Terceiro, expresidente de Caja Madrid, incide en que las tarjetas black eran de representación

Europa Press

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Rodrigo Rato llega a la Audiencia Nacional
Rodrigo Rato llega a la Audiencia Nacional Emilio Naranjo | Efe

Las retribuciones de los miembros del Consejo de Administración eran de 1.800 euros al año en dietas mientras que para los miembros de la Comisión Ejecutiva era de 9.000 euros al año

25 oct 2016 . Actualizado a las 07:20 h.

El expresidente de Caja Madrid entre 1988 y 1996, Jaime Terceiro, ha manifestado este lunes que las tarjetas creadas bajo su mandato eran «exclusivamente» para gastos de representación de los consejeros de la caja extinta, y que era el «procedimiento más transparente» que existía, por lo que eran deducibles y formaban parte de un circuito «muy estandarizado y controlado».

En el marco de la undécima sesión del juicio de las black que sienta en el banquillo de los acusados a 65 exaltos cargos y directivos de la entidad por el uso presuntamente fraudulento que hicieron de sus plásticos, Terceiro, que presta declaración en calidad de testigo, se ha referido al acuerdo del Consejo de Administración de 1988 para explicar el origen de las tarjetas y sus condiciones de uso.

Así ha asegurado que este sistema formaba parte de un circuito «muy estandarizado y controlado» que cumplía «todos los requisitos para ser gastos deducibles» y que en Caja Madrid «no podía haber» tarjetas entendidas como parte de la remuneración de los consejeros, contradiciendo así a su predecesor en el cargo, Miguel Blesa, quien apuntó que recibió su 'black' como parte de su salario.

«No me cabe en la cabeza que se invierta cualquier mecanismo de compensación de gastos que no esté recogido explícitamente en las actas del consejo de Gobierno. Es el mundo al revés», ha aseverado Terceiro ante el tribunal de la Audiencia Nacional que dirime si los encausados -entre los que se encuentran políticos de PP, PSOE e IU además de representantes sindicales y de la patronal- incurrieron en delito continuado de apropiación indebida y administración desleal.

«Invención desde el inicio»

Al respecto ha añadido que es «una invención desde el inicio y nada más falso de la realidad» y, sobre quienes apuntan que esta práctica nació de su propia decisión, ha recordado que reside en un acuerdo alcanzado por los miembros de los órganos de gobierno «que igual para defenderse dicen lo contrario a lo que estipulan las actas» en referencia concreta a la del 24 de mayo de 1988.

Las retribuciones de los miembros del Consejo de Administración era de 1.800 euros al año en dietas mientras que para los miembros de la Comisión Ejecutiva era de 9.000 euros al año, según ha recalcado el antecesor de Blesa al frente de la caja extinta quien ha agregado que se consideró oportuno modificar el sistema de compensación de gastos.

«Se concedió una tarjeta a cada miembro de la Comisión de Administración y Control sobre la base de este acuerdo del consejo que tenía un límite técnico y que era de 600 euros. Hubo afirmaciones que dicen que ese límite se había cambiado con los años y es radicalmente incierto», ha expresado Terceiro.

A preguntas del fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón, Terceiro ha explicado que su remuneración era de 168.000 euros cuando llegó a la caja y de 254.000 euros cuando la abandonó en 1996. Todo ello se cobraba en doce mensualidades y estaba incluido en su IRPF.

Defensa de Ángel Montero

Además ha agregado que con ninguna visa de las que se concedieron se podía sacar dinero en metálico desde un cajero y, contradiciendo a algunos de los acusados que han prestado declaración ante el tribunal, ha añadido que «no solo no se daba el pin sino que ni siquiera se emitían los números correspondientes a las tarjetas de empresa».

En línea con lo que expuso en su declaración ante el magistrado instructor del caso, Fernando Andreu, Terceiro ha asegurado que la fiscalidad de las visas, a las que los encausados cargaron 12,5 millones de euros entre 2003 y 2012, dependía de la secretaría general de la caja a cuyo frente estaba Ángel Montero. Sobre él ha precisado que ejerció la responsabilidad de otorgar los plásticos «con toda seriedad y serenidad».

«Cualquier cosa que no coincida con lo que estoy diciendo es rotundamente falsa», ha agregado el exdirectivo de la caja extinta quien ha repetido en sendas ocasiones durante su declaración testifical, que Montero llevaba un riguroso control sobre el uso que hacían los consejeros de los plásticos y que por ello se reunía semanal y mensualmente con los beneficiarios de las mismas para recordarles la «prudencia, cuidado y caracterización de los gastos».

«Política de austeridad»

El expresidente de Caja Madrid refuta así la versión de algunos de los acusados que afirmaron ante la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, que recibieron las visas de manos de Montero, fallecido en el año 2000, como complemento retributivo, una versión desechada por Terceiro quien ha recordado que durante sus años al frente de Caja Madrid existió «una política de austeridad».

«Existía una única tarjeta de representación y no era concebible otro sistema ni en Caja Madrid ni en otras instituciones (...). No puede uno venir a decir que esos eran comportamientos generales al sistema financiero porque eso hace daño. Es un mensaje que, aparte de falso, trata de oscurecer el comportamiento de gente que ha tomado decisiones correctas y transparentes frente a otras que no», ha explicado el testigo.

Terceiro que estaba llamado a declara para el próximo 14 de noviembre pero que responde a preguntas de las partes hoy ante la insistencia de las defensas, ha hecho hincapié en que la práctica del uso de las tarjetas 'black' para gastos personales y presuntamente fraudulentos que se produjo tras su salida de Caja Madrid, no puede extenderse a todo el sistema bancario.

«No todas las instituciones financieras han tenido este comportamiento. La mayoría lo tuvo ejemplar», ha subrayado a preguntas de las partes. «El dato fundamental para valorar ese sistema es que durante nueve años todo permaneció invariable; los límites máximos se superaron nunca y esa es la evidencia empírica de todo el proceso y puedo dar sin ninguna duda testimonio», ha asegurado.

Así, ha sacado pecho de al gestión financiera hecha durante sus años al frente de Caja Madrid de la que ha dicho que era la más «solvente» y que «como poco» en seis actas desde 1988 hasta 1996 se hace referencia a estas tarjetas como gastos de representación, por lo que no había lugar a que se entendieran como un instrumento ambiguo. «En los 15 años posteriores ¿no hubo tiempo de rectificarlas?» se pregunta en respuesta a los que cuestionaron la naturaleza de las mismas.