Las cien joyas indianas: «El sueño de hacer fortuna legó esta arquitectura»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FERROL / LA VOZ

FERROL

El arquitecto Carlos Ardá, ante la emblemática Casa de la Maleta en Fene
El arquitecto Carlos Ardá, ante la emblemática Casa de la Maleta en Fene JOSE PARDO

La emigración de la provincia, sobre todo a Cuba, trajo las casas más hermosas

23 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Bajo la cama de todo futuro indiano, una maleta escondía sus sueños. Fotos en sepia de los padres que quedaban atrás, unos ahorros, la camisa para buscar trabajo. La odisea de la gran emigración gallega a América sacudió a las cuatro provincias, en un viaje de ida y vuelta que revolucionó a la arquitectura local. Porque los emigrantes que retornaban con éxito eran rebautizados como indianos, en una estela dorada de admiración. E invertían sus riquezas en un legado de mansiones, escuelas y otros edificios con tintes caribeños. El informe Casas de Indianos elaborado por la Xunta recoge 59 edificaciones fichadas e investigadas en la provincia de A Coruña. Pero la realidad supera con creces el centenar de edificios indianos en el territorio provincial. De hecho, el libro Indianos de Carlos Ardá y Bernardo Anatol Seoane ya contabiliza 110 en la península de Bezoucos (Ares, Cabanas, Fene, Mugardos).

 Desde la emblemática Casa de la Maleta en Fene, donde la figura de un emigrante otea con esperanza el futuro desde la cúpula, el arquitecto Carlos Ardá destaca la doble vertiente de esta arquitectura indiana. Desde el punto de vista cultural, «se importó y adoptó un estilo muy identificable que permitió la conexión de dos mundos a través de la emigración». Y desde el socioeconómico, «a través del envío de dinero y la creación de las sociedades a ambos lados se construyeron escuelas, centros sociales y recreativos para mejorar la situación educativa de la población».

El espíritu errante de los gallegos creó estos edificios, a medio camino entre el sueño y la realidad, dotados de galerías, cúpulas, tan orgánicos y con estallidos de color. Resultaron determinantes «la necesidad de emigrar por una coyuntura económica desfavorable y el sueño de hacer fortuna, para poder regresar en un futuro». Y se alzaron así «edificios públicos, sobre todo escuelas, para instruir culturalmente a los jóvenes en formación cívica, laica y moderna», destaca el arquitecto Carlos Ardá. De este modo, «ese sueño de hacer fortuna legó esta arquitectura».

La arquitectura más hermosa (sobre todo llegada de Cuba) apunta en Ortigueira, la comarca compostelana (Ames, Oroso o Brión) o Betanzos (ese parque del Pasatiempo de un Juan García Naveira emigrado a Argentina). Pero según Carlos Ardá, «se concentró sobre todo en la península de Bezoucos». De hecho, «la emigración de esta zona, fundamentalmente a Cuba, alcanzó en el primer tercio del siglo XX al 10 % de la población». Se trataría «de una emigración capacitada y cualificada laboralmente, muchos de ellos procedentes del naval, y con ingresos mayores a la media de los emigrantes que se reinvertían en la comarca».

¿Qué fina línea se traza entre el modernismo y la cultura indiana? Explica Ardá que «el primero surge en Europa a finales del XIX con un carácter urbano y burgués, abundancia de formas orgánicas y ornamentación». La indiana puede asemejarse a la arquitectura modernista de la época, «en la arquitectura más popular no hay coincidencias formales pero en la más culta sí que hay influencias modernistas».

Y en cuanto a los colores, «abundaban los beige y blancos en fondos, con tonos más expresivos en detalles o en vidrios de las casas de autor». Auténticas fantasías entre palmeras gallegas, con el corazón en el Malecón.

Vista del chalet de Canido, en Ferrol, desde el interior de la finca
Vista del chalet de Canido, en Ferrol, desde el interior de la finca As Built Arquitectura

Los misterios del chalé de Canido, un coetáneo de la casa de Hopper

Entre 1921 y 1925, subía al cielo con tintes cubanos el ferrolano chalé de Canido. Su promotor Juan Sisto (O Seixo, Mugardos) emigró a La Habana a finales del XIX. Con su padre y hermanos forjó su fortuna: primero con una pequeña compañía marítima, después como armador de una flota de buques de pesca, más tarde como impulsor de los grandes almacenes Fin de Siglo. En 1920 regresó a Galicia y planeó este chalé, trazado por el gran arquitecto Rodolfo Ucha Piñeiro. Un siglo después, el arquitecto Ramón José Rey Lage proyecta su transformación en hotel con encanto y restaurante para el grupo La Penela.

Cuenta Ramón Rey (conocido como Moncho Rey, que lleva el estudio ferrolano As Built Arquitectura junto a Pedro Pablo Ríos) que «el chalé de Canido es un ejemplo bastante singular de la arquitectura indiana, más cerca del eclecticismo, y uno de los pocos de la zona proyectados por un titulado superior». Se nota «en el carácter monumental y depurado, donde se combinaron las locales galerías acristaladas con los elegantes aires franceses y flamencos del estilizado torreón recubierto con escamas de zinc».

Recalca Moncho Rey que la importancia del palacete, único ejemplo de este tipo a manos de Rodolfo Ucha en la ciudad, se debe «a su carácter icónico y monumental, en parte por la posición privilegiada en la que se construyó ya que se percibía de forma rotunda desde la lejanía».

Otra influencia de allende los mares es «la vegetación indiana, en una parcela donde convivieron muchas especies exóticas como araucarias, castaños de indias o yucas». Y el misterio de este chalé, deshabitado desde 2010, también nos lleva al célebre cuadro Casa junto a la vía del tren de Edward Hopper (creado en 1925). Según Moncho Rey, «la casa de Hopper remite inconscientemente al chalé de Canido, al igual que la mansión de Psicosis (1960); quizás por eso el chalé de Canido siempre tuvo ese aire enigmático y de suspense».

Escuela de Liñaio, en Negreira
Escuela de Liñaio, en Negreira FORXAN

El aluvión de las escuelas con tintes caribeños a lo largo de la comarca compostelana

Desde 1900 hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936, según el profesor Vicente Peña Saavedra, más de 400 Sociedades Gallegas de Instrucción se crearon en América (sobre todo Cuba y Argentina). Y con sus fondos se mantuvieron 225 colegios, 177 de ellos de nueva construcción. Solo en la comarca compostelana se alzaron 26. Destaca Ames, donde entre 1929 y 1936 se construyeron siete nuevas escuelas con fondos americanos. O la escuela de Liñaio, en Negreira. Otras gemas, ya residenciales, son la casa de Jesús Blanco en Brión o la de David Otero en Ames.

Según Carlos Ardá, la inclusión de la arquitectura indiana «en los catálogos de bienes protegidos hace que exista un respeto de las administraciones por su conservación y mantenimiento de elementos originales». Se trata de una «protección necesaria para impedir intervenciones no deseadas que pudieran provocar su deterioro».