«El buenrollismo no es una moda, es una actitud»

FUGAS

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Amparo Sánchez deja de nuevo paso a Amparanoia. Al menos en este 2017. La cantante celebra los 20 años de «El poder de Machín» con un disco y una gira que hará escala en el festival SonRías Baixas (Bueu, del 3 al 5 de agosto)

22 jul 2017 . Actualizado a las 09:56 h.

Corrían los años en los que Manu Chao se alzaba con la condición de ideólogo de la rebeldía y del mestizaje musical. Y en aquel contexto de festiva subversión surgió ella. Un disco repleto de incontenibles himnos de esencia fronteriza que lo mismo coqueteaban con las rancheras que con el rock, con el bolero o los ritmos africanos y que le bastó para convertirse poco menos que en musa de aquel movimiento. Ese disco fundamental era El poder de Machín. Después llegaron otros cinco más hasta que en el 2008 Amparanoia decidió orientar su proyecto hacia una vertiente más personal y presentarse sencillamente como Amparo Sánchez. Desde entonces apenas ha habido crónica o entrevista en la que no surgiera la cuestión de si algún día resucitaría a Amparanoia. Pues bien, esa resurrección ha llegado.

El motivo que lo ha propiciado ha sido la conmemoración de los 20 años de la edición de aquel primer trabajo. Amparanoia lo celebra con una gira en la que recupera a cinco músicos de su formación original y en la que revisita sus ya míticas canciones de aquella época. Y con un disco, El coro de mi gente, en el que le da una vuelta de tuerca al asunto de las colaboraciones. En lugar de pedir a músicos amigos que colaborasen con ella, les pidió que interpretasen un tema suyo y sobre esa interpretación ella hizo sus aportaciones. Entre los ilustres invitados figuran Manu Chao -cómo no-, Macaco, Fito Cabrales, Depedro, Chambao, La Pegatina, Sargento García, Calexico o Fermín Muguruza.

-¿Qué diferencias hay entre la Amparanoia del 97 y la de hoy?

-Hoy soy mucho más profesional, pero el espíritu se mantiene. Me estoy dando cuenta de que el repertorio y las reivindicaciones de las canciones siguen vigentes. Y me lo reafirma el hecho de que ahora también estamos enganchando a un público joven que en su día no había tenido oportunidad de ver a Amparanoia.

-Cuando te preguntaban por la vuelta de Amparanoia te mostrabas muy tajante en el no. ¿Te ha costado dar este paso?

-Más que costarme es que nunca me lo había planteado. Sí es cierto que en estos años he sentido, no voy a decir la presión, pero sí el deseo del público y de mi agencia de contratación. De todos modos yo tampoco sabía que echaba tanto de menos ese repertorio. Pensaba que eran solo los fans. Pero no, yo también lo añoraba mucho.

-¿Hay tantas diferencias entre Amparanoia y Amparo Sánchez?

-La propuesta de Amparo Sánchez es más íntima, más personal. Me interesaba mucho crecer y evolucionar como cantante, pero también abrirme a otras cosas que soy capaz de hacer, como la producción de otros grupos o escribir un libro. Amparo me da más libertad de movimientos.

-¿Llegaste a sentirte un poco musa de tu generación?

-Me sentí pionera. El poder de Machín fue el primer álbum que salió con aquella mezcla de estilos y con otra manera de entender para qué sirve la música. Quizá entonces no fui del todo consciente de ello, pero con el paso de los años y sobre todo con este disco me he dado cuenta de cuánto cariño, reconocimiento y admiración he tenido por parte de mis compañeros. Eso me hace muy feliz.

-De todas las colaboraciones de «El coro de mi gente», ¿cuál es la que más ilusión te ha hecho?

-¡Buah! Todas. Con todos ellos he vivido experiencias musicales y, sobre todo, personales muy fuertes. Cada vez que me llegaba una canción me ponía a llorar de emoción. Si me quedase con alguna sería muy injusto con los demás.

-Los gallegos estamos un poco tristes. No hay ningún músico gallego entre tus colaboraciones.

-Tienes toda la razón. Yo había hablado con Uxía, a la que adoro, cuando editó aquel disco fantástico con el guitarrista... ¿Cómo se llamaba?

-Narf. Murió hace unos meses.

-¿Murió? ¡Dios! Se me acaba de poner la piel de gallina. Uxía me había invitado a cantar con ellos en Barcelona. Y mi idea era aprovechar esa visita para invitarla a que hiciera una canción para el disco. Después me llamó para avisarme de que el concierto se había cancelado por un problema de salud del guitarrista. Y la verdad es que no he vuelto a hablar más con ella. ¡Qué pena! A lo largo del año voy a grabar unos vídeos con músicos con los que tengo muy buena onda y que no están en el álbum. Y te prometo que en esos vídeos voy a contar con gente de Galicia.

-No deja de ser curioso que casi todos los músicos han ralentizado un poco tus canciones. ¿Será que nos estamos haciendo mayores?

-[Se ríe] Bueno, La Pegatina o Esne Beltza no la han ralentizado...

-Claro, porque son los jóvenes del disco...

-Supongo que eso ha pasado por aquello de la mirada nostálgica y cariñosa. Cuando te toca hacer una versión de un tema que te gusta mucho le das tu tempo emotivo, le pones más dulzura. Pero sí, la mayoría de los colaboradores están ya en una edad que hace que vaya todo más gostoso.

-En los 70 y 80 la canción protesta era tirando a aburrida. Tú demostraste que se podía protestar de manera festiva.

-Más que protestar yo lo que sentía era la necesidad de transmitir cómo yo veía las cosas y lo que estaba pasando. Mi mensaje habla mucho de paz, de unidad y de positividad. Y luego, claro, el tema de la mujer con el que estoy profundamente comprometida. Pero yo no tuve claro que estaba haciendo canciones reivindicativas hasta que el público me dio esa lectura. Y es que es la gente la que se hace dueña de tus canciones, como pasó con Que te den, un tema que habla de romper los patrones del amor romántico y que jamás sonó por la radio ni tuvo videoclip. El público la eligió porque se sentía identificado con ella y pasó a ser una canción de la gente.

-Tú fuiste adalid del buenrollismo. ¿Se ha pasado de moda?

-Por supuesto que no. Hay un montón de grupos jóvenes y raperos con mensajes sociales que lo mantienen vivo. Necesitamos vibrar en la alegría. Quizá buenrollismo no es la palabra. A mí me gusta más decir que Amparanoia es rebeldía y alegría. Sea como fuere, no es una moda sino una actitud ante la vida.

-¿Cuáles son hoy las razones para seguir siendo rebelde?

-Todas las injusticias, pero en mi caso me centro mucho en las que se refieren a la mujer. Esa es la lucha en la que yo quiero estar y a la que quiero aportar.

-Amparanoia siempre puso la mirada en las músicas que estaban más allá de lo que sonaba a su alrededor. ¿Dónde estás poniendo esa mirada hoy?

-Pues como siempre, variadito. De las cosas nuevas que están saliendo en España me gustan mucho grupos como Tremenda Jauría, Antilópez y toda esa hornada de cantautores como Mr. Kilombo o El Kanka. Y fuera de España el lugar en el que están pasando más cosas es Lationoamérica. Todo lo que hay de fusión de electrónica con cumbia, folklore antiguo o ritmos caribeños es muy interesante.

-Un clásico para terminar. ¿Hasta cuándo tendremos Amparanoia?

-Sinceramente, no lo sé. Mi plan es estar hasta diciembre celebrando y luego se decidirá. Como Amparo Sánchez por supuesto que seguiré. Como Amparanoia, ya veremos.