«La puerta de Cuba nunca la cerraré, pero siento que ya me he 'galleguizado'»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Yudel Casal trabajaba como ginecólogo en un hospital de Camagüey, pero hace cuatro años decidió dejar la isla caribeña para reencontrarse con la tierra de sus antepasados

22 abr 2017 . Actualizado a las 09:01 h.

Yudel José Casal Rivas es un «caranceiro» con acento cubano. Hace cuatro años dejó Camagüey para buscar sus raíces en Galicia -su abuelo era un emigrante de Celanova que puso rumbo a la isla caribeña huyendo de la Guerra Civil-, pero también para descubrir aquello que le había estado prohibido durante mucho tiempo. «Antes, en Cuba, a los médicos solo se nos permitía salir al extranjero en misión gubernamental, pero en 2013 cambiaron las leyes, se eliminaron las trabas para viajar, y entonces decidí venir a Galicia para cambiar de aires y reencontrarme con mi familia», relata este médico especialista en Ginecología y Obstetricia.

Los padres de Yudel y sus dos hermanas ya habían emprendido ese mismo viaje seis años antes. Con ganas de conocer la tierra de sus ancestros, abandonaron la isla y se asentaron en Ourense. Pero no se olvidaban de Yudel y una y otra vez lo reclamaban para que se reuniese con ellos. «Yo nunca me había planteado emigrar, porque estaba contento con mi trabajo de ginecólogo en el Hospital Materno de Camagüey, pero al morir mi abuela, con la que vivía y a la que estaba muy unido, me vi solo en Cuba y decidí dar el paso», rememora echando la vista atrás.

En el 2013 aterrizó en Galicia y, tras pasar un año en Santiago trabajando en un psicotécnico, le surgió una oportunidad laboral en Ferrol: un puesto como médico generalista en el centro de atención a discapacitados Souto de Leixa. Yudel reconoce que la adaptación a su nuevo medio vital y laboral no fue fácil al principio. «El primer año fue muy duro, porque todo me chocaba: las costumbres, el clima, la forma de vida... Pero con el tiempo me fui acostumbrando y ahora ya no siento la morriña del principio. La puerta de Cuba nunca la cerraré, puede que regrese allí algún día, pero ahora siento que me he ‘galleguizado’ y no me quiero mover de aquí», explica Yudel.

Asomándose a su historia desde la distancia, muchos podrían tomar a este joven médico por un anticastrista. Pero nada más lejos de la realidad. Sabiendo que lo que va a salir de sus labios en unos instantes podría levantar ampollas y despertar odios, Yudel suelta la frase sin pensarlo dos veces: «No soy comunista ni revolucionario, sino fidelista». Aunque reconoce «errores» y admite que la idílica revolución del legendario líder zozobró, a este joven cubano de la cosecha del 80 le entra vértigo al pensar en lo que le depara el futuro a la isla. «No me gustaría nada que el país terminase por rendirse al mercantilismo y al capitalismo feroz, porque eso acabaría con la esencia de la Cuba que yo conocí», dice Yudel con nostalgia de la patria de su infancia.

Pero, al mismo tiempo, reconoce que aquí se siente feliz, porque por fin, después de mucho tiempo, puede vivir dignamente del fruto de su trabajo: «Eso no me pasaba allí, donde el sueldo no me alcanzaba para nada y dependía siempre de la ayuda de mis padres y de mis tíos».

Ahora ve pasar la vida en Caranza, un barrio donde se siente a gusto y en el que ha construido un hogar en el que vive junto sus dos perros Yorkshire, Lía y Niko. «Aunque aquí tengo buenos amigos, ya no salgo tanto como en Cuba; tal vez sea por el clima, pero en Galicia me he vuelto más ermitaño», reflexiona Yudel. Eso sí, lo que conserva intacto es su espíritu caribeño, esa sonrisa permanente en el rostro. «Me parece que la gente de aquí se deprime más y se angustia por todo». ¿Y qué receta contra eso el doctor? «Hay que valorar lo que se tiene y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida».

EN CORTO

Raíces. El abuelo de Yudel emigró de Celanova a Camagüey, donde trabajó como peón de ferrocarriles.

En Galicia. Aunque su padre nació en Cuba, siempre quiso conocer Galicia. Los padres y las hermanas de Yudel dejaron la isla y se asentaron en Ourense en el 2007. Él llegó en el 2013.