Los neurotransmisores ya tienen su «coach»

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Desde su gimnasio de Betanzos, el preparador físico Carlos Edreira trata a decenas de enfermos de dolencias neurológicas, como el párkinson o la fibromialgia, que experimentan una mejoría notable ?algunos incluso hablan de «milagros»? gracias a una terapia que combina el ejercicio físico con la motivación mental

20 nov 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

Cuando los clientes de Carlos Edreira hablan de él parece que en lugar de a un preparador físico definen a un santo. «Carlos fai milagros coa xente», «Carlos tiene un don especial», «Carlos é un campeón», «Fun a primeira enferma de párkinson e Carlos sanoume». Desde su gimnasio de Betanzos, este profesional con más de treinta años de experiencia trabaja desde hace una década con personas que sufren dolencias neurológicas combinando técnicas de pilates con grandes dosis de psicología.

«Sobre todo tiene que creer la persona, si no, no vale de nada. El 40 % es físico y el 60 % psicológico», explica Edreira, que ahora está tratando, entre sesiones en el centro deportivo y domicilios, a en torno a 60 personas y reconoce que apenas tiene capacidad para atender a nadie más. «Si hay hueco puedes coger a una o dos personas», pero no todo el mundo vale, advierte. «La verdad es que tengo que ver que esa persona es válida para lo que quiero, porque hay gente que ya está entregada a la enfermedad», agrega.

En un estado más o menos así se encontraba María Liste Becerra cuando acudió por primera vez al gimnasio de Edreira. Esta mujer de 74 años, diagnosticada de párkinson hace seis, no podía siquiera caminar sola y estaba «cansada de facer masaxes» sin experimentar mejoras. La mañana en que visitó el gimnasio se dirigía desanimada hacia la salida cuando se encontró con Carlos. «Díxome: ‘María, vénte. Ti durante un mes vés gratis. Se non me encontras melloría, non me pagas’”. Aos quince días xa me encontrei mellor e xa lle paguei». De eso han pasado tres años.

Además de las técnicas de pilates, que Edreira ha denominado Ansa, en honor de sus hijas Ana y Sara, la terapia incluye también yoga y taichí para trabajar la elasticidad, la coordinación, el equilibrio y fortalecer la musculatura.

«Puede hacerlo gente de cualquier edad, porque son ejercicios rectilíneos que no dañan nada», indica el preparador. Sus clientes de estos años tienen, de hecho, un perfil muy diverso y van desde niños a personas que superan los 80 años. «Tienes de todo porque es una gimnasia terapéutica», añade el entrenador, quien precisa que los enfermos que trata llegan tanto de la zona de A Coruña como de otros puntos de Galicia y, puntualmente, de otras comunidades. «Ahora vienen médicos desde Alicante para que los trate», apunta.

Con el mismo entusiasmo que transmiten sus pacientes, Edreira asegura que su interés por ayudar a personas con problemas de movilidad y dolencias neurológicas, gente que él veía postrada, viene desde siempre. «Pensé que había que desarrollar unas técnicas alternativas y fui desarrollando el pilates y aplicando la experiencia que he ido acumulando con los años como preparador, como masajista, como deportista. Su objetivo era actuar sobre los neurotransmisores, lograr que volviesen a responder. «La idea era buscar algo que haga que si les das una orden reaccionen. Poco a poco fui descubriendo cosas que sí funcionaban, como cuando a un perro le dices ‘sit’ y se sienta».

También funciona con mucha eficacia la técnica que Edreira emplea con los enfermos de párkinson para ayudarlos a romper sus barreras de movilidad. Así lo cuenta María Liste: «Móvome moito mellor e cando me da de bloquearme, boto o mono. Carlos dinos que temos un mono que nos tira sempre para atrás e nos bloquea, e temos que sacalo fóra». Aunque su tono alegre y entusiasta parece desmentirlo, además del párkinson, esta septuagenario ha tenido que afrontar en los últimos meses un golpe especialmente duro que también el preparador la ha ayudado a afrontar. «Desde que morreu o meu neno...», empieza a contar. Luego habla de lo temprano que se despierta, de las vueltas que da la cabeza y, una vez más, de lo agradecida que está a Edreira, a cuyo gimnasio acude todos los días junto a otros enfermos. «Carlos espabílame, estou encantada da vida con el. Danos moitas forzas para vivir», añade María Liste, quien subraya además el papel que tiene el grupo para los resultados de la terapia. «A esta tropa que estamos aquí teño que vela todos os días», subraya.

Esa «tropa», como ella la llama, se ha convertido también en un grupo en el que los pacientes intercambian risas y bromas, pero también frustraciones y miedos, lo que contribuye de forma determinante a que los afronten y traten de superarlos. De esa «tropa» forma parte también Adelina, a quien la risa de Edreira le resulta ya sanadora. «Vai para un ano que veño e aquí sempre estou contenta. Antes estaba mal: a dor da rodilla... agora dóeme moito menos; tiña depresión e agora xa non teño; andaba moi doblada...». Rita, compañera del mismo grupo, de 68 años y con párkinson, llegó a necesitar incluso silla de ruedas. «Non podía nin andar, caíame, bloqueábame... E agora estou moi ben, moi ben. Carlos é un campeón».

Un paciente especial

Entre todos sus pacientes, Edreira recuerda siempre a Manuel. «Manuel sigue andando y hace tres años estaba en una cama. Ahora hace una vida independiente», añade. Manuel Varela Rodríguez, de 61 años, es biólogo e investigador del Centro Oceanográfico de A Coruña, donde tuvo que aparcar su trabajo cuando en el año 2013 le confirmaron que tenía párkinson. «Yo era el candidato perfecto para estar tumbado en una cama o en una silla de ruedas», recuerda en un informe que él mismo elaboró para explicar el método de Edreira con los enfermos de párkinson.

«En las sesiones de pilates se utilizan siempre para la realización de los ejercicios órdenes contundentes, claras y precisas: ¡Arriba!, ¡abajo!, ¡derecha!, ¡izquierda!, ¡adelante!, ¡atrás!». Con esto [...] se induce el desarrollo de una brújula cerebral, que sitúa espacialmente al individuo en el entorno en el que se encuentra», relata Varela sobre la parte física de la terapia, que se combina con la conversación «terapéutica» que el investigador describe así: «Se conversa mucho sobre todos los temas, tanto importantes como banales, afrontándolo todo desde un punto de vista positivo, sin excluir indirectas y, en ocasiones, directas insinuaciones de índole sexual».

Varela habla también del funcionamiento del cerebro, de sus capas reptiliana, mamífera y del neocórtex, pero en medio de sus explicaciones científicas, vuelve a surgir la clave fundamental de la terapia de Edreira, que sigue siendo la misma que apuntan María, Adelina y Rita: «Él tiene un don, una habilidad, una facultad innata, imposible de aprender en una escuela, colegio o universidad. Él es capaz de penetrar en el alma humana de una manera exquisita, profunda y suavemente, sin brusquedad, y hacer que se sienta bien, feliz. Él es para todos nosotros, sus amigos heridos, un regalo del cielo».