«No podríamos vivir sin el monte»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

CEDIDA

Los comuneros apelan al uso inmemorial de terrenos forestales para reiterar su titularidad

15 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La batalla por la titularidad de los terrenos sobre los que se asienta la base de la Brilat volvió a escribir esta semana un nuevo capítulo con el juicio por las demandas de los comuneros de Figueirido. Tanto estos, como sus homólogos de Salcedo y Vilaboa, asientan su reclamación en el uso inmemorial que los vecinos han dado a los montes.

«No podríamos vivir sin el monte, sin coger tojo y leña», relató Nemesio Peón durante la vista. Con 81 años rememoró como desde siempre los terrenos en disputa fueron «aprovechados por los vecinos», algo que siguen haciendo en la actualidad. Eso sí, «la leña, como hay otras cocinas, ya no se aprovecha tanto».

En una línea similar se situaron Enrique Barcala, José Portela, Manuel Acuña o Eliseo Boullosa, quien añadió que «si nos faltara el estiércol y el ganado, no podríamos vivir».

Todos ellos, prácticamente octogenarios, defienden el derecho de la comunidad de montes de Figueirido de poner a su nombre dos parcelas que suman algo menos de veinte hectáreas y sobre las que Defensa ha construido un aparcamiento, pistas deportivas y depósitos de agua.

Se trata de una lucha en la que los vecinos ya han ganado su primera batalla, la que libraron en los tribunales sus homólogos de Salcedo. Eso sí, la guerra aún no ha terminado, ya que la sentencia que les dio la razón por la propiedad comunal de 180 hectáreas ha sido recurrida y está pendiente de la Audiencia.

Su demanda es uno de los ejes sobre los que se articula un reciente documental, Comuneiros: 100 anos de vida e loita polo monte de Salcedo, producido por la Sociedade Antropolóxica Galega en colaboración con la comunidad de esta parroquia pontevedresa. «O CIR -Centro de Instrucción de Reclutas-, dentro do malo, que foi moi malo, ainda non foi tan malo como cando nos chegou a Brilat», sostiene ante las cámaras Emilio Veiga.

Este pontevedrés expresa el sentimiento mayoritario de la parroquia: «Non vamos a ceder, nin hoxe, nin mañá, nin nunca».

Para explicar la situación actual hay que retrotraerse a finales del siglo XIX cuando el Ayuntamiento de Pontevedra registró como municipales estos terrenos forestales. En 1905 se estableció el cuartel defensivo, que disponía en las dos parcelas reclamadas por Figueirido de un cochiquera con cerdos, ovejas y dos vacas, según remarcó Nemesio Peón.

En el transcurso de la Guerra Civil, la base se reconvirtió en cárcel para prisioneros del bando republicano. Es algo que aún tienen grabado a fuego algunos vecinos, que recuerdan cómo era habitual ver a los reclusos plantando y recogiendo patatas.

En 1966, el Ayuntamiento cedió a Defensa otras 140 hectáreas para el CIR. Años después llegaría la Brilat y en los ochenta, ya con la Democracia, los comuneros pudieron comenzar su batalla judicial para revocar unas cesiones que consideran ilegales.

Con el comienzo del nuevo siglo, comenzaron las protestas vecinales que se recrudecieron en el 2008 con la aprobación de una franja de seguridad en el entorno del acuartelamiento. En la actualidad se cree que la base puede ocupar el 20 % del monte comunal de Salcedo.

«Os pobres por desgracia teñen que vivir a pe do mar ou a pe do monte para poder vivir», reflexiona Emilio Veiga en el documental dirigido por Rafael Quintía y con la realización técnica de João Bieites. «Agora temos cociñas de butano e esas cousas, pero antes era a lareira de pedra», añade Aurea Pereira para explicar uno de los aprovechamientos forestales: la leña.

Otras necesidades que eran cubiertas por el monte son el pastoreo, la recogida de estiércol para fertilizar, los manantiales para el consumo o el regadío, o la piedra para cimentar casas o construir muros: «Os meus pais senón fora polo monte non sobrevivirían. Non eran capaces de criarnos a nós, mandarnos á escola», mantiene Veiga, uno de los cerca de veinte vecinos que participaron en el documental.