En Marea queda tocada para afrontar las gallegas tras perder 67.000 votos

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Álvaro Ballesteros

La coalición se deja un diputado y cede a los socialistas la segunda posición

27 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Revolcón en toda regla. La Marea se ahogó en su propia ola, lejos de la playa y sin apenas bracear, estupefacta ante unos resultados que arrasan las expectativas del más cauto y pesimista de la coalición, al que es difícil ponerle nombre porque las miras estaban muy altas a todos los niveles. ¡Un deputado máis en A Coruña! ¡A pelexar os de Lugo!, decían en campaña, en público y en privado. Nada de eso ha ocurrido.

Anova, Podemos, Esquerda Unida y una amalgama de formaciones de carácter municipal, En Marea para los electores, se dejó llevar por la corriente aparentemente a favor y acabó contra las rocas. La coalición se deja 67.000 votos en toda Galicia, con una vía de agua similar en todas las provincias aunque con especial incidencia en Ourense, donde el PP le arrebata el escaño de David Bruzos.

El rumbo fue equivocado. Con el ambiente urbano a favor, En Marea confundió las luces de puerto con semáforos. De hecho, es en el eje atlántico donde mantiene la segunda posición por detrás del PP y a unos 24.000 votos de los socialistas, sumando las provincias de A Coruña y Pontevedra. Pero tenía mucha razón Íñigo Errejón cuando se asomó a Galicia a hacer campaña por Unidos Podemos: la clave va a estar en los entornos rurales y entre el segmento de votantes de más de 65 años. ¿Hablaba de Ourense y Lugo? Muy probablemente. Los vídeos apelando al voto de los abuelos no debieron calar porque las dos provincias no solo tiraron por tierra las aspiraciones de la coalición, sino que auparon al PSOE a la segunda posición en Galicia por poco más de mil votos. Los suficientes para que ya no afronten las elecciones autonómicas con el convencimiento de ser el motor que liderará la alternativa al PP. 

«Sorpasso» socialista

La campaña fue de perfil premeditadamente bajo, convencidos de que con el arreón de diciembre, con los deberes del sorpasso hechos en Galicia y con la fusión en frío de Unidos Podemos sería suficiente para dejar atrás a los socialistas e incluso para amenazar al PP en algunas plazas. Sus reiteradas llamadas de atención a los votantes de izquierdas provocaron exactamente el efecto contrario, porque estos salieron de casa para decidir que si algún partido de izquierdas iba a liderar el cambio no sería En Marea. La resaca es de las duras, porque aunque sea por un escaso margen de votos, quedan terceros. 

El voto nacionalista

En Marea ni siquiera ha sido capaz de rentabilizar el hundimiento del BNG, al que la coalición daba por amortizado hasta el punto de que solo Xosé Manuel Beiras, que hizo campaña por libre, apeló a los votantes desencantados del Bloque. El resto, simplemente ignoró a la formación de la estrella, que perdió 25.000 votos que unos y otros se pasarán buscando unas cuantas semanas.

Era una mala noche para profundizar en las reflexiones, pero una de las candidatas que tendrá plaza en Madrid por Pontevedra, Alexandra Fernández, deslizó la necesidad de «repensar este espazo» y buscar nuevas alianzas, un mensaje aperturista trasladado en las últimas semanas pero que cobra especial relevancia al producirse tras una pregunta concreta sobre el papel del BNG y la próxima cita electoral. «O noso desafío é sumar máis xente ao proceso», remarcó Antón Gómez-Reino, que también repetirá por A Coruña. Yolanda Díaz, la segunda en la lista, también amarró el escaño, pero su tristeza era evidente, y así la transmitió. «Imos a por el», gritó sacando fuerzas para referirse a Feijoo, al que pretende desalojar de Monte Pío. Fueron los tres políticos que tomaron la palabra, dos mujeres, un hombre, uno de Podemos, otra de Anova y la líder de Esquerda Unida. Son los equilibrios constantes de En Marea, donde todos parecieron responsabilizarse de la derrota, porque se repartieron el papelón de salir ante el estrado y explicar unos resultados malos e inesperados. Gómez-Reino advirtió: «O bloque conservador reordénase». Con esas palabras, que repitió hasta en tres ocasiones, alertaba de un panorama más complejo del previsto para la próxima lucha, que ahora ya nadie se atreve a situar en noviembre. Los resultados del PP en Galicia pueden animar a Feijoo a adelantar los comicios, lo que obliga a tomar decisiones inmediatas en la coalición. 

Los tres alcaldes

En los peores momentos vividos en la historia de En Marea también dieron la cara el resto de los candidatos y los tres alcaldes de las ciudades de la provincia gobernadas por las candidaturas populares. Los rostros de decepción eran evidentes, porque a ellos también les toca analizar los resultados por ciudades, donde también ha habido toques de atención. La ola les llegó al cuello esta vez.

 

Caras largas, ni una sola palmada y Beiras que se baja en marcha

La decepción era inmensa en la sede de En Marea en Santiago, en el mismo local en el que meses atrás se celebró la victoria de Compostela Aberta y en diciembre todo era alegría. Entre la satisfacción de las primeras encuestas y la sorpresa de los escrutinios se fue haciendo el silencio. Los simpatizantes se sentaron a esperar una remontada que no llegaba. Entraron los candidatos y los líderes de la coalición, la muchedumbre les hizo pasillo y nadie les dio ni una palmada. En la televisión hablaba Pablo Iglesias, pero sus palabras sonaban lejanas. No arrancó ni un murmullo. Después, bajaron todos al estrado y empezaron a hablar por triplicado, cosas de los equilibrios. Xosé Manuel Beiras, cansado y ajeno a lo que estaba ocurriendo, se bajó antes de tiempo.