Borriquito como Vigo

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Peret narra la historia de un vigués en el mayor éxito mundial de la rumba

27 ago 2014 . Actualizado a las 15:36 h.

En 1971, Pere Pubill Calaf, aclamado como Peret, llevó la rumba a dar la vuelta al mundo. Su tema Borriquito fue número uno en Suecia, Holanda y Alemania, en este último país durante siete semanas consecutivas. Aquella música jovial y llena de ritmo se convirtió en un éxito en pleno bum del turismo europeo en el Levante. «De la letra no entendían nada; como mucho el tururú», bromea hoy Peret, «pero a los nórdicos les sonaba a fiesta y les encantaba».

Lo curioso es que tampoco muchos de sus compatriotas saben que Borriquito habla de un tipo de Vigo y que es una «canción protesta», como asegura Peret desde su casa de la Costa Brava: «En ese tema me rebelo contra cierto papanatismo de cantar en inglés e imitar a los grupos de fuera, algo que comenzó entonces y que continúa ahora».

La letra lo deja claro: «Canto al mundo entero. / Y con este acento / Parezco extranjero / Pero soy de Vigo / Me hago llamar Peter / Y mi nombre es Pedro». En el estribillo, el protagonista reconoce que, mucho cantar en inglés, pero él es «borriquito como tú, tururú, que no sabes ni la ú».

«No creo que haya que imitar otras culturas para gustar», medita hoy Peret, «un gallego puede encontrar referencias en su tradición musical y yo las encontré en la rumba, que es un sonido mestizo, que viene del flamenco, del rock y de los mambos de Pérez Prado».

¿Pero quién es ese Pedro de Vigo que protagoniza Borriquito? Peret afirma que es él mismo: «Yo amo a los gallegos; los he conocido sobre todo fuera, en Suiza, en Alemania, en América... los he visto llorar cuando cantaba, he visto la emoción de aquellos emigrantes y, al escribir esa letra, me quise hacer gallego y vigués».

El propio Peret fue emigrante en Argentina en los años 50 hasta que una discográfica se interesó por un disco que dejó grabado en Barcelona. Luego, llegó el éxito como Una lágrima y comenzó unas giras que le llevaron a Vigo en varias ocasiones. «¿Quién dice que sea una ciudad fea? Vigo es preciosa, con esa ría que es una maravilla», exclama ofendido el artista. Además, asegura que el nombre de la ciudad le gusta: «No me rimaba en la canción, pero eso de Vigo es que suena bien».

Como todos los de su generación, tiene presentes sus galas en Luar: «A mí en Galicia siempre me han tratado estupendamente», dice, «he llegado a ir a la tele gallega hasta con muletas, después de una operación». Su canción «viguesa» es una de sus preferidas: «Me abrió las puertas internacionales, porque la cantaba todo el mundo, en Alemania, en Suecia, en Holanda, en Finlandia...» Tanto éxito tuvo el Borriquito que, en el Festival de Eurovisión de 1974, donde concurrió con Canta y sé feliz, los suecos de Abba estaban convencidos de que ganaba Peret. Porque en su país sonaban más sus rumbas que aquel Waterloo que estaba predestinado a triunfar, ya que el certamen se celebró en Brighton y los ingleses escuchan ese nombre, como Trafalgar, y se entusiasman.

No quería ir a Eurovisión

«Reconozco que la canción de Abba era mejor», afirma Peret con modestia, aunque también cree que padeció el boicot internacional: «Yo no quería ir al festival; llegaron a decirme que, si no había hecho el servicio militar, ir a Eurovisión iba a ser mi mili y que tenía que ir», recuerda. El problema es que, unas semanas antes, la dictadura había ejecutado a garrote vil al anarquista Salvador Puig Antich. Y había movilizaciones en toda Europa contra el franquismo. «No era el mejor momento para ir por ahí representando a España», ironiza el cantante y compositor de Mataró.

El resto de su carrera es bien conocido. Llegaron luego otros éxitos, como Saboreando. Hasta que, en 1982, decide retirarse de la vida pública y dedicarse a la vida pastoral en la Iglesia Evangélica. Su regreso a los escenarios, en 1992, convirtió su tema Gitana hechicera, dedicado a Barcelona, en uno de los éxitos de los Juegos Olímpicos.