Un desvío en la ruta acostumbrada

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa PERIFERIAS

FUGAS

10 mar 2017 . Actualizado a las 05:35 h.

John O’Hara es uno de esos escritores que hace del fracaso su forma de vida. No es que su vida fuese un completo fiasco. En absoluto. Fue, por citar solo un ejemplo, uno de los grandes autores de relatos del New Yorker. En la exquisita cabecera neoyorquina publicó 274 cuentos, lo que lo convirtió en algo más que un icono de la distancia corta en la literatura norteamericana.

Antes de largarse al otro mundo, John O’Hara nos dejó 31 libros, un puñado de guiones de Hollywood y muchas noches donde el alcohol y la literatura se despachaban a partes iguales.

Ahora que tan de moda está hablar de los personajes femeninos, habría que volver a leer a este yanqui de origen irlandés para comprobar cómo sus mujeres emergen del papel. Sus protagonistas no son caricaturas, ni estereotipos, sino que son de verdad, en el sentido más profundo y literario de la palabra verdad. Y lo demuestra una vez más en las dos nouvelles reunidas por el sello Contra en Natica Jackson.

A O’Hara le gustan las mujeres con claroscuros, matices y aristas. Y para contarnos cómo son las pone a hablar y hablar con otros personajes. Porque los diálogos, estos soberbios intercambios de frases que nos hacen evocar aquellas conversaciones para enmarcar del Hollywood clásico, son el género donde John O’Hara desata toda su sensibilidad e inteligencia. Y estas dos nouvelles hasta ahora inéditas en castellano ?Natica Jackson y A noventa minutos de aquí? son una muestra colosal de esa maestría.

En la primera, el autor nos lleva a uno de sus puntos preferidos. Justo a una de esas encrucijadas en las que una biografía pasa de una apacible felicidad a un vendaval. Todo se precipita cuando un día, mientras volvía a casa desde el estudio en su pequeño Packard, la actriz se desvía de la ruta acostumbrada. Uno de esos giros que lo cambian todo. Como cuando el joven O’Hara ?completamente ebrio? fue expulsado del instituto la víspera de su graduación y perdió la oportunidad de estudiar en Yale. Entonces decidió irse a Nueva York y ser escritor.