«Rabinovich era único, su papel tenemos que hacerlo dos»

FUGAS

Ballesteros / EFE

Pocas noticias más tristes pueden darse que la muerte de aquel que se dedicó a hacernos disfrutar de la vida. El cómico Daniel Rabinovich fallecía el pasado mes de agosto dejando huérfanos a generaciones de seguidores de Les Luthiers que encontraban en su persona y sus personajes la quintaesencia de la carcajada. Pero los argentinos siguen su camino con el profundo hueco dejado perfectamente cubierto por Tato Turano y Martin O'Connor

20 oct 2015 . Actualizado a las 17:37 h.

Con el fallecimiento de Daniel Rabinovich muchos dudamos de la continuidad de Les Luthiers. Una personalidad humorística sin parangón que era casi la marca de la casa en cuanto a comicidad se refiere. Pero los argentinos entienden a la perfección aquello de «el espectáculo debe continuar», hasta el punto de poner a dos actores que se ocupan del papel de este genio irrepetible. Hablamos con los responsables de tan complicado cometido.

Pregunta. ¿Cuesta acostumbrarse a la ausencia de Rabinovich?

Tato Turano. Aún estamos de duelo, pero lo vamos pasando, precisamente, trabajando. Su ausencia se nota mucho, aunque en cierta manera estábamos ya preparados. El último show que hizo Daniel con nosotros fue en enero, y a partir de ahí ya no pudo trabajar más. 

Martín O'Connor. Aunque todos sabíamos cuál sería el final, cuando sucede el golpe es igual de duro. Lo que hacemos es homenajearle cada noche que salimos al escenario. El espectáculo debe continuar, entre otras cosas, porque ese era su deseo expreso, que Les Luthiers continuasen.

P. Y ha recaído sobre ustedes la responsabilidad de ocupar su lugar sobre el escenario.

T. T. El papel de Daniel lo llevamos entre ambos, yo con la parte musical y Martín con la actoral.  

M. O. Es una tarea muy difícil. Afortunadamente, mi personalidad es muy parecida a la de Daniel, tenemos el mismo tipo de humor, y eso hace que no tenga que actuar de Daniel Rabinovich, sino que simplemente me dejo llevar. Además, estoy muy amparado y ayudado por Marcos Mundstock, que es el compañero eterno de Daniel. Hemos encontrado ya una buena química, lo que es fundamental en temas de humor. Pero sí que es cierto, reemplazar la imagen de Daniel, que era increíble, es imposible. No hay que verlo como un reemplazo, eso es cambiar una pieza por otra idéntica, y en este caso no es lo mismo. Daniel Rabinovich había uno solo, era único. De hecho, tenemos que ser dos los que nos hagamos cargo de su papel. Todo lo que hacía él es muy difícil encontrarlo en un solo artista.

P. ¿Qué tal llevan el peso de saber que el público estará especialmente pendiente de ustedes?

T. T. No sé si llamarlo peso, pero teniendo en cuenta que el que falta es Daniel, desde luego la responsabilidad es muy grande.

M. O. Este espectáculo concretamente lo veníamos haciendo desde que Daniel tuvo su primer episodio cardíaco en el año 2012. Así que el sexteto, porque Les Luthiers se ha convertido en sexteto, está ya muy consolidado encima del escenario. Eso no quita que ante la muerte de Daniel el foco del público esté precisamente ahí, en el hueco que ha dejado y que intentamos llenar nosotros. Afortunadamente, la respuesta del público está siendo maravillosa.

P. Supongo que ahí tendrá mucho que ver el repertorio, que sigue funcionando.

M. O. Es que está todo tan bien escrito... Marcos cuenta siempre que Daniel no escribía, que los textos suelen ser del resto de integrantes del grupo. Pero era el control de calidad, el que le pone la fresa al postre. A lo escrito le agregaba su espontaneidad y su ingenio durante los ensayos. Y esas ideas se conservan, lo que hace que siga presente en cierta manera.

