El éxito de los cambios automáticos

MOTOR ON

Más vale tarde que nunca. los cambios automáticos, la gran asignatura pendiente del automovilista español, parece que empiezan a aumentar. El rancio sentimiento de que para ser buen conductor hay que llevar cambio manual empieza a ceder ante la comodidad y sobre todo el comportamiento de los nuevos cambios secuenciales.

19 ene 2017 . Actualizado a las 18:43 h.

La tendencia más ostensible a lo largo del pasado año en el mercado automovilístico español fue el regreso a los motores de gasolina, que ya casi se igualan a los diésel en ventas. Pero de forma más lenta y silenciosa, aunque imparable también, se produce un aumento de los cambios automáticos, que poco a poco y con la llegada de nuevas tecnologías secuenciales auspiciadas por la electrónica van calando en los conductores españoles.

Hace quince o veinte años era difícil pasar de un cambio manual a uno automático, sobre todo para los forofos de la conducción, los que podríamos llamar conductores emocionales, cuyas neuronas podrían chirriar ante aquellas subidas de régimen de los motores cuando aceleraban con los cambios de variador continuo de entonces, o las cajas de cambios automáticas de cuatro velocidades. Eran lentos y gastones, desesperantes incluso. Lo mismo sucedía en las frenadas, donde el freno motor no actuaba igual que en un cambio manual cuando se metían dos marchas menos.

Pero los tiempos están cambiando, como dice Bob Dylan en una de sus canciones, y la llegada de una nueva generación de cambios manejados por la electrónica del vehículo, con cajas de doble árbol que permiten sincronizar hasta nueve velocidades en algunos casos, pero en donde las siete u ocho ya son habituales; y hacerlo además con silencio, suavidad y en décimas de segundo (Porsche ya reconoce que sus cambios automáticos son más rápidos que los manuales), ha propiciado que poco a poco los españoles vayamos cambiando nuestra forma de pensar.

Aunque, eso sí, España sigue a la cola de Europa en cambios automáticos, junto a otros países mediterráneos como Portugal, Francia o Italia.

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Para empezar hay que decir que en cambios automáticos hay que diferenciar entre marcas de lujo o deportivas y marcas generalistas. Entre los primeros, los cambios automáticos son los más vendidos. Algunas marcas como Audi, por ejemplo, tienen modelos como el A7 Sportback, el A8 o el mismo Q7 que solo se venden con cambios automáticos. En su gama media el A6 tiene un 90% de automáticos, el A4 un 48% y el A5 un 46%. Que se lo pregunten también a Lexus, como abanderada de los coches de lujo híbridos, cuyas unidades solo equipan cambio automático. Y es que precisamente la hibridación es una de las impulsoras de los cambios automáticos, como demuestra Toyota con su Auris hybrid que fue el híbrido más vendido de España y probablemente también como modelo automático, al matricular más de 11.000 unidades.

Otra cosa son las marcas generalistas, con modelos más baratos, donde la penalización en precio de las cajas de cambio automáticas (siguen costando entre mil quinientos y dos mil euros más que las cajas manuales) las hace menos apetecibles. Así vemos que modelos de éxito como el Seat Ibiza o el León, los más vendidos, en España, solo alcanzan un 3% y un 8,5% de ventas, respectivamente, con cambios automáticos. En el caso del León ya es un buen dato, auspiciado por las bondades de su cambio DSG de siete velocidades.

En otra marcas como Peugeot, la incidencia del cambio automático en sus modelos oscila ente el 2% del 208, el 6% en el 2008, el 8% en el 308 y un sorprendente 16% en el nuevo crossover compacto 3008. Aunque la palma se la lleva su berlina grande 508 con un 25% de ventas en automático.

El despegue de los automáticos viene impulsado por cajas más eficientes, cuyos consumos ya no distan mucho de las manuales y además con posibilidades de adaptar la conducción a modos deportivos con la utilización de levas en el volante, que reducen la sensación de que el coche conduce solo, al poder intervenir así en la propia caja.

Ni que decir tiene que la comodidad en la conducción se nota especialmente en tramos urbanos saturados. Eso sí, el cambio automático es un camino sin retorno. El que lo prueba, no vuelve.