Llega el invierno, ojo a las ruedas

MOTOR ON

Aparecen las primeras lluvias y se multiplican los accidentes. Gran parte de ellos están provocados por las malas condiciones de mantenimiento del coche y especialmente de los neumáticos, una pieza clave que es la encargada de mantener el automóvil sobre la carretera. La vida depende de una pequeña franja de caucho.

13 nov 2016 . Actualizado a las 18:50 h.

Los neumáticos son elementos sometidos a desgaste, por eso hay que controlar el mismo. Al desgastarse la banda de rodadura, disminuye la profundidad de los canales que tienen que evacuar el agua del asfalto cuando circulamos sobre mojado y se propicia el aquaplaning, un fenómeno muy frecuente en Galicia que provoca que el neumático se levante unos milímetros del suelo, con lo que el conductor pierde la dirección y el vehículo queda sin control. Conviene no apurar esa banda de rodadura hasta el mínimo permitido que es de 1,6 milímetros. Lo prudente es cambiarlos mucho antes.

El otro mantenimiento imprescindible es el control de la presión. Si no se hace, el neumático tiende a perder presión y circular con un neumático bajo de aire provoca que en los apoyos en curvas el flanco del neumático se deforme y facilita la pérdida de adherencia, con efectos parecidos a los del aquaplaning, quedarnos sin control del coche. Además, un neumático desinflado también facilita el propio aquaplaning, es más proclive al pinchazo y aumenta el consumo del coche.

A la hora de comprar neumáticos no hay que escatimar en el precio. Actualmente hay canales de comercialización de dudosa procedencia, incluso de neumáticos usados, o gomas que no están homologadas en los mercados europeos. Hay que saber qué neumático es el más adecuado para nuestro coche, fijándose en las medidas, en las velocidades y los pesos para los que están homologados. En la infografía adjunta se puede comprobar que el flanco de los neumáticos nos da toda esa información. Es importante no rodar con neumáticos que no soportan la velocidad o el peso de nuestro coche, según las escalas que se indican. En caso de no sustituir los cuatro, es imprescindible hacerlo al menos de dos en dos, siempre en el mismo eje, para que se iguale el desgaste de cada rueda.

Atención al perfil, ese coeficiente que sale de dividir el ancho de la banda de rodadura por la altura del flanco y que es la segunda cifra que leemos en las medidas del neumático. Un perfil más bajo hace el coche más duro, mejora las sensaciones de estabilidad en el paso por curva, pero a cambio resulta menos cómodo sobre asfaltos bacheados, ya que apenas filtra las irregularidades. Es también más proclive al pinchazo o a la mordida del neumáticos en baches y aceras.

A la hora de comprar hay que huir de gangas. Además de las primeras marcas que todos conocemos, hay segundas y terceras marcas que ofrecen garantía y además son más asequibles. Por cierto, de nada vale llevar neumáticos nuevos con amortiguadores gastados.

Neumáticos de invierno

Se habla mucho de ellos y cada día son más los modelos que los montan de origen. Unas laminillas en su banda de rodadura facilitan el agarre en condiciones de nieve, por lo que pueden evitar el uso de cadenas. En Galicia el invierno no es demasiado duro en cuanto a nevadas, pero para aquellos que vivan o se desplacen por la montaña de Lugo y Ourense son una opción aconsejable. Su uso no tiene que restringirse al invierno. Se recomienda usarlos en temporada, pero pueden emplearse todo el año sin un desgaste mucho mayor que los convencionales.

¿Cuánto puede durar un neumático? Los de más prestaciones suelen tener una vida menor, no solo por su compuesto de goma sino porque la potencia de los coches los someten a cargas más duras. También hay que tener en cuenta que los coches diésel desgastan más que los de gasolina en el eje tractor, por tener un par motor más fuerte en las arrancadas. La otra variable es la del conductor. Los de pie derecho más pesado gastarán antes el neumático.

Incluso con los neumáticos nuevos, los coches necesitan más metros a la hora de frenar en mojado. Por eso hay que cuidar la velocidad y, sobre todo, la distancia a la que circulamos respecto al coche de delante. Además hay que ser previsores a la hora de efectuar frenadas, reducciones o cambios de dirección en mojado. Para eso hay que anticiparse a las maniobras, frenar antes y más progresivamente y manejar el volante con mucha suavidad. Nada de frenazos ni volantazos.

Al margen de los neumáticos, el invierno, nos obliga a revisar otras partes del coche. Las baterías sufren más con el frío y también son elementos que necesitan sustituirse cada pocos años. Es mejor hacerlo en estos meses para no quedarnos tirados en cualquier momento.

También con el cambio de hora y los días más cortos hay que revisar las luces. El 30% de los automóviles con más de diez años circulan con alguna luz fundida, generalmente en los pilotos traseros. Una vuelta alrededor del coche es suficiente para que nos demos cuenta.

Hay un último elemento precario en invierno, el de la visibilidad. Las escobillas son otro de los elementos que hay que cambiar en esta época, tras un verano que resecó sus gomas. Con lluvia lo agradeceremos. Y después de las escobillas, hay que armarse de bayeta y líquido limpiacristales para darle un repaso a todas las lunas del coche y así evitar el empañamiento.