P. Vienen con ¡Chist!, una especie de grandes éxitos.

T. T. Algo así. Es una antología que contiene piezas de distintos espectáculos. Se han extraído las piezas que más han gustado a lo largo de los años. O, al menos, las que más nos han gustado a nosotros. Estrenamos este espectáculo en Buenos Aires hace ya tres años y tuvo tanto éxito que decidimos traerlo a España. 

P. Pero no es solo una colección de canciones, sino que tiene su parte teatral también.

T. T. Claro, es una mezcla de música con la parte teatral. Sí es cierto que en esta ocasión todo está ensamblado de otra manera, pero no es un recital de canciones sin más. Es un show de Les Luthiers completo. El hilo conductor deriva de Himnovaciones, una pieza en la que dos políticos corruptos van a encargarle a un músico popular la modificación del himno nacional. 

P. Corrupción, un tema muy de actualidad...

T. T. Eso es lo que sucede con Les Luthiers. Al estar las obras escritas de un modo atemporal se pueden utilizar en cualquier momento y siempre resultan actuales. Pero en este caso sí que da en el clavo, porque el tema de la corrupción política es más de ahora que de hace veinte años, cuando fue escrita realmente. Aunque no hace alusión a ningún aspecto actual. De hecho, no se ha cambiado nada, se ha respetado el texto tal cual era.

P. Pasa con otros temas suyos. Por ejemplo, Solo necesitamos, que la interpretan en este espectáculo, podría haber sido compuesta ahora.

T. T. Precisamente esa canción es la primera vez que la vamos a tocar en España. De hecho, aunque sea muy vieja, es la única del espectáculo que nunca fue representada aquí, aunque no logramos recordar por qué motivo no llegamos a interpretarla en su momento. 

P. ¿Cómo es posible que lleven la cuenta de lo que han interpretado o no en cada lugar donde han actuado?

T. T. Es que tenemos un museólogo, Carlos Núñez Cortés, que es un fanático de todo tipo de estadística y lleva un control riguroso sobre este tipo de asuntos. Seguro que si le preguntamos hoy ya ha averiguado el motivo por el que no llegó a estrenarse en España.

P. ¿Cómo escogen los temas que componen una antología como esta?

T. T. Se hace por sistema democrático. Cada uno escoge una cantidad determinada de números que quiere meter en el show, se ponen en común y las coincidencias se quedan y las divergencias se discuten hasta tener un espectáculo que ronde las dos horas. Y después viene la prueba de fuego. Estrenamos generalmente en Rosario (Argentina) y siempre incluimos más material del que queda finalmente. Probamos directamente con el público qué es lo que más hace reír y lo que no termina de funcionar, hacemos los recortes oportunos y de ahí sale el espectáculo definitivo. Con ¡Chist! estamos especialmente satisfechos. Claro, es una selección de lo mejor.

P. En breve celebrarán sus bodas de oro. ¿Están preparando algo para este 50.º aniversario de Les Luthiers?

T. T. Sí, claro. Pero no te puedo adelantar mucho, como comprenderás. Cuando celebramos los cuarenta años hicimos una exposición, así que para los cincuenta habrá una movida muy fuerte. Con espectáculo incluido, claro. En el 2017, que es el año del aniversario, estrenaremos otra antología con lo mejor de lo mejor. Pero no digo más.

P. ¿Cuál es el secreto para estar medio siglo en primera línea?

T. T. Carlos López Puccio suele decir que hay una gran dosis de suerte en poder llevar adelante un proyecto creativo tan personal y que guste a la gente. Pero lo fundamental es no abandonar nunca el objetivo, hacer reír al público sin hacer concesiones, siempre buscando la excelencia.

M. O. Son varios factores, de entrada que Les Luthiers siempre han intentado hacer un humor universal, no puramente argentino. Lo único que se cambia cuando hacemos un espectáculo en otros países son cuatro o cinco modismos locales. Y, sobre todo, el respeto que Les Luthiers tienen por el público. Se trata a quien acude a los shows como a una copa de cristal, y ahí radica el secreto del traslado de generaciones. Ver en la butaca al abuelo, el padre y el niño riéndose de la misma forma no es fácil de conseguir.

VIGO. Auditorio Mar de Vigo. Del 20 al 24 de octubre. 21 horas. Desde 55 euros