La diabólica encrucijada del líder socialista

G. B. Madrid / La Voz

ESPAÑA

26 nov 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

Acercarse a Podemos y, a la vez, alejarse de Podemos. Tal es la diabólica encrucijada en la que se ve inmerso Pedro Sánchez, que comprueba cada día en los sondeos como la formación liderada por Pablo Iglesias le arrebata votantes y le aleja de su objetivo de recuperar el terreno que el PP va cediendo como consecuencia de las políticas de recortes presupuestarios que lleva acabo el Gobierno. El líder del PSOE era ya consciente de la necesidad de ir soltando lastre respecto a las políticas llevadas a cabo por Zapatero e incluso de marcar distancias con la etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba para liberarse del latiguillo de Rajoy sobre la herencia recibida. Pero la irrupción meteórica de Podemos le ha obligado a acelerar enormemente ese proceso.

Su problema es que, mientras dedica energías combatir a la formación de Iglesias tachándola de populista frente a la responsabilidad que atribuye al PSOE, haciendo así una doble oposición a la derecha y la izquierda, al Gobierno y a Podemos, se ve obligado a asumir una buena parte del discurso de este partido en lo que afecta a la regeneración, la transparencia y, como se vio ayer, el pago de la deuda. Ese complicado ejercicio, y la obligación de rectificar o modular en ocasiones sus propuestas, hace que sus mensajes generen cierta confusión entre los propios votantes socialistas e incluso cierta sensación de improvisación, de actuar arrastrado por las circunstancias.

Sánchez, no obstante, negó ayer expresamente que su rectificación tenga que ver con el auge de Podemos y aseguró que «para ocupar el espacio del PSOE hay que ser el PSOE».

La reforma constitucional, la única aprobada en España al margen de la adaptación al Tratado de Maastricht en 1992, se materializó en un tiempo récord. Menos de 15 días después de su anuncio, el Congreso la aprobó en agosto del 2011 con los votos del PSOE y del PP. El mensaje que Zapatero quería transmitir, en medio de una enorme inestabilidad financiera que amenazaba con convertir a España en el siguiente país rescatado después de Grecia, que lo había sido un mes antes, era que España asumía un compromiso absolutamente firme con la estabilidad presupuestaria.