A carreras con el camión

Óscar Ramos Ayerra
Óscar Ayerra REDACCIÓN / LA VOZ

MOTOR ON

Se construyó en 1954 ante la necesidad de transportar en el menor tiempo posible un bólido averiado desde cualquier circuito europeo hasta la fábrica de Stuttgart y y devolverlo al mismo justo a tiempo para competir. Era un híbrido entre un deportivo y un camión.

09 abr 2017 . Actualizado a las 20:36 h.

Se ganó el apodo de «el milagro azul», demostrando que volaba por las carreteras europeas llevando a su lomo los bólidos más veloces de circuito en circuito, llegando en tiempo récord a cada cita. Era una cadena de suministro rápida y eficaz. En aquellos tiempo los mecánicos poco podían hacer si en los entrenamientos el vehículo sufría algún tipo de contratiempo serio, hecho que en la mayoría de los casos significaba perder el gran premio por la imposibilidad de regresar a tiempo con el coche reparado desde la fábrica central de la marca en Stuttgart.

Tres en uno

Bajo su pintura azul esconde una carrocería fabricada de forma artesanal a partir de tres modelos Mercedes; uno de los deportivos más famosos de la marca, el 300 SL alas de gaviota de 1952, aportaba su motor y la parrilla tan característica; el chasis provenía del Mercedes 300 sedán, y la cabina del 180 familiar. Fue ampliado entre ejes y con unos voladizos hasta el infinito, lo que lo llevaron hasta los 6,75 metros de largo, pero con una altura de solo 1,75 metros lo que le daba una mayor estabilidad. La esencia Mercedes la llevaba en su ADN. El único componente realizado ex-profeso fue la luna posterior, cuya extraña forma invertida se debe a la necesidad de dejar sitio para uno de los Mercedes de competición carenado

Largo, bajo y rápido eran tres de sus características. Mientras otros transportes de coches apenas llegaban a los 90 km/h, este contaba con un motor de 192 caballos de inyección directa que lo lanzaba hasta los 170 km/h con el coche de carreras a su espalda. Todo un récord para un camión cargado. En aquellos circuitos incluso realizaba una labor de márketing, ya que mejoraba la percepción de marca al presentar un camión rápido y futurista, al igual que las flechas de plata.

La retirada de Mercedes de la competición en 1955 hizo que su labor se oscureciese sirviendo varios años como medio promocional de la marca. Incluso viajó a EE.UU. En 1957 volvió a la factoría de Stuttgart, donde el camión agonizó en un garaje hasta que en 1967 fue eliminado. La marca quiso enmendar su error construyendo una réplica exacta en 1993, algo que culminó en el 2001. Hoy sigue volando, pero en la imaginación de los entusiastas que visitan el museo de Mercedes en Stuttgart.