Reírse de uno mismo en clave pop

FUGAS

Santi M. Amil

Programador, disc-jockey, camarero y melómano, el ourensano Isaac Pedrouzo se estrena con un descacharrante libro de relatos cortos. ¿El argumento? Su vida

21 abr 2017 . Actualizado a las 20:09 h.

Isaac Pedrouzo (Ourense, 1981) se confiesa: «Hasta la tercera vez que fui adulto era un desastre con las mujeres». Esa particular madurez coincidió con su tercera novia seria. «Es un poco como el tercer disco de un grupo, con el que se confirma su trayectoria o cae en la irrelevancia», señala. ¿Y el de Isaac es un buen tercer disco, tipo Una semana en el motor de un autobús (1998) de sus queridos Los Planetas? «Podría ser. Con el Super 8 (1994) veías que había algo importante. Con el Pop (1996) ya no sabíamos muy bien qué pasaba. Y llegó ese y sí», se ríe. Ahí, en esa mezcla de tropezones sentimentales, inocencia intermitente y cultura pop, se encuentran las claves de Todo tiene una historia, su inesperado primer libro.

Una reflexión en su Facebook surgida tras un surrealista encuentro con un curioso en el Café PopTorgal de Ourense (el local que regenta con su hermano David) lo precipitó. «Decía que era un apóstol, que nos veía un poco homosexuales en la puerta y que estaba preocupado por lo que hacíamos dentro», recuerda. «De los diez minutos de esa conversación -continúa-, escribí unas líneas en mi Facebook. A la gente le gustaron. Luego, hice más y establecí una especie de rutina. Hasta que Mont Ventoux me ofreció sacar un libro con ellos».

ISAAC PEDROUZO EN EL TORGAL DE OURNSE
ISAAC PEDROUZO EN EL TORGAL DE OURNSE Santi M. Amil

Adentrarse en las páginas de este debut supone reír, reír y no parar de reír. También sentirse identificado con esas microhistorias. Hablan de una infancia en provincias con ropa de imitación. De ligar eufórico por la noche y perderse sin llegar nunca a la discoteca en la que esperaba la chica. O de borracheras con bebidas hipsters ahogadas en vómitos vergonzosos. El autor casi siempre se asoma al sonrojo. Algunas veces se precipita directamente, como una especie de Woody Allen de la era indie. La tentadora imagen inmaculada que uno mismo fotografía queda aparcada. «Se debería evitar siempre el ego -reflexiona-. Haber hecho algo malo en la vida o haberte puesto en ridículo es lo normal. Hay que tomarlo de manera natural y no andar ajustando cuentas con uno mismo siempre. Reírse es lo mejor. Pensar en lo que pasó la primera vez que fuiste con una chica a la cama y no reírte de ello sí que no es normal».

Siempre la música sonando de fondo 

Pedrouzo, que firma semanalmente la columna Esto no es Oregón en la edición ourensana de La Voz, es un melómano. Se refleja claramente en el libro. La música fluye de continuo entre las líneas de Todo tiene una historia. «Es que en mi vida es importantísima», subraya. «A lo mejor no recuerdo la cara de una chica con la que me enrollé, pero sí la canción que estaba sonando mientras nos dábamos el lote», explica. Cada relato lleva el título de una canción. «Siempre hay una conexión. A veces porque es la canción que estaba sonando cuando ocurrió. Otras, mientras la escribía».

Por sus páginas se pasean Oasis, Tórtel, Los Nastys, Weezer, Wilco, The Last Shadows Puppets o Woods entre muchos otros. Filias que, a veces, se combinan con fobias. En uno de sus relatos asegura que mantener el Nevermind de Nirvana fuera de la vista es una de las cosas que tienes que hacer cuando te independizas. «Es un disco que a mí nunca me llegó, con el que nunca pude tener una conexión pese a que era el que la flipaba a todo el mundo», argumenta.

Pero, sobre todo, aparecen las mujeres. Y especialmente un tipo: maduras y exuberantes. Lo que hoy se conoce como MILF. «La imagen de los noventa de Marlene Morreau y Natalia Estrada, que eran mayores cuando yo era adolescente, me marcó. Llevo dentro aquellas sesiones de la revista Man y Primera Línea», sonríe. En el libro relata cómo ligó una vez con una, creyéndose un gigoló. El final será mejor que lo descubra el lector. Se reirá. Sin duda.