Santiago Vivanco, un moderno Leonardo en La Rioja 

José Manuel Orriols

SABE BIEN

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Eoeta, filósofo, pintor y abogado; dirige el mayor museo enológico del mundo y asesora a Gobiernos extranjeros en proyectos similares

01 may 2016 . Actualizado a las 09:31 h.

Estudió derecho, filosofía, es pintor y poeta, con ocho libros publicados; pero, sobre todo, es la cuarta generación (con su hermano Rafael) de una familia de bodegueros de La Rioja. Por tanto, lleva el vino en los genes. Su padre, Pedro Vivanco, le recuerda a menudo que «hay que devolver al vino lo que el vino nos ha dado» y tanto Santiago como su hermano Rafael siguen el consejo al pie de la letra. Mientras Rafael trabaja en la bodega, Santiago busca por todo el mundo aquello que nos puede ayudar a entender, como él mismo explica, que «el vino es cultura, con todo lo que ello implica, desde hace más de ocho mil años». Y así llegó a conseguir que en Briones (La Rioja) esté el mejor museo enológico del mundo, según la Unesco, y que su trabajo le otorgase el pasaporte de embajador mundial de la cultura del vino. «Esta es una tierra con nombre de vino (explica Santiago Vivanco) donde la cultura de esta bebida está enraizada hasta lo más hondo  y donde sus paisajes llenos de viñedos hablan de vino. Su gente, sus fiestas, su gastronomía, arquitectura, arte y forma de vivir se basan en gran medida en el vino. Así que sería muy difícil no dedicarme a lo que mis bisabuelos, abuelos y padres amaban y aman y saben hacer mejor».

Santiago asegura que, pese a haber hecho estudios para cambiar de rumbo, no se ha arrepentido nunca de su decisión de continuar la saga familiar. «Hay, como en todo, momentos buenos y menos buenos; pero de mi padre he aprendido a luchar y tirar para adelante en cualquier circunstancia. Hicimos el museo que soñábamos, pero no pretendíamos ser los mejores. El premio y los reconocimientos llegaron posteriormente», apunta.

El sueño de aquel coleccionista apasionado que era su padre  se hizo  realidad gracias al trabajo de Santiago, aunque él se reste méritos. «Estuve en el momento y lugar adecuado y en el de más éxito empresarial. Todo lo que ha sucedido y sucede es una muestra de que algo hemos hecho bien, por lo que nos sentimos muy orgullosos, aunque no nos quita los pies de la viña».

Las civilizaciones del vino

Una vez conseguido el museo del vino de Briones vinieron las llamadas de organizaciones, bodegueros y administraciones públicas extranjeras, que querían hacer algo similar «Estoy asesorando al alcalde de Burdeos. Alain Juppé, que se quedó asombrado por nuestro museo y fundación, y me nombró, hace ya dos años, miembro del consejo de administración de la Fundación de las Civilizaciones del Vino. Este 31 de mayo inaugura la Ciudad del Vino. También colaboro con el gobierno de Georgia, cuna del vino, que anhela  tener un museo donde explicar su origen en época neolítica. Nació allí, pero se extendió por todo el mundo». 

Además, Santiago transmite su experiencia a muchos museos de España y Portugal. Y también americanos, en Argentina, México o Chile, «donde, apunta, estoy en contacto y colaborando de una u otra forma».

El eje vertebrador

«La época más bonita de mi vida fueron los  siete años de diseño y creación del Museo de la Cultura del Vino. Era pura creatividad. Veías como el sueño se materializaba y tomaba cuerpo. Para conseguir las piezas con que enriquecer el museo, más artísticas y arqueológicas, que diesen esa dimensión cultural y global, recorrí medio mundo. Anticuarios, galerías, casas de subastas y un sinfín de mercadillos de las más diversas ciudades. Ese proceso de búsqueda, que todavía continúa, fue sumamente enriquecedor y gratificante». Así descubrió y ahondó en el conocimiento de la cultura que hay tras esta milenaria bebida. «También, advierte, fue enriquecedora la presidencia de la ACTE, una asociación sin ánimo de lucro fundada por el Consejo de Europa y la Unión Europea para desarrollar las zonas rurales a través del turismo. Y como eje vertebrador de Europa eligieron el vino. Entonces gestioné las rutas del continente. Se crearon políticas e instituciones nacionales para difundirlo como motor turístico». Así pudo conocer muchas zonas vinícolas, sus gentes y tradiciones.

Patrimonio en peligro

Pero cree que todavía queda mucho por hacer. «Estamos todavía en una fase incipiente. Hay que potenciar la investigación de las diferentes vertientes que integran la cultura del vino». Santiago recuerda que faltan estudios serios sobre su origen, historia, antropología, el arte inspirado en el vino, su carácter religioso y simbólico y  su diversidad, «pues existen miles de variedades de Vitis Vinífera y solo estamos trabajando para la elaboración de vino con 300 a nivel mundial». Y lamenta que se esté perdiendo un gran patrimonio. «Lo que más me preocupa es que no hemos sabido difundirla a las nuevas generaciones y que las grandes instituciones mundiales no la respetan. Yo presenté en la sede de la Unesco en París, hace 4 años, la candidatura como patrimonio inmaterial de la humanidad y fue totalmente rechazada por las grandes presiones de los lobbies antialcohol, principalmente situados en los países del norte de Europa y América». «Es muy triste ver, añade  Santiago Vivanco, como todo se reduce a que contiene alcohol y es perjudicial para la salud, con lo que no estoy de acuerdo.  Las administraciones españolas no creo que estén a la altura en sensibilidad y ayuda a esta bebida tan nuestra. Nosotros mismos hemos recibido más indiferencia y rechazo que apoyo. En La Rioja tenemos una excavación arqueológica en Tudelilla, un cerro donde durante más de 2000 años ininterrumpidos se ha cultivado y elaborado vino. Desde la época romana hasta la actual, pasando por la visigoda, musulmana, medieval y moderna; a través de una granja y bodega cisterciense. Llevamos catorce años financiándola solos, sin ningún tipo de apoyo público».