«No tengo amuletos ni rutinas ni citas que repita como un mantra»

FUGAS

María Dueñas
María Dueñas cedida

Bodegas establecidas por indianos legendarios que regresan a la patria y carambolas del destino aguardan al lector de la tercera novela de María Dueñas. La superventas que creció con los libros de las Brönte y con las aventuras de «Los cinco» se define como una mujer «razonablemente normal» y se da una nueva oportunidad para reinventar la historia  

17 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Decir su nombre es degustar el éxito, tener la primera frase de una historia. Tras el bum de El tiempo entre costuras y su Misión Olvido, María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) se aventura a volver al evocador Jerez de las bodegas del XIX con su tercera novela, La templanza. ¿La empezamos con un vino? «Aconsejo degustarla con una copa de un buen jerez, porque gran parte de la novela destila ese sabor legendario. Un palo cortado, por ejemplo, un oloroso seco, o un fino bien frío». Lectora omnívora y voraz, la autora dice que hacer un libro es un proyecto fascinante que acaba siendo una aventura de equipo.

-Más de 25.000 seguidores en Facebook, una ventana a su obra desde la que vivimos el proceso de creación de La templanza, desde su entrada en máquinas hasta la gira de presentación. Hacer una novela parece ser mucho más que escribir un libro...

-Tiene una parte muy creativa e individual. Como autora gestas y tejes tu propia historia, te documentas, visitas los e-escenarios, compones las tramas escena a escena, frase a frase. A lo largo de ese tiempo vives con la novela dentro, es algo íntimo que crece día a día: te acuestas y te levantas con ella en la cabeza. No obstante, hay también una etapa final en la que la novela se transforma en una aventura de equipo. 

-Su novela es la gran apuesta de Planeta para la primavera. Esta vez se propone seducir al lector llevándolo a México, a Cuba y a un Jerez legendario. ¿Por qué estos escenarios?

-Mi intención inicial fue volver la mirada hacia ese espléndido Jerez de medianos del siglo XIX, lleno de bodegas y con un rico comercio con Inglaterra. Algunas de esas bodegas fueron establecidas entonces gracias a los capitales que traían aquellos legendarios indianos que retornaban a la madre patria dispuestos a invertir sus caudales en negocios prometedores, como lo era el sector del vino jerezano. Dotar de un pasado consistente a mi personaje Mauro Larrea, que conserva la fachada de un rico triunfador procedente de las Américas pero en realidad esconde una debacle financiera, es lo que me lleva a México, su país de adopción, donde se enriquece y se arruina, y después a Cuba, donde se intentará recomponer. Desde allí, por una serie de carambolas inesperadas, cruzará el Atlántico para llegar a Jerez.

-¿Qué encanto tiene el XIX?

-Elegí los primeros años de la década de los sesenta de ese siglo porque me parecía un punto de inflexión en muchos entornos. Frente a un decadente imperio español en Ultramar, Jerez se afianzó dentro de nuestras fronteras como un entorno muy próspero, con una economía boyante, con una poderosa burguesía bodeguera y sólidas e interesante relaciones internacionales...

-Tres novelas y el primer protagonista masculino. ¿Cómo es Mauro Larrea?

-Es muy atractivo: un español impulsivo y tenaz que enviuda jovencísimo y, como tantos hombres de entonces, decide emigrar a América en busca de oportunidades. Trabajará duro en las minas de plata mexicanas, se convertirá en un emprendedor, será un tipo admirado... Hasta que un golpe de mala fortuna lo arruine y le obligue a luchar por recomponerse.

-¿Cuál es la debilidad de este luchador porfiado?

-A pesar de ser un hombre fuerte, solvente, bragado en mil batallas, Mauro Larrea es también profundamente humano. Sus hijos, a los que tuvo muy joven y crio solo tras enviudar, constituyen su preocupación fundamental. Es muy amigo de sus amigos, un hombre de palabra y de ley. Y aunque la pasión le llegue en el momento más confuso e inoportuno de su vida, mantiene su capacidad para volverse a enamorar y ser capaz de darlo todo por una mujer. 

-Ellas, las mujeres, son muy poderosas en esta novela.

-Lo son, absolutamente. Carola Gorostiza, Soledad Montalvo... Se trata de caracteres muy potentes, mujeres envueltas en claroscuros que se enfrentan con uñas y dientes a sus propios problemas. Inteligentes, seductoras y a veces desconcertantes. El peso femenino en La Templanza es fundamental. 

-¿Somos distintos hombres y mujeres en el amor?

-Pues supongo que sí, como en tantas otras cosas...

-Una máquina de escribir reventó el destino de Sira, un revés le cambia la vida a Mauro Larrea. Cuéntenos sobre usted. ¿Cree en el destino... o lo llamamos azar? 

-El azar existe, pero, por fortuna, los humanos también tenemos el criterio, el raciocinio, la voluntad. A menudo oigo que mi novela El tiempo entre costuras cambió mi destino como si hubiera sido un premio de la lotería, un toque de varita mágica; no lo considero así. Tras mi libro había horas infinitas de trabajo, una larguísima trayectoria como lectora y años de formación intelectual y profesional.

-Pero ese debut explosivo en la novela debió de cambiar su vida cotidiana...

-Cambió mi proyección profesional, pero no alteró los pilares de mi vida ni me convirtió en otra persona distinta a la que era.

-¿La condicionan la crítica o el lector al escribir?

-No, no me condicionan. Los respeto, pero si me dejara llevar por su criterio, sería terrible: no me sentiría libre para escribir como lo hago.

-Es usuaria de redes sociales. ¿Ayudan a comunicar sentimientos o limitan la libertad y las relaciones?

-Ayudan a comunicarse, pero conllevan servidumbres y efectos que no me gustan. Sin tener nada en contra de quienes actúan de otro modo, yo solo uso las redes sociales para hablar de mis libros y actividades profesionales. No me interesa contar públicamente nada más de mí. 

-Entre sus últimas recomendaciones literarias Coetzee se codea con Enid Blyton y Emily Brönte.

-Siempre he sido una lectora omnívora, leo mucho y de todo. Crecí con Enid Blyton, leí a las hermanas Brönte en mi juventud, a Coetzee llegué con la madurez... 

-También creció con Los Cinco, ¿cuál era su favorito? 

-Jorge: la chica que se pasaba la vida en pantalón corto, con su perrazo Tim y su padre científico medio loco. Original, rebelde, vivía fuera del sistema... Nada más distinto de la vida de los niños españoles de los 60 y 70.

-¿Cómo definiría a la mujer que es hoy María Dueñas?

-Independiente y adaptativa. Carezco de manías o necesidades insalvables. No tengo amuletos, ni rutinas, ni citas que me repita como un mantra. Soy, en esencia, una persona razonablemente normal.

La templanza. María Dueñas. Editorial Planeta. 530 páginas. 21,90 euros