Latín y griego en el CNI

José A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL

15 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que más me ha sorprendido de la destitución de Paz Esteban, aparte de la injusticia cometida con ella, fue el enterarme de que la directora del CNI era licenciada en Filosofía y Letras, la vieja carrera que se estudiaba en los años 60 y 70, hoy ya desaparecida, disuelta en un galimatías de Grados. Me alegré al conocer su currículum académico, porque este hecho viene a confirmar una teoría que algunos aún defendemos, pero que está completamente desacreditada por la opinión pública, muy influida por la opinión política. Se trata de que, de unos años para aquí, han arraigado en la sociedad unos argumentos falsos con apariencia de verdad (los griegos les llamaban sofismas) y que casi todos estamos dando por buenos. Los políticos, como decía, han ayudado a extender esta teoría, que se concreta en que nuestros universitarios no deben pensar tanto en lo que les gustaría estudiar, sino en las necesidades de la sociedad y en la posible «empleabilidad» al terminar los estudios. Parece que hay que dejar a un lado las aptitudes que uno tenga para unos estudios concretos o la incipiente vocación que se sienta por una opción determinada porque hay que estudiar algo que garantice un empleo al final de la carrera. Un planteamiento este que necesita tener una gran flexibilidad, porque no siempre resulta así, y porque supone un peligro mortal para los estudios humanísticos y artísticos, como de hecho viene sucediendo. Los informes que emite cada año la Xunta nos evidencian que los estudios de las carreras de Letras, en las tres Universidades gallegas, cada vez tienen menos alumnos. En Ferrol lo sabemos de primera mano por la lamentable desaparición de la Facultad de Humanidades.

Seguro que cuando la joven Paz Esteban empezó a estudiar Filosofía y Letras nunca pensó en que acabaría siendo funcionaria del CNI y, después, su máxima responsable. Pero aquella legendaria carrera en la que se estudiaba latín, griego, filosofía, geografía, historia, literatura, historia del arte, gramática, etc., fue para ella una palanca excelente para abrirse paso en la vida por un camino que antes no pensaría transitar. Una buena formación humanística y una sólida cultura siempre ayudan en cualquier trabajo bien considerado. Por eso es una equivocación pensar que estudiar una carrera de Letras es una pérdida de tiempo y conduce casi a apuntarse en la lista del paro. Cada joven debe estudiar aquello que le guste y por lo que sienta interés. Lo hará con más satisfacción y eficacia. Y si alguno se siente interesado en estudiar griego, o latín, o el pensamiento de Heidegger o la pintura impresionista, no lo veamos como alguien raro o sospechoso de querer reventar el sistema académico. Démosle facilidades y la oportunidad de cursar esos estudios. Porque la relación entre la Universidad y la sociedad debe darse en un sentido doble, de ida y vuelta. La primera debe proporcionar a la sociedad los profesionales que necesita, sí, pero esta debe proteger y promocionar la formación de «todos» los estudiantes, también la de aquellos que tengan una difícil inserción en el mundo laboral.

Y volviendo a Paz Esteban: su formación filosófica le permitió tener la dignidad de negarse a dimitir de su cargo, como le propusieron, porque los grandes pensadores que ella estudió le enseñaron que la dignidad está por encima de la conveniencia. Y que quien cumple con su deber —en este caso, espiar a los independentistas de acuerdo con la ley— no tiene por qué irse de su puesto por la puerta de atrás. Otras que estudiaron Leyes deberían aprender de ella.