Una máquina de hacer independentistas, y apoyarlos

ESPAÑA

El candidato a lehendakari del PNV, Imanol Pradales, recibe la felicitación de su mujer este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao
El candidato a lehendakari del PNV, Imanol Pradales, recibe la felicitación de su mujer este domingo en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao Luis Tejido | EFE

21 abr 2024 . Actualizado a las 23:18 h.

Ser nacionalista es un chollo en el país de la coalición. La desinflamación que vende Pedro Sánchez se traduce en los mejores resultados de los soberanistas de su historia. En Cataluña, en el 2021, los separatistas superaron por primera vez el 50 % de votos totales (un 52, para ser exactos). Y la cosa no andará muy lejos dentro de un par de semanas. En Galicia, el BNG, con el respaldo táctico del PSOE, rebasó el 30 % y firma 25 escaños, un tercio del Parlamento. Desde este domingo, el País Vasco coloca a los secesionistas rozando el 68 %. Casi cuatro de cada cinco diputados se autodeclaran independentistas.

Durante la campaña, aburridísima y desmovilizadora, por cierto, el separatismo era el elefante en la habitación. Dice el CIS vasco que el interés por la independencia no para de bajar desde que el lendakari Ibarretxe lanzara el primer desafío a la unidad de España a comienzos de siglo. Su plan se estrelló en las urnas y contra el Estado de derecho sin tener que llegar al 155 ni a los disturbios callejeros de Cataluña.

Pero ese letargo político tiene pinta de haber llegado a su fin. Las políticas de pactos del PSOE han colocado como una pieza más del tablero a Bildu. Da igual que en sus filas vayan cuatro condenados por terrorismo —en las municipales fue peor, eran más de 30. Y en las generales, hasta la portavoz en el Congreso, Mertxe Aizpurua, fue sentenciada por apologeta—. O que su moderno portavoz de gafas impostadas, Pello Otxandiano, sea incapaz de condenar a los asesinos que segaron la vida de más de 800 paisanos. El discurso soberanista ha cambiado de estrategia y ahora opta por copar el poder y condicionar al PSOE en Madrid a cambio de más transferencias, ventajas para los presos y conservar el cupo vasco, el símbolo de la desigualdad entre españoles. Los de Otegi empatan a escaños con el PNV y siguen sumando poder.

Sánchez no tiene más alternativa que seguir cediendo a las exigencias de Bildu —y del PNV— a la espera de lo que ocurra en Cataluña dentro de tres semanas. «Es evidente que vamos a seguir negociando con Bildu», remarcó el líder socialista, el mismo que gobierna en España como segunda fuerza. El PNV resiste el empujón de Bildu. Pradales salva el poder por los pelos. Pero de la lealtad a Sánchez en Madrid dependerá su continuidad en Ajuria Enea.