Algo más que pedales

MOTOR ON

Desplazarse en bicicleta es rápido, barato, saludable y respetuoso con el medio ambiente. Cuatro ingredientes que suenan a futuro

13 nov 2016 . Actualizado a las 18:59 h.

Cuesta poco aventurarse e imaginar cómo llegará a ser el transporte en el futuro. Quizá a medio o largo plazo cada familia disponga de una mini nave espacial para moverse, como en aquellos geniales dibujos de Hanna Barbera, Los Supersónicos. Sin embargo, con los pies en la tierra, tenemos que conformarnos con pensar el futuro a corto plazo. Y ahí, junto a un transporte público más eficaz, aparece la bicicleta como la gran esperanza para evolucionar la forma en la que nos desplazamos por el espacio urbano. Sobre todo en los trayectos cortos, esos que se realizan a diario y generalmente varias veces al día: para acudir al trabajo, para ir a recoger a los niños a la escuela, llevarlos al entrenamiento o salir a cenar. A pesar de que en España la mayoría continúa asociando el dar pedales con el deporte, y no como un método de transporte (al contrario de lo que sucede en gran parte de Europa), lo cierto es que cada vez son más los que acaban abrazando las dos ruedas como la mejor manera de trasladarse de A a B: es rápido, es barato, no contamina, se aparca fácil y es saludable. Sin embargo, continúa entrañando cierto peligro debido a la poca conciencia de conductores y a las deficientes carreteras.

Sector en crecimiento

El de la bicicleta es uno de los pocos sectores que ha crecido durante la crisis. Según un estudio de la AMBE (Asociación de marcas y bicicletas de España), la facturación superó en el 2015 los 946 millones de euros. Y en este sector al alza destaca la sensacional tendencia que suponen las bicicletas eléctricas. En términos absolutos continúan representando un porcentaje casi ridículo (2,23%) del total del ventas (la gran reina sigue siendo la mountain bike), pero en el último año la combinación de pedales y batería obtuvo el mayor crecimiento porcentual: más del 39% respecto al anterior ejercicio, pasando de 17.656 unidades a 24.604.

 Ante el riesgo de que a cualquier cacharro se considere bici eléctrica y de acabar absorbidas por el mundo del ciclomotor, estos vehículos, para ser considerados como tales, tienen que cumplir unos requisitos, como que el motor se desconecte al llegar a los 25 km/h (el que quiera ir más rápido, que pedalee), y que su potencia no supere los 250 vatios. 

Los precios varían mucho

El mercado ofrece bicis eléctricas desde los 400 hasta los 7.000 euros. Este amplio abanico depende de la calidad de los componentes (desde el cuadro hasta los neumáticos), del diseño y de la casa que fabrique. Y aquí, al igual que sucede en el resto de sectores, las marcas se pagan. Un detalle que conviene tener en cuenta es la garantía que ofrece la casa, especialmente con el cuadro y la batería, las dos partes más caras de las bicis. Antes de decidirse por un modelo determinado, hay que tener claro el uso que se le va a dar, ya que alguien que la quiere para pasear los domingos cuando hace sol no necesita invertir lo mismo que otro que piensa utilizarla todos los días para desplazarse 12 kilómetros a su puesto de trabajo. O uno que pedalea de puerta a puerta no tiene la necesidad de escoger el mismo modelo que otro que necesita meter la bici en el metro antes de ponerse a pedalear y al que, a todas luces, le convendría un modelo ligero y plegable. 

En su intento de incentivar la adquisición de vehículos impulsados con energías alternativas, el Ministerio de Industria concedió ayudas de 200 euros para la compra de algunos modelos determinados de bicicletas eléctricas a través del Plan Movea, para el que fueron destinados 16,6 millones de euros. La posibilidad de solicitar este apoyo económico finalizó recientemente, aunque según apuntan fuentes del sector, se espera que de cara al 2017 se vuelva a presentar un plan de características similares.