Los alumnos extranjeros mantienen los colegios rurales de Lugo: «Seis meses despois de chegar de Pakistán, xa falaba galego»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SAMOS / LA VOZ

EDUCACIÓN

El alumnado del colegio de Samos, que algunos se trasladaron desde Marruecos, Pakistán o Brasil
El alumnado del colegio de Samos, que algunos se trasladaron desde Marruecos, Pakistán o Brasil cedida

Las familias que se asientan en las aldeas ayudan a aumentar la matrícula de los pequeños centros educativos

28 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Acentos de Marruecos, Pakistán, Suiza, Holanda o Brasil conviven con el gallego en los colegios rurales de la provincia de Lugo. En plena batalla contra la despoblación, los centros educativos unitarios se ven beneficiados en los últimos años por las familias extranjeras que se mudan a las aldeas y deciden matricular a sus hijos en las escuelas rurales en vez de trasladarlos a los institutos de capital de comarca. Un ejemplo de esta realidad es Eesha, la alumna más mayor del colegio de Samos que se mudó con su familia desde Pakistán: «A adaptación foi ben, en seis meses xa sabía falar galego e castelán».

El plazo de matrícula para el próximo curso ya terminó y, un año más, algunos colegios rurales de Lugo logran sumar nuevos alumnos gracias a familias extranjeras que se asientan en los pequeños municipios. El aumento de estudiantes llegados de fuera de Galicia es general en toda la educación, igual que va en aumento el número total de población extranjera que reside en Lugo. Pero en las escuelas más pequeñas tiene el doble de importancia por permitir que sigan abiertos gracias a que mantienen el número de alumnos.

Por ejemplo, el CPI de Navia de Suarna sumó cinco nuevos estudiantes procedentes de Holanda. También en Triacastela, en los últimos cursos, sumaron alumnado de Marruecos o y en Samos, de Pakistán, Marruecos o Brasil. Los nuevos vecinos no solo son internacionales sino que la educación y el rural de Lugo es una opción por la que se decantan españoles de diferentes partes del país, como Alicante o Mallorca. Esta mezcla de nacionalidades hace que la forma de trabajar en los colegios sea, si cabe, más inclusiva, ya que en algunos comparten clase todos los cursos de primaria o de infantil por la falta de alumnos.

Una pakistaní hablando gallego

La alumna más mayor del colegio de Samos es Eesha, una pakistaní de 13 años que llegó hace ya seis. Ahora, otra de sus hermanas empezó también en el colegio y la más pequeña, de un año, lo hará en su momento. Los propios compañeros de la joven se sorprenden de lo bien que habla gallego: «A verdade non me custou nada, xa de aprender un idioma novo aos seis meses falaba castelán e galego». Se suma a su lengua, el urdu, y al inglés.

Su padre trabaja en una granja y toda la familia vive en una casa junto a la explotación, en una aldea próxima a Samos. En Pakistán también vivían en un pueblo, por lo que el modo de vida no fue un choque. En el colegio, Eesha asegura que está encantada. Por una parte, porque al ser pocos alumnos los profesores pueden estar más atentos a todos. En su caso, están juntos los pequeños de cuatro, quinto y sexto de primaria porque tan solo son ocho. «Eu estou nun curso menos porque os que chegamos doutro lugar facemos así para poder coller mellor o nivel», cuenta, admitiendo que le gusta ser la mayor y estar pendiente de sus compañeros. «En Sarria hai máis pelexas, aquí hai moi bo ambiente».

Por otra parte, valora estar en contacto con la naturaleza y hacer actividades en el entorno del colegio: «Gústame poder estar fora e xogar nos prados». El próximo año le tocará ir al instituto de Sarria tras una gran experiencia en un colegio rural.

Trabajadores de sector primario

Parte de las familias que se asentaron en el rural de Lugo son casos en los que primero se trasladó el padre para buscar mejores oportunidades laborales y que generalmente encuentra en el sector primario y, después, se mudan la madre y los hijos.

Así fue la travesía de la familia de Marruecos que ahora estudia en Samos. La hija más mayor ya va al instituto de Sarria y los dos más pequeños continúan en la escuela samonense. La más mayor, de 13 años, asegura que, tras dos cursos en Lugo, está más que contenta. «Tenemos muchos amigos y este sitio es muy bonito», explica en un perfecto castellano.

Su padre trabaja en una cantera del municipio y, pese a que en Marruecos vivían en una gran ciudad, se acostumbraron rápido a vivir en el rural. En las localidades más pequeñas, encuentran además las viviendas más económicas y cuentan igualmente con los servicios necesarios, como el transporte escolar.