El almirante jefe de la Armada honra en Ferrol a su predecesor y gran amigo fallecido

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FERROL CIUDAD

El almirante descubrió una placa acompañado de la viuda de Martorell, María Luisa Domínguez
El almirante descubrió una placa acompañado de la viuda de Martorell, María Luisa Domínguez CESAR TOIMIL

Antonio Piñeiro alabó el apoyo de Martorell Lacave en su primera visita oficial a Ferrol, donde comprobó las obras del único club social sin distinciones para todos los rangos militares

13 jul 2023 . Actualizado a las 23:05 h.

Fueron compañeros en la Escuela Naval Militar, coincidieron en su vida profesional destinados en Ferrol y también confluyeron sus caminos cuando uno, Antonio Martorell Lacave, ostentaba el cargo de almirante jefe de la Armada, y el otro, Antonio Piñeiro, era almirante de Personal. El primero falleció el pasado marzo, y el segundo asumió sus funciones en abril. Eran, además, grandes amigos. Este jueves, en su primera visita oficial a Ferrol como Ajema, Piñeiro honró la memoria de su predecesor, en El Montón, «buque insignia» de los clubes sociales de la Armada, que ha sido sometido a un ambicioso proyecto de renovación, que a partir de ahora llevará su nombre. Junto a la viuda de Martorell Lacave, María Luisa Domínguez, descubrió una placa en la entrada del edificio, en recuerdo de su apoyo prestado en el proceso de rehabilitación.

«Este es el único club que reúne en una misma instalación a las tres escalas», subrayó Piñeiro, quien apostilló que no hay otro con mejores prestaciones en Ferrol. «Hay que cuidarlo, desde el punto de vista de infraestructuras y financiación», admitió, para abundar, dirigiéndose, a los oficiales jóvenes convocados para el acto, en la necesidad «de que vosotros le deis vida». Aunque admitió que no puede ni quiere meterse en las elecciones del tiempo de ocio de sus subordinados, lamentó que se vayan a otras organizaciones, con sedes inferiores.

El Ajema insistió en que «la Armada está haciendo un verdadero esfuerzo» para que este tipo de instalaciones sean del agrado de los militares y sus familias, aunque subrayó que «de nada servirá» si no se usan. 

«Un arma de liderazgo»

Los clubes, como El Montón, constituyen una pieza clave en el bienestar de las Fuerzas Armadas. «La asistencial al personal es un arma de liderazgo del Ajema. Cuando nos vamos, queremos que nuestras familias estén lo más amparadas posible y la asistencia ayuda a eso. La Armada pide con una mano asistencia a las operaciones pero con la otra ofrece una amplia gama de posibilidades», explicó.

Antonio Piñeiro —que antes del acto giró visitas al Arsenal, la escuela de A Graña y el Tercio Norte— subrayó el escenario en el que comenzó a gestarse la mejora de las instalaciones ubicadas en Caranza. «Este edificio costó mucho ponerlo en marcha. Ahora estamos en un ciclo inversor, en el que las Fuerzas Armadas están teniendo financiación para acometer los proyectos, pero esto se empezó a hacer cuando realmente estábamos en el hueso. Yo era almirante de Personal, e iba junto a mi querido amigo y compañero, el almirante general Martorell y lo intentaba convencer, pero en aquel momento era la lucha por las prioridades. No era tan fácil conseguir dinero cuando había miles de cosas que hacer», recordó. Sin embargo, pese a los vientos en contra, «el almirante Martorell, a la primera, y sin vacilación, me apoyó mucho para que esto fuera una realidad», añadió, ante los asistentes, entre los que se encontraba el almirante del Arsenal, Ignacio Frutos. «Realmente, tendría que estar él inaugurándolo, pero no puede ser. Este edificio es iniciativa suya, se debe a su apoyo, es él el artífice de que luzca de una manera tan brillante», insistió. 

Cuidar al personal

Para el Ajema, en su vida profesional, Martorell Lacave le daba una gran importancia al cuidado al personal. «Como Alper, no me he encontrado yo ni una sola pega cuando le planteaba algo referente a las residencias, a las ayudas al personal o a la Asociación Nuestra Señora del Carmen», reseñó.

Piñeiro presidió el acto ante la atenta mirada de la viuda de su antecesor, con la que previamente recorrió las instalaciones. Emocionada, confesó que le había parecido «maravilloso», como el homenaje a su marido.