«Buscamos la euforia perpetua pero la tristeza es algo necesario»

Beatriz Pérez

EXTRAVOZ OK

JAIME ABASCAL

Walter Riso habla de su nuevo libro

17 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La felicidad, según Walter Riso, es «la mezcla de tres tipos de vida. Primero: la vida hedonista, que tiene que ver con el placer cotidiano. Por ejemplo, hacer el amor, comer chocolate, beber cava, dormir la siesta?. Segundo: la vida autorrealizada. Por ejemplo, ser capaz de ejercer tu vocación. Tercero: una vida con significado, ya sea porque eres creyente o porque tienes un interés que le dé sentido, como ayudar a los otros. Cuando se tienen estos tres tipos de vida juntos decimos que esa persona tiene un fuerte potencial para la felicidad, que por cierto está de moda en la postmodernidad».

-¿Qué quiere decir esto último?

-Pues que está en boca de todos, constantemente se publican libros que hablan de ella. Y si no eres feliz, estás out. Buscamos una euforia perpetua y alejamos la tristeza, que es una emoción biológica, algo necesario. La tristeza hace que se lentifiquen tu software y sistema metabólico para que puedas auto-observarte, recuperar energía y resolver los problemas de una manera mejor. Lo que estamos pretendiendo en la vida real es una felicidad sin tristeza, y eso es un error. Lo que sí hay que sacar de uno es la depresión, porque esta te hunde, afecta a todas tus áreas, dura como mínimo seis meses, es autodestructiva, te aísla? Pero la tristeza dura solo unas semanas y no produce ninguna de estas cosas. El problema es que hemos creado una intolerancia a la incomodidad. Queremos una felicidad perfecta.

-Dice usted que las personas podemos ser víctimas de los llamados «mandatos irracionales perfeccionistas». ¿Qué son?

-Son chips que te meten en la cabeza para que creas que puedes alcanzar la perfección, lo cual es mentira, porque no existe. El buscar la perfección solo causa sufrimiento.

-En su libro usted propone 10 premisas liberadoras para ser escandalosamente feliz. ¿Cómo ha llegado a ellas?

-Las he ido recopilando a través de mi experiencia clínica y de la universidad, pues soy docente en universidades de Latinoamérica y España. Elegí estas diez ?hay más-porque son las más frecuentes y las que más chocan con lo que nos han enseñado. Por eso digo que el mío es un libro de desobediencia emocional: creo que la salida para sentirse bien no es aprender, sino desaprender. Cada premisa se opone a esas cosas tontas que siempre nos han dicho que nos harían feliz, como por ejemplo: «Si quieres ser perfecto, compárate».

-Otra de las premisas que menciona es: «Las personas normales dudan y se contradicen». ¿Vivimos en una sociedad que sanciona la duda y la contradicción?

-No me cabe ninguna duda de que sancionamos la duda. Estigmatizamos el error. La inseguridad está mal vista y nos vamos al otro extremo. Es verdad que hay dudas tontas que te inmovilizan, pero hay otras muchas que te movilizan, que te llevan a curiosear el mundo, a investigar. Yo digo que tengo tres derechos básicos: el derecho a cambiar de opinión, el derecho a no tomar partido y el derecho a decir «no sé». Es algo absolutamente liberador.

-También dice usted que vivimos en una cultura obsesionada con los ganadores. ¿Cómo luchar contra ella?

-Aprendiendo a perder. Ejerciendo el derecho al fracaso, a ser débil. Nos gustan los ganadores, ¿por qué? Nunca sale en la primera página un buen perdedor, solo salen los que levantan el trofeo. Otra premisa: «Maltratarte porque no eres como deberías ser es acabar con tu potencial humano».

-¿Uno siempre se debate entre lo que es y lo que le gustaría ser?

-Ciertamente siempre hay una discrepancia entre el yo real y el yo ideal. Si esa discrepancia es muy grande, te deprimirás. He visto pacientes deprimirse porque no tienen seis tabletas de músculos en vez de cuatro. Debemos buscar lo posible.

-¿Es posible realmente ser escandalosamente feliz?

-Sí, claro, pero solo cuando decides asumirte con tu propia imperfección. Hay una corriente filosófica estética japonesa que se llama kintsukuroi, que establece que no hay que tirar las cosas simplemente porque se rompan. Son objetos rotos, imperfectos. Ellos los restauran y los pegan con polvos de oro. Incorporan la imperfección al objeto y lo hacen más bello. Se vuelven objetos más valiosos de lo que lo eran antes.

-Usted ya publicó otros libros como «El derecho a decir no», «Desapegarse sin anestesia» o «Amar o depender». ¿Este es una continuación?

-No. Yo tengo dos tipos de libros: unos dedicados al amor y otros dedicados a otros temas, como este. Cuando empecé a hacer consulta me sorprendió que la mayoría de mis pacientes llegaran porque tenían problemas amorosos. Empecé a investigar el tema y me di cuenta de que el amor, como nos lo habían vendido en la sociedad, es absolutamente enfermizo. Tengo 10 libros básicos sobre el amor y ya he escrito nueve. El último será sobre el duelo afectivo, sobre los ex.

-Está de moda beber té verde, hacer yoga y dietas depurativas, buscar el interior de uno mismo. ¿Vivimos una época de cierto materialismo espiritual?

-Sí. También está de moda la comida orgánica, que es más cara. La moda de la nueva era ha convertido la trascendencia en una manera de sobrevivir que a veces se vuelve mecánica y poco auténtica. Todo el mundo pide té verde, cierto. Es una moda más, una tendencia. Las personas más extraordinarias son las auténticas, las que no siguen modas.