José María Merino, Premio Torrente Ballester y Nacional de las Letras: «El cuento que buscas está escondido, cuidadosamente oculto»

FERROL CIUDAD

Marcos Míguez

El sello M.A.R. Editor publica una luminosa antología de los relatos de quien ya es, en vida, todo un clásico

19 jul 2023 . Actualizado a las 20:51 h.

 «Querer ordenar una pequeña antología de cuentos de la propia cosecha, integrando inéditos y publicados, tiene el problema de encontrar los textos adecuados», dice José María Merino con esa ironía suya de siempre. Con esa elegante forma de humor que, al mismo tiempo que sus propios libros, lo convierten en un auténtico puntal de una tradición que viene de Cervantes y que, de camino hacia él, pasa por Gonzalo Torrente Ballester. «Es muy difícil -añade el escritor, hablando de sus cuentos y de lo difícil que resulta siempre elegir-. Se escurren, se pierden... ¡Intentas encontrarlos entre lo metaliterario, lo fantástico, lo legendario, las brumas de lo popular...! Pero el cuento que buscas está escondido, cuidadosamente oculto».

El caso es que el sello M.A.R. Editor acaba de publicar una cuidada antología de los relatos del Premio Nacional de las Letras Españolas. Un volumen que lleva por título «El cuento perdido». Un libro que ve la luz al cuidado del propio Merino, y que incluye, además de relatos ya conocidos, cinco cuentos inéditos: los que llevan por título Obligaciones pendientes, Jubilados, Héroe, Exploradores y Vecinos.

«¿Cuentos metaliterarios, postfantásticos, neolegendarios, repopulares...? -se pregunta, irónico, Merino, que en vida ya es todo un clásico-. Al autor le ha costado encontrarlos entre su producción, porque se escondían mientras los buscaba».  Pero «por lo menos -concluye, a través del humor de nuevo- hasta he narrado también el esfuerzo, y eso te sirve de consuelo».

José María Merino, miembro de número de la Real Academia Española, nació en A Coruña en el año 1941, aunque pasó su infancia y su adolescencia en León, tierra de su familia paterna.

Columna vertebral

Aclamado unánimemente por la crítica, a Merino se le considera una de las columnas vertebrales de esa prodigiosa —permítasenos decirlo así— escuela leonesa de grandes contadores de historias de la que forman parte, también —y son solo algunos ejemplos—, Luis Mateo Díez, Julio Llamazares, Andrés Trapiello y el tan recordado Antonio Pereira.

La escritura de Merino, ajena a cualquier clase de moda, habita esa «forma superior de la verdad» que es, en palabras de Antonio Gamoneda, la verdadera poesía.