«En nuestros vinos la galleguidad es inequívoca»

José M. Orriols

SABE BIEN

terras gauda

José María Fonseca decidió en 1.989 dar un cambio radical a su vida. «En el INEM -explica- se hacían diversos cursos de formación. Impartía las clases un amigo mío y el fue el que me aportó más conocimientos sobre el vino».

02 oct 2016 . Actualizado a las 05:25 h.

Y así comenzó todo. Tenía fe en el potencial de los blancos gallegos y en especial los de la zona del Rosal. «Me propuse dar un paso adelante para hacer una viticultura como Dios manda y busqué a familiares y amigos para formar una sociedad que se llamó Viñedos do Rosal».

-No sería tarea fácil convencer a los socios.

-Tampoco fue tan difícil. Razoné con ellos las posibilidades que veía en los blancos gallegos, les di mis argumentos, confiaron en mí y me puse manos a la obra. Tuvimos unos años muy duros, lo que generaba cierta incertidumbre, pero yo les decía que no preguntaran, que tuvieran paciencia, que bebieran mucho vino, pusieran el dinero necesario y tuvieran fe. Lo cumplieron a rajatabla y, gracias a que lo más importante que tiene esta empresa es la calidad humana de socios y trabajadores, nació Terras Gauda, algo de lo que hoy todos estamos muy orgullosos. La fe y la constancia se vieron así recompensadas para la satisfacción de todos.

-Siempre dice que son gallegos por encima de todo.

-Somos una empresa gallega de los pies a la cabeza, por tanto españoles y europeos, con vocación universal. La galleguidad de nuestros productos es inequívoca. Estamos asentados en Galicia, buscamos la singularidad de los vinos gallegos y que tengan una fidelidad total a la tierra.

-¿En las dificultades iniciales tuvo mucho que ver el minifundio?

-Por supuesto. Reunir plantaciones pequeñas para hacer una grande que pueda ser rentable para poder trabajarla con medios modernos es una tarea realmente complicada. Pero, sobre todo, por el minifundio mental, que es mucho peor. De todas formas, con tesón y constancia todo se consigue y así trazamos unas líneas de trabajo con las premisas de a dónde íbamos, qué buscábamos, cómo hacer ese camino y qué medios necesitábamos para llegar al objetivo marcado. Funcionó y aquí estamos.

-En muy pocos años y tres patentes a nivel nacional. ¿La investigación es prioritaria en Terras Gauda?

-Desde luego. Es imprescindible. Tenemos la variedad Albariño, conocida y prestigiada en todo el mundo. Una uva singular con un potencial aromático extraordinario, y tenemos que defenderla y cuidarla. Había y hay que buscar las soluciones para que sea más resistente, para que sea aún mejor, para que nada le haga perder sus cualidades. Le voy a contar una anécdota. Yo estaba de viaje en Francia y pasé por un vivero de plantas y mi sorpresa fue que había un cartel que decía «albariño procedente de Terras Gauda». Aquello fue algo que no puede olvidar, que lo cuento siempre y de lo que me siento muy orgulloso. En nuestra labor de investigación trabajamos con las universidades de Vigo y A Coruña, además de tener una muy estrecha colaboración con el CSIC a través de Carmen Martínez, responsable de viticultura y enología. A través de ellos conseguimos esas patentes. La de selección clonal, selección de levaduras, nanoproteinas y el proyecto europeo Foodie sobre agricultura de precisión. No podemos mandar en la climatología, ni conseguir una cosecha mejor que otra, pero si hacer trabajos de investigación para que nuestros vinos sean reconocibles porque ya de por si tienen el plus de la singularidad y personalidad. Lo que si podemos es mandar en las fincas y en la bodega para elaborar los mejores vinos blancos del mundo.

-Y entre estos planes de I+D+I ahora tienen en marcha el Biovervit

-Este es un proyecto novedoso de agricultura sostenible que ya se empleó en otros cultivos, pero que nosotros aplicamos por primera vez a la viticultura. Lo que hacemos es devolverle a la tierra lo que primeramente nos ha dado, o por lo menos, algo. Explicado muy brevemente. Consiste en añadirle al bagazo lombrices que se alimentan de él y lo descomponen. Después lo echamos en forma de abono a las plantas o también como tratamiento de algunas plagas. Los resultados por ahora son muy halagüeños y en estos dos años de investigación hemos comprobado que añade más defensas a los ataques de microorganismos y protegen la vid. Desde luego vamos a seguir en esta línea.