¿Cómo andamos de salud sexual?

Nerea Recarey / J.F.

EXTRAVOZ OK

Álvaro Ballesteros

Un estudio asegura que los gallegos son los que más curiosidad muestran, aunque mucho se queda en el terreno del deseo: son de los que menos relaciones tienen. Hablamos con expertos y con jóvenes

21 ago 2016 . Actualizado a las 09:36 h.

A menudo se hacen públicos datos de encuestas que estudian cuáles son los métodos anticonceptivos más usados por los jóvenes en sus relaciones sexuales o el nivel de conocimiento que tienen de ellos, pero? ¿cómo son esas relaciones? Está claro que el sexo juega un papel importante en la juventud, como demuestra el último barómetro de Control, un estudio sociológico centrado en la investigación del comportamiento sexual de los jóvenes españoles. Para ello han realizado una encuesta vía online con una muestra de 2.000 personas, mujeres y hombres, de entre 18 y 35 años y con presencia muestral en todas las comunidades autónomas. Algunas de las preguntas que se plantearon fueron, entre otras, si suelen tener fantasías sexuales o cuáles son sus posturas preferidas.

La conclusión que ha llamado la atención con respecto a los datos de nuestra comunidad ha sido que la vida sexual de los jóvenes gallegos es, principalmente, monótona. El 83 % desea probar «cosas nuevas» en la cama y la media de relaciones sexuales al año está en 88, aunque querrían que aumentaran hasta 223, dato que los sitúa en los primeros en un ránking de deseo sexual. Pero, mientras que los jóvenes de La Rioja son los que más relaciones tienen, los de Galicia quedan entre los que menos.

La curiosidad

Aunque sea una muestra bastante pequeña a nivel nacional, resulta un estudio interesante, según los expertos, porque ayuda a descubrir las curiosidades que surgen entre este sector de la población y es un método para evaluar el nivel de educación sexual. Se podría decir que es un punto a favor para que sexólogos y psicólogos conozcan las necesidades y dificultades que pueden tener los jóvenes pero al analizar el estudio surgen contradicciones. Eso sí, el especialista Mikel Resa, vicepresidente de la Asociación Estatal de Profesionales de Sexología, cree que los datos publicados en los estudios de este tipo crean «una presión social». Al final se entra en una competición donde se marcan unas metas, se hace un ránking y se definen unos comportamientos que se juzgan como los mejores o los peores. «Si estos estudios nos dicen que la media está en cuatro o cinco relaciones a la semana, ¿qué pasa si yo tengo dos? Nos están creando un problema donde realmente no lo hay. Los estudios hay que cogerlos solo como datos. No deben decir cómo deben portarse los jóvenes», explica Resa.

Y es que no puede obviarse que, para muchos, lo mejor de la sexualidad es la diversidad y que estudios como este pueden hacer que la gente quiera sumarse a las mayorías, a cumplir con unos hábitos sexuales que ya han sido asumidos por otros. Noa Tilde, Psicóloga y Coordinadora de los centros Quérote en Galicia, cree que estos resultados son señal de que hace falta poner en marcha más campañas para conseguir que los jóvenes hablen de sexo con libertad y conocimiento. El estudio ha demostrado que existen unas carencias cuando describen sus hábitos sexuales y Tilde culpa de ello a los modelos que los jóvenes han seguido como referentes.

Los ejemplos que llegan a los jóvenes suelen ser de por sí rutinarios. Las series, películas, vídeos de Internet o cualquier otro ejemplo en el que se represente el modelo sexual por lo general va a optar por ser coital. «Cuando eres joven una de las cosas que buscas es normalizar. No quieres ser el raro o la rara. Entonces a veces tienen comportamientos que ellos consideran que son los normales para intentar no destacar pero luego surgen las necesidades en las que realmente querrían experimentar con cosas diferentes», aclara Noa.

La mayoría de los jóvenes no suele hablar de sexo de forma natural y resulta difícil que consulten sus curiosidades o dificultades al resto. Estas necesidades llegan a la consulta de Noa en forma de otras dudas. «Por ejemplo, la falta de deseo, aunque se exprese así, suele ser más bien una carencia erótica que se da frecuentemente cuando la actividad sexual es placentera para una parte de la pareja y no para la otra», apunta.

Si se lleva una vida sexual marcada por un patrón establecido inevitablemente aparecen limitaciones. «Todo lo que se nos plantee de una forma estandarizada o generalizada nos limita de alguna manera. No nos deja expresarnos como queremos. La sexualidad o afectuosidad son campos en los que uno se construye, desarrolla o busca sus espacios y si todos y todas intentamos encajar en él sí que nos condiciona», opina Noa. Y de una manera u otra, la forma en la que hemos vivido nuestra sexualidad afecta a cómo somos hoy.

