Sánchez marca distancias con el PP y rechaza el populismo de Podemos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Pedro Sánchez, rodeado de sus antecesores en la secretaría general del PSOE: González, Zapatero, Rubalcaba y Almunia.
Pedro Sánchez, rodeado de sus antecesores en la secretaría general del PSOE: González, Zapatero, Rubalcaba y Almunia. Benito Ordóñez< / span>

Ataca a Pujol por hipócrita y por «elegir el patrimonio en vez de la patria»

28 jul 2014 . Actualizado a las 13:30 h.

No tiene el carisma de Felipe González, pero tiene don de gentes. No tiene la preparación económica de Almunia, pero sabe más de economía que sus dos antecesores. No tiene el atractivo como candidato de Zapatero, pero tiene incluso mejor imagen. Y no tiene el colmillo tan retorcido como Rubalcaba, pero sabe lanzarlas. Pedro Sánchez demostró ayer con su discurso de cierre en el congreso que lo eligió como secretario general que aspira a marcar un tiempo nuevo en el PSOE con un estilo propio, más austero en el gesto y más equilibrado en lo ideológico, que ataca tanto el apoyo a los poderosos y el maltrato a la clase trabajadora del PP como el «populismo» y la «demagogia» de Podemos.

«Abandonemos los complejos»

«Abandonemos de una vez por todas los complejos y digamos alto y claro que todo lo bueno que ha pasado en este país siempre ha venido de la mano del PSOE», dijo para insuflar optimismo a las decaídas huestes socialistas. Esa fue una de las pocas concesiones en una intervención algo fría para lo que se estila en este tipo de actos, y que convirtió en un programa de Gobierno cuajado de propuestas y muy marcado por la economía, terreno en el que se mueve con mucha más soltura que Zapatero o Rubalcaba.

Aseguró el nuevo secretario general que su propósito es «modernizar» una España que es ahora mismo «un país hastiado, indignado y herido». Su receta para salir de esa situación es abordar lo que calificó como una «transición económica». Eso se traduce por ejemplo, a su juicio, en que las clases medias y trabajadoras dejen ser las que paguen las consecuencias de la crisis y en que el dinero de todos se utilice para «ayudar a todos». Y en que, cuando se vendan bancos que han sido nacionalizados, se haga «por el mismo precio por el que fueron rescatados».

Pero, además de dar doctrina económica contra la crisis, Sánchez quiso marcar terreno en otro problema que hace que, a su juicio, España se encuentre en una «encrucijada»: el conflicto con Cataluña. De entrada, marcó distancias con el nacionalismo catalán de CiU lanzando una andanada contra Jordi Pujol al tachar de «hipócrita» el patriotismo que «cuando tiene que elegir entre la patria y el patrimonio, elige el patrimonio y se lo lleva a un paraíso fiscal». Frase que le valió la mayor ovación de la mañana, incluida la del nuevo primer secretario del PSC, Miquel Iceta. Defendió la reforma constitucional para ir a un modelo de Estado federal y alabó a los socialistas catalanes por haber sido los únicos que en un momento de «tensión» enarbolaron «la bandera de la concordia».

Ataques al PP y a Podemos

Situándose ya ante la expectativa de alcanzar la presidencia del Gobierno, el nuevo secretario general adelantó algunas de las que serían sus primeras medidas, entre las que citó la derogación de la reforma laboral o la restitución de la ley de plazos para el aborto, en el caso de que el Gobierno consume su intención de cambiar la norma actual.

«Hoy es un mal día para la derecha española», señaló, pero añadió que también lo es para aquellos cuyo proyecto es «atacar a los socialistas porque necesitan decir que todos somos iguales para sentirse diferentes». No fue la única referencia a la irrupción de Podemos, el partido de Pablo Iglesias, ya que también propuso «salir al encuentro de los indignados» pero sin caer «en populismos ni demagogias». Y marcó distancias con propuestas como la de no pagar la deuda externa porque quienes lo sufrirían no serían las grandes corporaciones sino «los empleados que cobran 600 euros al mes».

Y, para tranquilizar a quienes temen que de la entrevista que mantendrá hoy con Mariano Rajoy salga un pacto de Estado entre los dos grandes partidos, adelantó que su respuesta a la propuesta de la elección directa de los alcaldes será «un claro y rotundo no». Advirtió además a Rajoy que si lo que quiere es regeneración democrática, que empiece por «coger la escoba y barrer su casa». Por otra parte, defendió su no a Juncker como presidente de la Comisión Europea por «coherencia» y porque con él no habrá «grandes coaliciones ni en Madrid ni en Bruselas».