De telescopios, dioses y... Canarias

Raúl Romar García
Raúl Romar REDACCIÓN / LA VOZ

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NASA

La isla de La Palma es, a día de hoy, la alternativa más real para la construcción del Telescopio de Treinta Metros, la infraestructura científica terrestre más avanzada para desvelar los secretos del universo. La primera opción, Mauna Kea (Hawái), depende de un fallo judicial por profanar el hogar de los dioses. ?

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando hace casi veinte años un grupo de científicos de California propuso la necesidad de construir el telescopio más avanzado del mundo para desvelar los últimos y aún numerosos secretos del universo, jamás se pudo haber imaginado que la gigantesca instalación pudiera construirse en España. Y menos aún que fuera el espíritu de los dioses tradicionales el que se interpusiera en la ubicación elegida, el majestuoso Mauna Kea, un volcán extinto de Hawái. Es una montaña sagrada para la población local, pero que ya había sido profanada con la construcción de otros trece telescopios. No debería, a priori, existir problema para construir uno más. Hasta que los nativos dijeron basta. Una mole que ocupa lo que un edificio de 18 plantas ya era demasiado. Y empezaron a organizarse en un movimiento al que también se unieron los grupos ambientalistas, que temen que especies únicas que pueblan la zona puedan verse amenazadas. La alianza llegó a los tribunales, que decidieron paralizar las obras hasta que adopten un fallo definitivo. Y es esta inesperada casualidad la que ha puesto en bandeja de plata la candidatura española, que propone la construcción del Telescopio de Treinta Metros (TMT) en la isla de La Palma. 

El tiempo a favor

Ahora es más que una candidatura, ya que hace unos días se firmó el acuerdo para albergar el TMT en el Observatorio del Roque de los Muchachos. El documento recoge que Canarias es la alternativa elegida, siempre y cuando la primera opción, que sigue siendo Mauna Kea, no pueda llevarse a cabo. Y cada vez que corran los días, la opción canaria gana más enteros. «Hawái es el lugar favorito y vamos a darle unos meses o un año y, si no podemos construir allí, tendremos que elegir una alternativa», explicó hace unos meses Christophe Dumas, uno de los responsables del proyecto. Y en esta línea acaba de abundar el director del proyecto, Ed Stone. «Queremos asegurarnos que tendremos el sitio adecuado para comenzar la construcción en abril del año 2018 si Mauna Kea no fuera factible. Ahora ya disponemos de este acuerdo -dijo en relación con el firmado con el Instituto Astrofísico de Canarias- y estamos en negociaciones para conseguir los permisos gubernamentales necesarios y tener todo preparado». A lo largo de este año se resolverá el misterio, porque no se puede esperar más para desarrollar un proyecto que cuenta con un presupuesto de 1.400 millones y que dejará en la isla una inversión anual de 25 millones, entre gastos de personal y contratos de distintos suministros. «El impacto socioeconómico, para la ciencia española y para la imagen de Canarias será extraordinario», subrayó el director del astrofísico, Rafael Rebolo.

El TMT -un proyecto promovido por el Instituto de Tecnología de California (Caltech), la Universidad de California y la Asociación de Universidades Canadienses de Investigación en Astronomía, además de instituciones de Japón, China e India-, tendrá diez veces más resolución que el espacial Hubble y será el más avanzado del mundo, en competencia con el European Extremely Large Telescope, perteneciente al Observatorio Austral Europeo y que se levantará en Chile. Entre sus objetivos se encuentra el estudio de la formación de sistemas planetarios, la evolución de las galaxias y la estructura del universo. «La perspectiva de hacer nuevos descubrimientos con este telescopio es fascinante», aventura Rebolo.

La astronomía requiere cada vez más de instrumentos muy complejos para desentrañar los secretos del universo, lo que requiere una elevada inversión. Pero de estos considerables presupuestos que se manejan no solo salen beneficiados los investigadores, sino también la sociedad, ya que se acaba desarrollando tecnología que revierte en los ciudadanos. En medicina, por ejemplo, se ha empezado a utilizar la óptica adaptativa para la diagnosis con microscopio, así como escáneres y resonancias magnéticas cuyas imágenes se generan por técnicas desarrolladas para sintetizar datos obtenidos con varios radiotelescopios. Un principio similar es el que se sigue con los escáneres de los aeropuertos.

Las aplicaciones son múltiples y variadas, como los detectores de los vídeos y de las cámaras fotográficas actuales, que primero fueron diseñadas para usos astronómicos. Los GPS encuentran posiciones cada vez más exactas porque tienen un sistema de referencia que, en última instancia, está fijado por galaxias y cuásares. Y mismo la comunicación entre aparatos electrónicos por wifi también surgió de la astronomía.

Y fue gracias a observaciones astronómicas de los satélites de Júpiter que se pudo determinar con precisión la velocidad de la luz, un parámetro crítico para el desarrollo de la mecánica cuántica que posibilitó el desarrollo de toda la microelectrónica que controla nuestro mundo actual. También ha posibilitado, a un nivel más general, el desarrollo de las tecnologías espaciales, de las que ahora nos beneficiamos todos gracias a los satélites de telecomunicaciones o meteorológicos.