Trankimazín para calmar la crisis

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

ANGEL MANSO

La unidad de psiquiatría del Marcide alerta del gran consumo de psicofármacos

01 mar 2017 . Actualizado a las 17:40 h.

«Nos estamos medicando demasiado para afrontar el día a día, de eso no hay duda», así de contundente es Antonio Núñez Pérez, jefe de la unidad de Salud Mental del Arquitecto Marcide. Reconoce que en Ferrol la situación económica y la «falta de perspectivas» provoca que muchas personas lleguen a las consultas buscando una solución que no siempre pueden dar las pastillas.

En el área sanitaria los psicofármacos que más se consumen son el lorazepam (idalprem y orfidal) y alprazolam (trankimazín). Le siguen el lexatín y antidepresivos como el escitalopram. Mientras, en el resto de Galicia la mayoría de las recetas para calmar cuadros de tristeza o estrés llevan el nombre de orfidal y el citado antidepresivo, según la Asociación Gallega de Psiquiatría, que recuerda que la mayor parte de las prescripciones las hacen médicos de familia.

En los ambulatorios

A Núñez Pérez le preocupa la excesiva medicalización de algunos problemas vitales y asegura que deberían resolverse en el entorno familiar o recurriendo a algún amigo. Aunque admite que es necesario aumentar la colaboración entre la unidad de psiquiatría del Marcide y los centros de Atención Primaria. Asegura que cada vez son más los pacientes que llegan a las consultas solicitando fármacos como el trankimazín, el lexatín o el prozac: «El mayor volumen de pacientes con cuadros de ansiedad se atienden y se resuelven en los centros de salud y por eso se debería aumentar la colaboración entre Atención Primaria y los especialistas y poder introducir otras alternativas como la psicoterapia, otras opciones para evitar medicalizar todos los problemas de la vida cotidiana».

Este especialista cifra en más del 25 % la población del área que toma alguna pastilla para aplacar sus nervios o preocupaciones, bastante más que antes de la crisis y un porcentaje muchísimo mayor que el de otras regiones de Europa. «Desde el 2010 -dice- se ha disparado la prescripción de estos fármacos».