El desafío soberanista de Mas acaba con su carrera y hunde a su partido

Gonzalo Bareño Canosa
G. BAreño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

LLUIS GENE | afp

El futuro del expresidente catalán, cercado por la corrupción y el fracaso político

15 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El mazazo que supone la condena que lo inhabilita durante dos años para ejercer cualquier cargo público y para ser candidato en unas elecciones es solo el primer episodio del negro panorama político y judicial al que se enfrenta Artur Mas, quien podría estar viviendo su ocaso como referente del soberanismo catalán. En los últimos meses, el expresidente de la Generalitat inició una campaña para volver a ser candidato en sustitución de Carles Puigdemont -que ya ha anunciado que no lo será-, y retomar así el liderazgo del proceso hacia la independencia. Pero él mismo asume ya que, tras la sentencia que lo inhabilita, solo podría ser cabeza de cartel en unos comicios que se celebraran en una Cataluña independiente. Si el Tribunal Supremo desestima su recurso, lo que parece más que probable, su única posibilidad de ser de nuevo candidato sería que se agotara la actual legislatura catalana, llegando así hasta el 2019, cuando su condena de inhabilitación estuviera ya cumplida. Pero nadie, ni en su partido, el PDECat, ni en ERC, confía en que eso suceda.

La tensión entre los dos socios de Gobierno va en aumento porque el líder de los republicanos, Oriol Junqueras, teme verse arrastrado por los casos de corrupción en los que están implicados destacados dirigentes del PDeCAT. Todo apunta a que, gracias a las revelaciones de acusados arrepentidos en los casos Palau y Pretoria, el propio Mas acabará resultando implicado en el escándalo de las comisiones del 3 % que cobraba CDC. Sectores de ERC apuestan por ello por romper ya con PDECat y forzar unas nuevas elecciones en las que Mas quedaría fuera de juego. Junqueras está convencido de que, con sus socios descabezados, ERC ganaría esos comicios y él asumiría el timón del llamado procés. Por el contrario, afrontar la campaña del referendo de la mano de un partido infestado por la corrupción lastraría la credibilidad y el futuro de ERC.

Pero es que, además, en su propio partido consideran que el ciclo de Artur Mas está agotado. Y, por ello, la presión sobre Puigdemont para que reconsidere su decisión de retirarse va en aumento. La coordinadora del PDECat, Marta Pascal, dio muestras el pasado domingo de querer romper con el lastre de la corrupción al pedir ayuda a la militancia para forjar un partido «que reivindique la honestidad» y que tenga en su primera línea a «la gente que se lo trabaja, y no a los que tocan». Un discurso en el que difícilmente encaja Mas.

Pero lo más probable es que tampoco Puigdemont sea el candidato, porque ha empeñado su palabra en la convocatoria del referendo. La hipótesis más probable es que llegue a convocarlo y que sea inmediatamente inhabilitado cautelarmente por ello por el Tribunal Constitucional, lo que llevaría a la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas, que se presentarían como plebiscitarias. Un escenario en el que ERC y la CUP tendrían todas las de ganar y que, de confirmarse, constataría que Artur Mas no solo ha arruinado su propia carrera política con su deriva independentista y su errática gestión, sino que ha hundido también a su propio partido.