El PNV avisa de una «agenda oculta» de Bildu ante el riesgo de que gobiernen

X. garmendia / a. balanzategi BILBAO, SAN SEBASTIÁN / COLPISA

ESPAÑA

El actual lendakari, Iñigo Urkullu, saluda al candidato del PNV en las elecciones vascas, Imanol Pradales.
El actual lendakari, Iñigo Urkullu, saluda al candidato del PNV en las elecciones vascas, Imanol Pradales. Vincent West | REUTERS

Los aberzales dicen que, sin ellos en el Ejecutivo, no habrá independencia

01 abr 2024 . Actualizado a las 13:25 h.

A cuatro días, este jueves a medianoche, del inicio de la campaña electoral hacia unas autonómicas insólitas por la posibilidad de que la izquierda aberzale conquiste el hito de erigirse en primera fuerza en el País Vasco tras la dilución de ETA, el PNV y EH Bildu trasladaron ayer al Aberri Eguna («Día de la Patria en vasco») su pulso fratricida, cada vez más acentuado y a distancia de los demás según las encuestas. La cita anual proyectó esa liza con una atenuación de la reivindicación puramente identitaria, en favor del choque sobre la gestión, y con distintas tonalidades en el tradicional mitin de los peneuvistas en la Plaza Nueva de Bilbao y el acto final de sus rivales tras una manifestación en Pamplona. Con los de Arnaldo Otegi aferrados a una estrategia aligerada de estridencias y evitando dar alas a un voto reactivo hacia sus oponentes, el PNV agitó el miedo, ante el riesgo de sorpaso, a la «agenda oculta» de Bildu si llegara a gobernar.

Esta es, por ahora, una hipótesis difícil para Otegi y los suyos, toda vez que solo podría ser producto de un pacto del nacionalismo o de una alianza con los socialistas, cuyo candidato, Eneko Andueza, ha comprometido su palabra a que no hará lendakari a Pello Otxandiano —candidato aberzale— por el déficit democrático que arrastra su partido al no condenar el pasado etarra. Pero a nadie se le escapa la relevante significación política que adquiriría un triunfo de Bildu, y más si este se consuma y a los peneuvistas y el PSE no les dieran las cuentas para reeditar su coalición de gobierno con mayoría absoluta; victoria que no solo imprimiría su sello en el mapa político vasco, sino que también se proyectaría sobre una legislatura española en la que los socios soberanistas de Pedro Sánchez compiten entre ellos (los vascos y Junts con ERC). Este domingo, ante la militancia congregada en el corazón del Casco Viejo bilbaíno, Andoni Ortuzar exprimió una metáfora que ha convertido ya en clásico de los Aberri Eguna: la de su aitite (abuelo) y la vaca que, tras dar leche, le daba una patada al balde derramándola. La vaca, según el símil del presidente del PNV, es la izquierda aberzale y su actitud durante décadas. Esa vaca que ahora, ironizó ayer, opta por «el yogur light» a cuenta de la leche que ordeña el PNV y cuyo giro llevó a Ortuzar a preguntarse si es realmente «sincero». No solo dio a entender que no, sino que llamó a propios y ajenos a una movilización «a tope» en las urnas el 21 de abril por lo mucho que estaría bajo amenaza si Bildu se impone en las urnas.

«¡Tenemos que despertar a la sociedad vasca! ¡Hay que explicar a la gente que nuestro bienestar está en juego! ¡Hay que decirle que todo lo construido se puede echar a perder!», clamó, en una suerte de preludio de su jefe de filas, el renovado candidato a lendakari del partido, Imanol Pradales. Hubo alusiones a la ambición de que el País Vasco sea una nación en Europa, pero la vindicación de «la cadena» histórica del PNV que no se rompe pesó sobre el soberanismo.

Otegi se queda el protagonismo

Tampoco este resonó en Pamplona, donde Otegi copó el protagonismo ante su candidato, un Otxandiano que no tomó la palabra en un mitin que contó con la presencia de cargos de ERC y el BNG. En la capital de la Euskal Herria soñada y con su Alcaldía recobrada gracias al aval de los socialistas, el coordinador general de EH Bildu incidió en que el Gobierno de Sánchez abre una ventana de oportunidad para la asunción de la plurinacionalidad del Estado y defendió que se transite por estaciones intermedias en pos de la república vasca. «No vamos con prisa porque vamos largo», enfatizó. Y remató: «La independencia no llegará si no llegamos antes a los gobiernos».