¿Qué le debemos a la Ilustración?

FUGAS

Anthony Pagden combina una brillante investigación sobre los elementos distintivos del fenómeno de la Ilustración con una apasionada defensa de sus aportaciones

31 jul 2015 . Actualizado a las 10:13 h.

«Hoy en día, la parte más educada de la población, al menos en Occidente, [?] cree en la posibilidad de mejorar el mundo en el que vivimos mediante la ciencia y el conocimiento; y [?] cree también en la existencia de una naturaleza humana [?] muy parecida en todas partes; en que la justicia que vale para los alemanes vale también para los hausa; y en que lo que quiere para sí mismo un hombre puede quererlo también una mujer.

Esto es, aunque ni niegan la importancia de las culturas ni el respeto a las diferencias, solo las aceptan cuando esas culturas se atienen a unos niveles mínimos de ética que todo ser racional es capaz de entender. Y creen que, si bien muchos de los derechos que disfrutamos nos vienen dados por los Estados en que habitamos, nos asisten también otros en virtud de nuestra condición humana. Y nos asisten tanto si hemos nacido en Madagascar como si somos mexicanos, hombres o mujeres, negros o blancos, cristianos, musulmanes o hindúes. Nos asisten sola y exclusivamente porque pertenecemos a la especie homo sapiens sapiens, con todo lo que esto implica [?] Si pensamos así es gracias a la Ilustración». Quien esto escribe, casi al final de un libro inmenso, no solo ni sobre todo por sus 542 páginas plenas de cultura filosófica e histórica, es Anthony Pagden, profesor en Oxford, Cambridge, Harvard o John Hopkins, quien combina una brillante investigación sobre los elementos distintivos del fenómeno de la Ilustración con una apasionada defensa de sus aportaciones, sin las que sería inconcebible el mundo en el que vivimos: el laicismo, los derechos humanos, el cosmopolitismo, la confianza en la ciencia, el racionalismo, o la economía de mercado: 

«Si nos consideramos modernos, progresistas, tolerantes y, en general, de mentalidad abierta, si no nos asusta la investigación de las células madre y sí las creencias religiosas fundamentalistas ?subraya Padgen? tendemos a considerarnos ilustrados». Por eso, aunque el título original del libro en su edición inglesa es solo La Ilustración (The Enlightenment) no puede considerarse más que un acierto la decisión de Alianza Editorial de añadirle un subtítulo (Y porque sigue siendo importante para nosotros) literalmente tomado de la frase con la que el autor lo cierra. Y es que Padgen, que profundiza en el movimiento ilustrado a partir de sus aportaciones esenciales (desde la ruptura radical con el mundo petrificado del Ancien Régime hasta la importancia del racionalismo científico, pasando por la defensa de la gran sociedad humana o por aquella centralidad de la empatía a la que, siguiendo al Adam Smith de la Teoría de los sentimientos morales, dedicó Lynn Hunt hace años un libro inolvidable: La invención de los derechos humanos), los reivindica en un momento en que el huracán de libertad que supuso la Ilustración se ve discutido. 

No solo desde ciertos sectores académicos (por ejemplo, por muchos de los llamados comunitaristas), sino también desde los movimientos sociales o políticos que se le enfrentan a lo pequeño (el creacionismo, la reacción frente a las vacunas o el fundamentalismo de los telepredicadores) y a lo grande: el renacer de los nacionalismos identitarios y excluyentes o el fundamentalismo islámico, con los que, desde lugares y posiciones divergentes, se dirige fuego de mortero contra el espíritu ilustrado y sus conquistas. Contra una sociedad en la que, como dejó escrito Immanuel Kant, «el hombre aún no siendo bueno por sí mismo [?] se verá obligado a ser un buen ciudadano».