Granjero último modelo en Parga

Dolores Cela Castro
DOLORES CELA LUGO / LA VOZ

FIRMAS

PRADERO

Controla una explotación de 600 madres que está informatizada

13 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Secundino Miragaya, de Parga, forma parte del 1% de los criadores de porcino de la provincia, -el otro es un granjero de Triacastela- con madres gestantes, que no tendrá que hacer reformas para adaptarse a la normativa sobre bienestar animal. La inversión, que rondó los 500.000 euros, la afrontó hace dos años cuando cambió el sistema productivo, eliminó las tradicionales jaulas y las sustituyó por cuadras con espacios más amplios para que sus animales puedan moverse según lo estipulado por la nueva normativa europea. La obra le permitió pasar de 250 animales a los 600 actuales, que le producen anualmente una media de 10.000 lechones. Secundino Miragaya fue más allá y robotizó la alimentación de las hembras gestantes. Está satisfecho con los cambios, dado que el sistema es más cómodo que el de jaulas, pero reconoce que requiere una mayor constancia. «Ten que estar todo moito máis vixiado -asegura- e necesita bastante máis man de obra porque tes que estar pendiente de moitas cousas». Las hembras al poder moverse en la cuadra están más musculadas.

Pienso a la carta

Un programa de ordenador le permite a Miragaya decidir la ración de pienso que le suministra a cada una de las gestantes, en función de las necesidades de cada momento. La alimentación es fundamental en los 115 días que transcurren desde la cubrición hasta el parto. A través de la pantalla controla las que han ido a comer al túnel, que registra la entrada del animal a través de un microchip incorporado en la oreja, la hora en la que lo hizo, en cuál de las máquinas a su disposición y cuánto comió. La tolva suelta de cien en cien gramos de pienso, con lo que se pierde menos que con el anterior sistema, que quedaba parte en el comedero y se estropeaba.

El programa impide que cada cerda entre más de las veces que tiene estipuladas, avisa de si ha comido o no y la separa del resto si tiene que vacunarse. No se suelen despistar, salvo que estén enfermas, y no tienen problemas para entrar en el túnel porque, según asegura Secundino, son animales muy inteligentes, con un sentido especial para localizar la comida y que han recibido un adiestramiento previo.

Para que el sistema funcione, desde el mismo momento en el que llega el animal a la granja de Parga es sometido a un proceso de aprendizaje, mientras pasa la obligada cuarentena, una vez que llega a la granja desde el centro de selección. Se trata de un túnel que suministra comida sin restricciones y las hembras pueden entrar todas las veces que quieran. Perfeccionan conocimientos en otra sala previa a la de la gestación, donde entran después de que el veterinario confirme que la cerda está preñada. Lo hace mediante una ecografía, que le permite ver el número de animales que van a nacer.

Durante el parto y hasta los 28 días, en que los lechones alcanzan un peso de unos 6 kilos, las madres están en unas jaulas especiales que impiden que mate a las crías al cambiar de posición.

La media de hijos por camadas nacidos vivos es de 11,5, que a los seis meses van camino del matadero.

El futuro

Secundino Miragaya asegura que el sector lleva cuatro años «sufrindo dabondo e non sei o que nos quedará». «Cos precios que hai -abundó- tanto nos cereais coma na venta dos animais estás sempre perdendo cartos». El sector está sufriendo las consecuencias del imparable incremento del precio de los piensos que cuestionan la rentabilidad de este negocio.