Leo Bassi: "Provocador es Rodrigo Rato, no yo, que pago todos mis impuestos"

FUGAS

Al igual que su admirado Prisciliano, Leo Bassi emprende una misión evangelizadora desde el patolicismo, un alegato humanista y espiritual de la risa como dogma sagrado. El cómico oficiará sus «misas» en As Pontes y en Santiago, ciudad que considera «liberada» tras la marcha de Conde Roa y a la que pretende exorcizar de su pasado político

24 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Niega la mayor. «Provocador es Rodrigo Rato, no yo, que pago todos mis impuestos», espeta Leo Bassi desde el altar del Paticano, el templo que ha levantado en Madrid y que tiene como deidad a un pato de goma amarillo. Ataviado con una extravagante vestimenta que combina la estética circense y la cardenalicia, el cómico ejerce como sumo pontífice del patolicismo, «una verdadera religión que sacraliza el humor y la risa como expresión del más alto intelecto humano», y que tiene su escenificación ritual en la misa patólica.

-¿Qué es exactamente la Gran Misa Patólica?

-Es una misa laica, creada para difundir mis ideas humanistas. Una misa oficiada por un payaso que tiene por misión que la gente se descojone de la risa. Si bien, al mismo tiempo, es un misa hecha desde la espiritualidad. Yo busco sacralizar la risa. Pero sin los dogmas de la religión.

-¿Cuál es el dogma que más le indigna?

-El monoteísmo. Esa idea de un único dios, macho y todopoderoso, me parece la antecámara del fascismo.

-Vuelve a actuar en Santiago, cosa que no puede decir Gerardo Conde Roa, que ya ha desaparecido de la escena.

-Esos son los milagros del dios pato [se ríe]. Para mí es un pequeño triunfo personal. Que aprendan que el poder desaparece pero que el humor siempre se queda.

-¿Por qué les molesta tanto el humor a los políticos?

-Los políticos viven de utilizar el miedo y el humor neutraliza ese temor. Cuando tú empiezas a reírte de algo le pierdes el miedo. Y por lo tanto les estamos quitando el instrumento de su poder.

-¿Quién provoca al provocador?

-Yo no me considero provocador. Me considero un hombre muy racional. Para mí los provocadores son esos que hablan de defender al pueblo y después los joden con las preferentes. O los que gestionan todo ese dinero negro que dejan los peregrinos en los cepillos. O Rodrigo Rato, ¡ese sí que es un provocador! Yo hago espectáculos aquí y en el extranjero y todos mis impuestos los pago en España. ¿Y me tachan a mí de provocador? A mí lo que de verdad me provoca es la ignorancia y la impunidad.

-En el 2004 usted reventó un mitin de Rodrigo Rato en el parque del Retiro...

-Sí, sí, porque era un mentiroso. Ahora la gente se escandaliza con lo que ha hecho, pero hace más diez años ya sabíamos muy bien quién era este personaje. Yo intenté a mi manera despertar conciencias. Como bufón mi función es reírme en la cara de los sinvergüenzas.

-Lo acusaron entonces de «abusar» de la libertad de expresión.

-La libertad de expresión se tiene o no se tiene. Es imposible abusar de ella.

-¿Dónde están los límites?

-La libertad de uno finaliza donde empieza la libertad del otro. Pero desde luego poder llamar mentiroso a un mentiroso forma parte de los derechos democráticos.

-¿Ve razones para proclamar el optimismo?

-Como bufón, como cómico y como payaso llevo el optimismo en mi ADN. Si no fuera optimista no podría hacer mi trabajo. Estamos viviendo una época de una gran crisis, sí, pero en la historia reciente de Europa y de España ha habido momentos muy trágicos, con miles de muertos en las calles. Y eso no podemos olvidarlo. Respecto a la situación política de España me parece que las nuevas alternativas y las inquietudes que manifiestan los jóvenes demuestran que hay una intención de querer cambiar las cosas. Y ese también es un motivo para estar contento.

-¿Tiene la sensación de estar ante un tiempo nuevo?

-Tengo la sensación de que estamos pasando de una época histórica a otra época histórica. Advierto un cambio radical en la sociedad que tiene buena parte de su fundamento en internet, ya que nos permite ser informados como nunca antes lo fuimos. Desde luego este cambio no se consigue en un día. Es un proceso lento y del que desconocemos sus consecuencias. Pero no me asustan porque el placer de vivir está en luchar.

-En Twitter ha criticado de forma airada el eslogan de Ciudadanos, «el cambio sensato».

-Es que eso del cambio sensato nunca ha sido cierto en la historia de la humanidad. Un cambio siempre supone un riesgo. Puede salir fantástico o puede resultar peor, pero no se hace nada si no se arriesga. El cambio sensato es un oxímoron, una contradicción en sí misma. De todos modos, a mí el chico ese de Ciudadanos, tan joven y con esos trajes y esas corbatas, que parece que trabaja para una inmobiliaria, no me gusta. Aunque tengo 63 años y estoy calvo, yo soy más de coleta. Me da bastante miedo que Ciudadanos no sea más que una marca blanca del Partido Popular.

-Por cierto, ¿hay electricistas en la iglesia «patólica»?

-[Ríe] Lo más horriblemente divertido de esa historia es lo cutre que fue todo. Es que estamos hablando de gente que habla en nombre de los valores más profundos de la sociedad, a los que dicen que representan. Nosotros en el Paticano somos más honestos y sinceros en nuestras intenciones. Eficaces, ya se ve que no somos muy eficaces, pero honestos lo somos mucho más que los que tienen las llaves de las catedrales.

As Pontes. Cine Alovi. Hoy. 21 horas. 10 euros

Santiago. Paraninfo de la Universidad. Mañana. 18 y 21 horas. 10 euros