Mara Barros: «Joaquín Sabina esconde algo que mucha gente no ve»

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De la mano de Sabina, al que lleva acompañando desde hace ocho años, la cantante aterriza en el Coliseum de A Coruña este fin de semana. Su nuevo disco «Por motivos personales» llega con más garra que nunca

21 jul 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

La historia de Mara Barros es una de esas que a todos nos gusta escuchar. Ya desde muy pequeñita la música la acompañaba a todas partes, y es que siempre ha sido una constante en su hogar. Lleva más de 19 días y 500 noches recorriendo mundo con Joaquín Sabina y esa madurez le ha hecho sentirse más canalla y sobre todo, más mujer.

-El ambiente familiar fue, sin duda, determinante para que desarrollases tu pasión por la música.

-Agradezco infinitamente que mi padre nos «obligara» a escuchar música por las tardes en casa. Y digo siempre «obligar» porque a esas edades, una siempre quiere jugar con muñecas. Recuerdo escuchar a los clásicos del rock todas las tardes con mi padre y cómo él me invitaba a que me fijara en los pequeños detalles de las producciones, y de la música folclórica, por parte de mi madre. De niña he tenido ese conjunto extraño, esa mezcla tan bonita que ha hecho la mujer que soy hoy. Teníamos (y tienen en casa mis padres todavía) una habitación que le llamamos «la habitación de la música». ¡Cuántas horas habremos pasado allí!

-Desde que grabaste tu primer disco hasta ahora, ¿cómo te ves? ¿Con un espíritu más canalla?

-Es inevitable que tenga un poquito de canallismo en las venas porque llevo 8 años trabajando con Joaquín, aunque yo ya venía -al menos un poco - así de fábrica. Pero sí, siento que hay mucha diferencia entre un disco y otro. Han pasado 14 años por lo que la madurez se plasma, y no solo en la forma de interpretar, en lo vocal, sino también a la hora de seleccionar el repertorio y las cosas que quieres decir.

-¿Qué esperas de Galicia?

-Espero comer [risas]. ¡Me encanta cómo se come ahí! Me ayuda mucho a nivel emocional, porque me hace reencontrarme un poquito con la parte de la familia que menos conozco: mi abuelo era capitán de barco, se enamoró de una onubense y se terminó quedando en Huelva.

-¿Cómo es trabajar con Sabina?

-Es increíble porque no se me ha caído el mito. Uno siempre tiene una imagen preconcebida con aquellos que tienen una repercusión artística tan definida: Joaquín, el señor canalla, de bombín y chaqué, con una forma de amar y de mantener relaciones muy concreta... Y cuando me ofrecieron trabajar con él, fue un sueño hecho realidad. Todo ha sido posible porque es una persona muy accesible y es increíblemente generoso. Todo lo que nos enseña, incluso de forma involuntaria, hace que esconda esa parte que mucha gente no ve.

-¿Qué sientes cuando ves al público desde el escenario?

-Mi público es infinitamente más reducido que el de Joaquín. Es totalmente diferente. El contar con menos personas me da la oportunidad de interactuar más con ellos, y sentir, de forma mucho más real, lo que estás provocando. Cuando yo salgo con Joaquín ante 40.000 personas es una sensación totalmente única.

-¿Tienes algún referente musical?

-Mi primer maestro en Huelva, Antonio Ángel Ligero, que supo ver algo diferente y bonito en mí. Camarón, Kiko Veneno, Raimundo Amador... Soy muy sureña [risas].

-¿Qué te llevó a lanzarte con el nuevo álbum?

-El mostrarme a mí misma y los consejos de todos los que creen en mis posibilidades. Lo que quería era que tuviera mi esencia, que hablase de mí. Aunque no soy autora, necesito canciones que me arañen el corazón.