«Los amigos que hice en Ferrol desde que llegué son ahora como mi familia»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

Sadi Diawara llegó en patera a Canarias siendo niño. De allí saltó a Galicia y, ahora, con 24 años, solo quiere un trabajo para poder construir un futuro en la ciudad que lo acogió

19 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene 24 años y le gustan las mismas cosas que a otros muchos jóvenes ferrolanos de su edad. Salir de marcha por la calle Magdalena. Machacarse en el gimnasio para lucir palmito. Compartir un día de churrascada con los amigos. Y los domingos, siempre que puede, transformarse en un diablillo verde para animar al Racing desde el fondo sur de A Malata. Pero la historia de Sadi Diawara poco o nada tiene que ver con la de cualquier otro joven ferrolano de su edad. Nació en 1992 en una pequeña localidad próxima a Bamako, la capital de Mali, y con solo 12 años abandonó África para ir a la búsqueda de un edén soñado en Europa.

Desde entonces, Sadi no conoce lo que es vivir bajo el brazo protector de la familia. Cuando dejó su casa lo hizo en compañía de Bager, un primo de solo once años. Juntos llegaron en patera a Canarias, pero tras pasar dos años en un centro de acogida de Las Palmas, el destino los separó. A Bager lo mandaron a Barcelona y Sadi puso rumbo a Ferrol. «Me marché de Mali porque allí no había trabajo, no había futuro; mi padre estaba entonces en Mauritania y me animó a venirme aquí», recuerda. ¿Y no le dio miedo el viaje en patera? «¿Miedo? No, la verdad es que no. Íbamos con más gente y yo quería venir a España», dice con un castellano todavía imperfecto aunque impregnado ya de un suave acento gallego.

Fue así como, tras dejar Canarias y con 14 años, Sadi se convirtió en un ferrolano de adopción. Hasta que cumplió los 18 vivió en el antiguo centro de menores Soutomaior junto a otros jóvenes de Senegal, Marruecos, Guinea... Y también durante esos años se convirtió en un alumno más del instituto de Canido. Allí encontró una tabla de salvación a la que agarrarse en los momentos de soledad y nostalgia: «Me hice muy amigo de dos chicos, Luis Coira y Álex Hontalvilla, y desde entonces tanto ellos como sus padres me han ayudado muchísimo. No soy capaz de expresar con palabras lo agradecido que estoy». A esos «amigos de verdad» se sumaron después otros muchos de Caranza y O Inferniño: Pablo, Manu, Mario... Al hablar de ellos, a Sadi se le dibuja una sonrisa enorme en el rostro. «A mi familia de Mali no la veo desde los doce años, mi padre ya murió y ni siquiera pude ir al entierro, tengo sobrinos a los que aún no conozco... Pero aquí no me siento solo. Los amigos que hice en Ferrol desde que llegué son ahora como mi familia», comenta agradecido.

Ahora que ya vive de forma independiente -en un piso compartido con un senegalés que en estos momentos está trabajando en Bilbao-, su único deseo es encontrar un empleo. Cuenta que asistió a varios cursos de formación (de mozo de almacén, carpintería o limpieza) y que durante un año estuvo trabajando en una obra. Pero ahora se encuentra en el dique seco, aunque él mira al futuro con esperanza: «Me acaban de hacer el reconocimiento médico en una empresa de Río de Pozo para trabajar como encofrador y puede que haya suerte», comenta esperanzado.

Mientras ese sueño laboral no se hace realidad, Sadi sigue haciendo lo que cualquier joven ferrolano de su edad. Manda currículos «a ver si sale algo». Visita el campo de A Malata. Y sale de marcha con unos amigos que no dudan en defenderlo cuando acecha la sombra del racismo. «Hay gente que a veces me mira mal, me dicen ‘negro, vete a tu país’, pero a mí no me importa. Antes me dolía, pero ahora ya no», apunta con orgullo Sadi desde su imponente 1,85 de estatura. «Me gustaría que la gente no se fijase tanto en el color de mi piel y me mirase como lo que soy: un ferrolano más».

EN CORTO

Origen. Sadi nació en Mali, donde viven su madre y sus hermanos. No los ve desde que tenía 12 años. Su padre ya falleció. 

Futuro. «Me gustaría encontrar trabajo y poder ahorrar para ir a ver a mi familia en Mali», dice Sadi sobre su futuro.