Olvidos hasta de una piedra del riñón

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

En los bares de Ferrol se quedan objetos de lo más curioso, de un audífono a una dentadura que acabó en la policía

04 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La expresión me voy a olvidar la cabeza cobra sentido en Ferrol. Lo saben bien los bares de la ciudad, que suelen tener un espacio visible en la barra a modo de espacio para objetos perdidos. En el Bonilla del Callao se van recogiendo desde primera hora pendientes, carteras, sobres, libros... Pero un día hasta un botecito misterioso apareció en una mesa. Era la piedra extraída de un riñón cuyo propietario pasó a buscar, aunque no la necesitase nunca más.

Sin embargo, lo normal es que nadie reclame estas pertenencias extraviadas entre mesas de café. Es algo que constatan en la sección de objetos perdidos de la Policía Local, donde las guardan durante dos años. «Lo normal es que no venga nadie y las reclame y eso que a veces se pierden cosas caras, como un audífono, una cámara de fotos y hasta carteras con dinero. Es sorprendente, pero hay muchas personas honradas que entregan hasta dinero que encuentran», cuenta el agente Nicolás Villar, que lleva seis años al frente de este departamento. Justo cuando comenzó le llegó una de las entregas más peculiares: «Una dentadura que alguien se dejó en un bar, la verdad es que me dio mucho repelús», cuenta un policía que toma nota de la persona que entrega el objeto, ya que cuando pasan dos años pasa a ser propiedad de la persona que lo encontró.

De madrugada

En las cafeterías del centro se quedan cada día decenas de paraguas y prendas de ropa, pero los locales que abren hasta última hora son espacios abonados para despistes de lo más curioso. «Tenemos kilos de ropa olvidada, alguna con la etiqueta, pero lo más raro es que hace poco encontramos unas bragas que no nos explicamos como pudieron quedarse aquí», relata Suso García Eiroa, que lleva 14 años al frente del local de copas Manchita Cosa. En su barra han quedado varias veces hasta bolsas con la compra del súper. Y pocos han regresado a buscarla. «La única explicación es que no recuerden donde la dejaron», bromea.