Gaitas, queimada y delicias de Ferrolterra para la hostelería gaditana

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FENE

Isabel Bello, en su restaurante de San Fernando (Cádiz)
Isabel Bello, en su restaurante de San Fernando (Cádiz) Beatriz Couce

La fenesa Isabel Bello dirige en San Fernando desde hace una década el Embrujo Gallego, un restaurante que se nutre de muchos alimentos llegados directamente de la comarca

11 dic 2023 . Actualizado a las 15:21 h.

Vive a más de mil kilómetros de su tierra natal pero, a diferencia de muchos gallegos, que apuntan siempre a la comida como su principal causa de morriña, la fenesa Isabel Bello tiene claro que lo que más echa de menos es «la lluvia en julio y agosto». No añora la comida gallega, sencillamente, porque no solo la cocina a diario, sino que es parte de su sustento. Desde hace una década, Isabel Bello dirige el Embrujo Gallego, un restaurante de San Fernando (Cádiz) -ciudad emparentada con la comarca ferrolana por la Armada y los astilleros de Navantia- y en el que, en ocasiones especiales, suenan las gaitas y se saborea queimada.

El pasado día 4 de octubre cumplió diez años al frente del establecimiento, con una clientela fiel formada, «en un 40 % por gallegos, en un 20 %, familiares o amigos de gallegos, y el resto, andaluces». El balance no puede ser más positivo, aunque recuerda que «los primeros ocho meses» de su negocio «fueron un caos». Llegó a la Isla con la idea de poner en marcha un bar con dos o tres tapas, pero las costumbres de los vecinos de San Fernando tenían poco que ver con las de sus paisanos de Ferrolterra, por lo que decidió cambiar de estrategia y convertir su local en un restaurante en el que la mayoría de la materia prima es gallega.

El pulpo, las zamburiñas, la tortilla, el caldo y la empanada son algunos de los platos estrella en el Embrujo Gallego. Todos elaborados con alimentos de su tierra natal, una gran mayoría de Ferrol. «El pan que tengo ahora me ha costado más de cinco años conseguirlo. Antes, el consumo era tres cajas de picos y media cesta de pan, pero desde que tengo este, ha pasado a ser cinco o seis cestas de pan y una caja de picos», explica la dueña del establecimiento.

Un año después de iniciar su aventura empresarial contrató a su hermana para que se encargase de los fogones, y a San Fernando se trasladó también su hija, que a su vez tiene una niña y espera otro bebé. Sus padres viven cerca, así que, desde la pandemia, los viajes a Fene se han restringido mucho.

En este restaurante isleño, Isabel ha logrado hacer comunidad con los gallegos. En los últimos años, antes de cerrar por vacaciones celebra una jornada en la que la morriña musical de los asistentes se aplaca a los sones de las gaitas. Militares destinados en Rota integran un grupo que fue formándose espontáneamente y con el hilo conductor del establecimiento, «pero diez años después fueron teloneros de Carlos Núñez en Trebujena».

Los 25 de julio tampoco faltan las gaitas, ni las queimadas, que encantan por aquellas tierras andaluzas. Hoy, la fenesa -de Perlío, precisa-, que había trabajado en la comarca en un supermercado y también en la hostelería, emplea en su negocio a siete personas. «Llegar a conseguir el equipo me costó cuatro años», rememora, al mismo tiempo que se declara «muy contenta» de su apuesta empresarial, aunque fuese lejos de su tierra, de la que echa de menos «la lluvia y el verde».