En una Harley

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

11 feb 2017 . Actualizado a las 00:11 h.

El jueves, sentados a esta misma mesa desde la que hoy les escribo este artículo que a la vez es como una entrada más de un dietario y por supuesto como una carta a todos ustedes, tuve la suerte de poder mantener una larga conversación sobre Carlos Casares con dos amigos muy queridos: el escritor, periodista y editor Tucho Calvo y el director de la Fundación Casares, Gustavo Garrido. Para mí fue un verdadero regalo. «Unha conversa luminosa», por decirlo como Carlos lo decía. Cuando uno tiene la suerte de poder escuchar a personas como Calvo y Garrido se da cuenta de hasta qué punto nos hace felices, a quienes amamos los libros, hablar no solo de literatura, sino también de todo cuanto la rodea. Carlos Casares, sin duda una figura fundamental de la Galicia de nuestro tiempo, tuvo una relación con Ferrol muy intensa. Sentía una inmensa admiración por Julio Aneiros -no sé si ya conté esto antes o si lo escribí en alguna otra ocasión, me parece que no; pero, en cualquier caso, si así fuese, no me importa repetirlo hoy de nuevo-, como de hecho la sentía también Ramón Piñeiro. Decía Casares que los sucesos de Marzo del 72 deberían tener su propio reflejo en el mundo de la novela, que en paralelo a la historia tantas veces ilumina zonas de sombra que requieren una perspectiva distinta, una mirada diferente. Incluso invitó a algún amigo suyo repetidamente a que escribiese ese libro, aunque ese amigo jamás llegó a hacerlo, convencido de que le quedaba muy grande el empeño. Amigos, en Ferrol, Casares tuvo muchos. Gonzalo Torrente Ballester fue el mayor de ellos. Hay quien jura haberlos visto a los dos en una Harley. Pero eso no es cierto, creo.