sintió una presión especial por tener que sacar una buena nota para entrar en la carrera. «Lo importante es no empezar el curso presionado porque los nervios no son buenos», dice. En su tiempo de ocio a este ourensano le gusta el deporte, jugar al baloncesto, escuchar música, ver la televisión y salir con sus amigos. «En cursos anteriores si tienes buenas notas te miran como si fueras un bicho raro. Pero a estas alturas, ya no. En bachillerato se le da otro valor a las notas».

En este colegio ourensano hay otro nombre que sobresale, otro 10 de nota media en bachillerato. Es Cristina Cabanelas Castelo. También es de ciencias, y tras el verano comenzará la carrera de Diseño en Madrid. «Lo tenía clarísimo. Antes me gustaban otras cosas, como la biología», recuerda. Responde rápido cuando se le pregunta qué hay que hacer para sacar matrícula: «El esfuerzo diario es la clave. Atender en clase es básico. Nunca tuve presión por sacar una nota. Es muy importante tener el hábito de estudio desde pequeño, porque, si no, no se coge el ritmo y no tienes un método definido». Cristina asegura que fue capaz de controlar los nervios para no echar al traste todo lo estudiado. En su tiempo de ocio, al igual que Marcos, jugaba al baloncesto, aunque ahora lo que hace es bailar en una academia y salir con sus amigas.

Ambos coinciden en que no se sienten bichos raros por llevar muy buenas notas, pero sí creen que sus compañeros están pendientes de sus resultados. «Si no sacas un 10, por ejemplo, ya dicen: ‘ves, el del 10 no saca tan buenas notas. Y si otro saca mejor nota que nosotros, también dicen: ‘ves, superé al del 10’. Pero nunca nos han tratado de diferente manera», relatan. Para los dos conseguir la matrícula ha sido poner la guinda a dos años de esfuerzo y tesón.

ALEJANDRA, UN AS EN CIENCIAS

Oscar Vazquez

Alejandra Comesaña García coleccionó notas de 10 en todo el bachillerato, que hizo en el IES Santa Irene de Vigo por la rama científico-tecnológica (matemáticas, física, química, dibujo técnico, informática y tecnología industrial). En segundo no se apeó de la máxima calificación y en primero la media global le bajó a 9,95 por un maldito 9 en dibujo. Pero no se amarga. «Noté un cambio muy grande en la asignatura y lo intenté, pero no daba para más, no era capaz de interiorizar tantos conceptos tan rápido», admite. La estudiante no se reconoce en el perfil de alumna chapona. «Suelo dejarlo todo para el final, pero también soy muy ambiciosa en las notas. Si sé que puedo dar mucho, lo voy a dar y no me importa quedarme hasta tarde, hasta que lo tenga todo controlado, no paro», asegura. La joven confiesa que le cuesta llevar los estudios al día y no aprieta a fondo hasta que no ve cerca la meta. «En las semanas de exámenes no he salido de casa, pero el resto del curso lo he disfrutado. Conseguí organizarme con los horarios y eso me ha ayudado mucho», revela.

La viguesa siempre tuvo claro que lo suyo eran las ciencias, pero no todas. «He evitado la biología todo lo posible. Nunca me ha gustado. Evito las asignaturas de chapar. Necesito entender lo que estoy haciendo y buscarle un razonamiento lógico», cuenta la adolescente, que quiere estudiar la carrera de Matemáticas y probablemente lo haga en Santiago, aunque también tuvo en mente hacer Traducción porque adora leer y escribir. De sus profesores recuerda la influencia de Alba, que le dio Historia en 4.º de la ESO en el Colegio Montesol, y la de Xulia, profesora de mates en 1.º de bachillerato. A Alejandra, que además lleva cuatro años estudiando italiano en la Escuela de Idiomas, le gusta, sobre todo, escuchar música, ir a conciertos, salir con sus amigos a tomar algo y de compras, y viajar. «Este verano iré a ver a una amiga en Jaén y al acabar selectividad haré un viaje para despejar la cabeza y empezar con ganas», afirma ilusionada. A por un verano 10.