«A Ferrol le falta un verdadero líder, por eso no consigue hacerse oír»

FERROL CIUDAD

R. Loureiro

Afincado ahora en los Estados Unidos, Cenalmor lamenta el declive de la ciudad

19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 68 años, Man Cenalmor reside en Washington, donde su hija trabaja para el Banco Europeo de Inversiones. Lejos le queda ya -él mismo lo dice así- el tiempo en el que tuvo un papel central en la vida pública ferrolana. La época en la que, en diferentes etapas, y además de dirigir su empresa -una firma consignataria de buques-, formó parte del gobierno municipal y de los organismos rectores de la Cámara de Comercio y del Puerto de Ferrol. Ahora es otro, confiesa. Dedica lo mejor de sus días a su nieto. Pasea -en sus caminatas pasa cada día ante la Casa Blanco, por cierto-, visita museos y, sobre todo, lee. Ahora pasa unos días en Galicia. Y en Galicia, antes de regresar a los Estados Unidos, aprovecha para poner en orden un verdadero tesoro: un epistolario de Álvaro Cunqueiro. Las cartas que el autor de Merlín e familia le escribió a quien fue uno de sus grandes amigos, a Román Cenalmor, el padre de Man.

-Un maravilloso epistolario, si se me permite decirlo. Conmueve ver qué cosas contaba Cunqueiro durante los años más duros de su vida, cuando dejó Madrid, regresó a Mondoñedo y se sentía abandonado por todos...

-Cunqueiro atravesó momentos muy difíciles, llenos de amargura y de dificultades, y mi padre lo sabía bien. Eran muy buenos amigos. Tanto que para nosotros era un miembro más de la familia. Cuando yo era niño, a Cunqueiro le llamábamos Tío Álvaro. Había fechas en las que siempre venía a casa. Todos los años. Principalmente en Año Nuevo. Recuerdo que mi padre le traía ostras, que a Cunqueiro le gustaban mucho. Y que siempre procuraba que le pidiesen que diera alguna conferencia; por ejemplo, en el Casino.

-La calle Gravina, en la que usted vivía entonces, era una calle llena de literatura: Torrente Ballester, José María López Ramón, las visitas de Cunqueiro...

-Sí, es verdad. Pero de niño no ves las cosas así. Lo percibes todo de manera muy diferente. Yo, por ejemplo, jamás habría imaginado entonces que Cunqueiro pasaba por tantas dificultades. Eso lo supe después. De pequeños, nosotros lo veíamos como un hombre que contaba sin parar cosas extraordinarias.

-¿Cómo valoraría la figura de López Ramón, tío político suyo?

-José María López Ramón, mi tío José María, fue una persona de una rectitud inquebrantable que vivió para ser útil a los demás allí por donde pasó.

-¿Qué le ocurre a Ferrol?

-Que no se le hace caso. A Ferrol le falta un verdadero líder, por eso no consigue hacerse oír.

-¿No echa de menos la ciudad?

-¡Hombre, sí...! Yo echo de menos, sobre todo, a mi familia de aquí. Pero no te voy a mentir: en Washington se está muy bien. Los norteamericanos son gente muy amable, y que ama a su país. Allí sobre las cosas importantes, todo el mundo está de acuerdo.