Malestar interno y externo con el PSOE al renegar del acuerdo comercial con Canadá

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

BENITO ORDOÑEZ

La decisión de la nueva dirección de retirar su apoyo al CETA provoca críticas en el partido «por el fondo y por la forma»

22 jun 2017 . Actualizado a las 12:18 h.

El giro a la izquierda de Pedro Sánchez tiene ya una primera plasmación práctica. Tan solo un mes después de haber rechazado con contundencia en el Congreso una enmienda a la totalidad presentada por Podemos contra el CETA, el acuerdo de libre comercio firmado por la Unión Europea y Canadá el pasado 30 de octubre, el PSOE ha cambiado de postura. Y a través de un tuit. Cinco palabras escritas por la presidenta del partido en respuesta a una usuaria crítica con su posición bastaron para que saltaran las alarmas. «No lo vamos a apoyar», dijo ayer por la noche Cristina Narbona. En la ejecutiva confirman que así será, aunque aún no han decidido si votarán en contra de ratificar el acuerdo la semana próxima o, lo que es más probable, se abstendrán.

Si el Parlamento español no diera su visto bueno, bloquearía la aplicación del texto en el conjunto de la Unión Europea, pero en realidad el riesgo de que eso ocurra es prácticamente nulo. Durante su tramitación en la Cámara baja ha quedado claro que cuenta con el aval no solo del PP sino también de Ciudadanos, del PNV, del PDECat y de Coalición Canaria, es decir, de una mayoría suficiente. Pero eso no quita para que desde el Gobierno muestren su malestar. «Sánchez -dicen fuentes de la Moncloa- ya está demostrando ser un radical. Esta es una cuestión que Exteriores negoció con el PSOE». Lo hizo, pero con la gestora. Y aunque el secretario general agradeciera el martes a su grupo parlamentario que haya «mantenido el rumbo en estos meses difíciles», es obvio que quiere marcar diferencias. Si en el pleno de totalidad Soraya Rodríguez (afín a Susana Díaz) defendió que el CETA «tiene una importancia estratégica en este momento en el que el populismo proteccionista recorre Europa y gobierna en Estados Unidos», Narbona, exministra de Medio Ambiente, argumentó en su cuenta de Twitter que «los acuerdos internacionales tienen que redefinirse para no concentrar más poder en las grandes corporaciones a costa de derechos».

Estupor

Lo paradójico es que ayer mismo la cuestión se debatió en la Comisión de Asuntos Exteriores y los diputados socialistas votaron sí al acuerdo porque no habían recibido orden de hacer lo contrario. En el grupo parlamentario -no solo en el del Congreso sino también en el Parlamento Europeo, donde los socialistas ya apoyaron el acuerdo con Canadá- el volantazo ha generado cierto estupor. «Tanto por el fondo como por las formas», dicen.

El que fuera Alto Representante del Consejo Europeo para la Política Exterior y Seguridad Común, Javier Solana, hizo ver, también a través de un tuit, su contrariedad y calificó de «error» el anunciado cambio de postura. Lo hizo con un argumento que también empleó en su momento Soraya Rodríguez en el pleno de la Cámara baja y repetido por varios europarlamentarios, como Inmaculada Rodríguez-Piñero, en numerosos artículos: que Canadá es un país que se parece a la UE en sus valores democráticos. El reproche de los socialistas más alejados del sanchismo es que en este asunto se adopta una actitud acomplejada respecto a Podemos. «Dejamos que nos lleve del ronzal, como si fuera -dice un diputado- quien reparte los carnés de la izquierda». «Este tipo de trampas de Podemos -dice otro socialista con escaño en Estrasburgo- van a ser continuas». Algunos europarlamentarios se sienten especialmente incómodos porque creen que se les ha dejado a los pies de los caballos y que aparecerán ante sus socios como un grupo poco serio y fiable.