Sexo y platos combinados

Lo que está claro, recalcan los especialistas, es que en esta materia de nada sirve hacer un decálogo de consejos o dar recetas. Ante la monotonía sexual lo más importante es analizar cómo es esa rutina de la que hablamos. Para entenderlo mejor, Mikel Resa compara esa rutina con la comida: «Es como los platos combinados, tenemos para escoger desde el más sencillo hasta el más completo. En pareja podemos realizar nuestros platos con lo que queramos. Pero no se puede pasar del todo al nada. Hay que plantearse cuál es el nivel de satisfacción y en ese momento elegir el plato que nos apetezca». Lo fundamental es explorar cuáles son los deseos de cada persona porque no todos los ingredientes gustan por igual. La sexualidad y la erótica son temas personales, lo que uno disfrute no tiene por qué coincidir con la forma en la que disfrute el sexo el resto.

El estudio recoge que para los jóvenes tener relaciones con la pareja de un amigo, con alguien del mismo sexo o grabar una escena porno serían maneras de romper con la rutina. Sin embargo, los expertos tratan de aportar otra alternativa que modificaría la concepción de las relaciones eróticas entre los jóvenes. El modelo coital que han tomado como referente surgió cuando todo giraba en torno a la reproducción. Aunque más tarde se centró en el placer, se sigue manteniendo la misma práctica erótica, donde los genitales son los protagonistas y el objetivo es la penetración. Según Mikel Resa y Noa Tilde, de esa importancia por los genitales surgen las preocupaciones por el tamaño o la frecuencia. Y mientras tanto, los sentidos quedan a un lado. «Los jóvenes se aburren con sus prácticas sexuales pero lo que se les oferta es solo que jueguen con sus genitales. Y no quiero decir que no tiene que haber penetración sino que dentro de las relaciones eróticas hay muchas variaciones y muy amplias. Y cada uno debe buscar la que más le guste», aclara Mikel. En el momento que se da rienda suelta a los sentidos surgen nuevas alternativas.

Al hablar de probar cosas nuevas otro tema que se trata en el estudio es el de las fantasías sexuales, que siguen siendo un tema tabú entre la juventud. Se cree que es un terreno oscuro y que fomentarlo y hablar de ello no es algo natural. No se debe confundir deseo con fantasía. Las fantasías no tienen consecuencias ni límites, queda entre uno mismo y su imaginación. En el momento que se dice que uno quiere cumplir algo hablamos de deseos. Eso sí, tanto las fantasías como los deseos son de gran ayuda para la estimulación. Aunque los jóvenes aún sean reacios a hablar de ello.

En cuanto a los juguetes sexuales como herramienta para innovar tanto el estudio como los expertos coinciden en que su uso no es tan frecuente en los jóvenes como en adultos pero principalmente por una cuestión económica.

Sexo por internet

Si las relaciones sociales han cambiado con las tecnologías e Internet, las relaciones sexuales no se han quedado atrás. Incluso ya no se liga como antes. Una de las dificultades que tienen estas relaciones es que por lo general están mal vistas ante los demás. Pero tampoco hay que escandalizarse, hay personas que lo hacen con conciencia y consentimiento. Noa y Mikel coinciden en que es importante tener en cuenta los riesgos de ese comportamiento, que a veces se escapa. Sobre todo en el caso de los menores de edad. Pero ante estas relaciones se aconseja por una parte no criminalizar lo que se hace por la red porque no está mal si se hace de una manera autónoma, libre y segura. Y por otro lado tener en cuenta que existen personas menores que no lo están haciendo con la misma seguridad y deben estar seguros de quién está detrás de la cámara.

Las relaciones por Internet no tienen por qué sustituir el contacto físico. Fomentar los dos tipos de relaciones y combinarlas de una manera responsable sería lo ideal para las relaciones en pareja.

Javier, coruñés de 22 años, cree que el estudio de Control se equivoca. Para él el nivel de relaciones sexuales de los jóvenes es aceptable y no cree que su vida sexual sea monótona. Además, opina que la creatividad gira en torno al momento en el que se encuentre la pareja y la disposición por probar cosas nuevas.

Por otra parte, Marta es de las que piensan que todo varía según las personas. Ha vivido etapas en las que se ha sentido satisfecha y otras en las que no. Tiene claro que si se acuesta con un chico que no quiere «innovar» es por egoísmo: «El sexo tiene que ser divertido y si solo pruebas posturas como el misionero es como hacer nada. A veces no sientes mucho con esa postura y si los chicos solo quieren esa postura es porque buscan un orgasmo y nada más».

Al final, se ha llegado a un punto en el que la sociedad ha marcado como objetivo que los jóvenes estén sobreexcitados pero a la par se les niega la posibilidad de conocer a fondo la sexualidad.

Y si no existe una educación sexual real implantada en la sociedad los jóvenes no conseguirán hablar del tema con coherencia. Y a pesar de los pequeños avances en los últimos años, la educación sexual, como apuntan Mikel Resa y Noa Tilde, sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra comunidad.