«Si matas a la orquesta, te cargas la verbena»

EXTRA VOZ

Ana Garcia

Con la llegada del verano se pone en marcha la maquinaria de las verbenas. Miles de gallegos disfrutan de una tradición que tiene  alma de orquesta y ahora se ve amenazada por un futuro incierto con la nueva regulación

28 jun 2015 . Actualizado a las 19:30 h.

No existe un lugar en el mundo donde tantos profesionales vivan del sector de las verbenas. Miles de personas, entre músicos, cantantes y técnicos se dejan cada día la piel en Galicia delante y detrás del escenario para que en cada rincón de la comunidad disfruten de la tradición con más poder de convocatoria: la verbena. La orquesta es el alma de la fiesta y cada año surgen nuevas competencias para convertirse en la formación más cotizada del mercado. 

Pero después de muchas décadas sin parar de crecer, el sector se enfrenta ahora a un futuro incierto, empañado por los nubarrones de una reforma legal y tributaria que hace temblar los pilares del escenario. Esta misma semana se hizo pública la querella del ministerio público contra una de las principales empresas del sector, Representaciones Lito, por un supuesto fraude millonario. La fiscalía habla de varios millones de euros defraudados y desde la empresa aseguran que es «mero afán recaudatorio». Con el hierro candente sobre la mesa, desde la Asociación de Músicos e Cantantes da Verbena Galega (AMúsica) y la  Asociación Galega de Orquestras (AGO) siguen peleando para que se oiga su voz en el diálogo por la mejora del sector. 

«La idea de asociarse para exigir diálogo y mejoras en el sector es tan antigua como la verbena ?explica Alberto Dopico, presidente de AMúsica? pero ahora que las administraciones se interesan por nosotros, por el motivo que sea, queremos hacernos oír. Si este es un punto de inflexión en el que las cosas van a cambiar queremos que se escuche nuestra voz».

Quitarle la verbena a Galicia sería casi como arrancarle a Andalucía el flamenco. «La verbena es patrimonio cultural, motor turístico y factor de concentración de gente. Si te cargas la orquesta matas la verbena, que es la labor del vecino para el vecino: un fenómeno social que tiene un poder de convocatoria que no tienen muchos artistas de primera línea». Ellos mejor que nadie saben que la del artista «es una vida dura, llena de sacrificios. Sacrificas mucha vida familiar y es un aprendizaje constante. El trompetista duerme con la trompeta. Es una profesión que se mueve por la vocación». 

Por eso ahora quieren participar de forma activa en la regularización del sector, que se evite el intrusismo que tanto les perjudica. Quieren diálogo ante lo que califican de una «sangría» por parte de la agencia tributaria. «Entendemos que cada uno tiene que cumplir con sus obligaciones tributarias, pero están arrinconando y humillando a padres de familia y eso hay que pararlo. Exigimos un trato justo. Si hay que regularizar el sector tendrás que hacerlo con diálogo, pero no dinamitándolo. Si la orquesta desaparece nos vamos todos a la cola del paro».

Apuestan por que se mantengan las comisiones de fiestas, que «son el motor de todo. Si no respetamos esa forma de celebrar y de recaudar y estamos encima se acabarán extinguiendo, porque lo que les exigen es una locura». 

Hace unos días en la manifestación que les llevó hasta Santiago para protestar por este tema Manuel Fariña,  presidente de la Asociación Galega de Orquestras (AGO), reconocía que todavía «nadie tiene claro cómo puede resolver la situación», pero apuntaba a que uno de los caminos puede ser que la empresa organizadora del evento en cuestión, es decir, las comisiones de fiestas, se regulen por el régimen de artistas, que está exento de IVA cultural, lo que supondría «una mejora de la situación» de las verbenas y orquestas.

Arturo Sabugueiro, que lleva desde los 12 años siendo cantante y ahora, con 66, debuta en la Royal Orquesta, recordaba también que «la situación de las verbenas lleva siendo la misma desde hace 50 años y que desaparecerán si no se baja el 21 por ciento de IVA cultural». 

Este verano será más caliente para los anteriores para un sector con una normativa obsoleta que aglutina hasta 4.000 profesionales, que muchas veces tienen que compatibilizar su trabajo con otros para poder vivir y que quieren que ya por fin alguien les escuche y les haga caso. «Igual que a cualquier otro sector, como el marisquero».