Dos hermanos y sus secretos

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EUROPA PRESS

Jordi Nopca retrata la admiración y divergencias que generan una relación fraterna y su impacto sobre la vida de otras personas

21 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Asimple vista, el arranque de En la sombra, la última novela de Jordi Nopca (Barcelona, 1983) parece situarnos ante un relato generacional: «De vez en cuando, como si deslizasen una profecía, todavía me dicen que puedo cambiar el mundo. Que la suerte está a la vuelta de la esquina, o quizá en mi interior. Pero ya tengo veinticinco años y aún vivo con mi padre y mi madre. Él perdió su empleo en el laboratorio donde trabajaba desde que se licenció tres décadas antes; ella se quedó en la facultad, primero como doctoranda, más tarde como profesora titular de Química Inorgánica. Los tres compartimos ochenta metros cuadrados en la periferia barcelonesa. En el mismo descampado donde los yonquis se pinchaban cuando mi hermano y yo éramos pequeños, levantaron tres torres de oficinas idénticas».

Pere, este narrador inaugural de la historia, podría encarnar las circunstancias que los llegados al mercado laboral en las dos primeras décadas de este siglo conocen bien: jóvenes a los que la inestabilidad empuja a proyectos precarios -la tentativa de armar «la» web definitiva de ocio y tendencias de Barcelona-, a prolongar su formación para llenar el vacío del no trabajo -Pere encadena Comunicación Audiovisual y Antropología-, a no poder abandonar el hogar familiar, una convivencia más forzada todavía cuando los recortes que impone una economía globalizada se ceban con los mayores, a buscar consuelo -y forjarse una identidad- en un consumo cultural por encima de la media, pese a su probada inutilidad práctica.

Pero, aun siendo una lectura válida, sería un reduccionismo injusto con una novela que ofrece mucho más, especialmente si el movimiento generacional se da en horizontal más que en vertical. Porque En la sombra es, sobre todo, la historia de dos hermanos, Pere y Joan, de su relación fraterna y la onda expansiva que genera y acaba por afectar a otras personas. Una dimensión más personal que queda subrayada con el posesivo en el título del original catalán, La teva ombra, que ganó el primer premio Proa y traducido ahora al castellano por Olga García Arrabal.

En la primera parte, Dióxido de carbono, Pere toma la palabra para relatarnos cómo es incapaz de convertirse en ese emprendedor digital que la sociedad liberal posindustrial demanda, atenazado por una desidia similar a la que le fuerza la convivencia con sus padres -brillantemente metaforizada en la chapucera reforma de la cocina- y mirando de reojo con envidia a su hermano, que sí ha podido «abandonar el nido» gracias a su puesto como maestro de escuela. Pere ocupa la cabeza en otras cosas: su relación con Laura, su exnovia, y Kate, una violinista inglesa a la que conoce durante un concierto de Broadcast en el Sónar: esa Barcelona hipermoderna, donde llevar el peinado equivocado puede equivaler al ostracismo social, es el escenario propicio para los desvelos de los protagonistas de la novela, como lo es también, en la segunda mitad de la historia, el mundillo literario de la ciudad, que Nopca retrata con fina ironía.

Asistimos a los encuentros y desencuentros, a las rivalidades y admiraciones secretas, al alcance de las acciones de ambos hermanos, sustentadas sobre la fidelidad y su reverso, la venganza y el arrepentimiento, y concebidas el uno para el otro, pero que también cambian la vida de quienes los rodean. Primero lo cuenta Pere y, concluido el primer tercio del libro, le toma el relevo Joan, en primera persona. Es entonces cuando se desplaza la perspectiva y, con ella, además, la percepción de lo narrado hasta el momento. Ni las relaciones sentimentales ni los escarceos inesperados son en realidad lo que habían parecido, episodios que conviene no desmenuzar porque Jordi Nopca ha dosificado a la perfección esos giros y en buena medida el placer del libro radica en descubrirlos y dejarse sorprender.

JUEGO METALITERARIO

En este sentido, el autor introduce un juego metaliterario, nada estéril y autocomplaciente, sino en las coordenadas del «libro dentro del libro», que modifica la noción de la parte narrada por Pere y redirige En la sombra en su último tercio, también en la voz de Joan. Se establece así una red de conexiones cruzadas, en las que el cambio en una de las piezas afecta a todas las demás, que a la vez es un juego de espejos en el que los hermanos se ven reflejados de distinta forma en función del ángulo desde el que se miran a sí mismos y a los demás. Esa tensión, a la que es imposible sustraerse, que generan los lazos de sangre y la convivencia íntima, es el motor de un relato sobre el desgarro de odiar por momentos a quien amas y a la vez amar a quien te ha herido, consciente de la irreversibilidad de las acciones. Las puntuales visitas al Reino Unido y Francia, y una genial galería de secundarios -la fogosa Holly, el matrimonio de ancianos formado por Josep y Maria-, completan una novela que confirma el talento que Nopca había desplegado en los relatos de Vente a casa: aquellos destellos en la distancia corta adquieren aquí, gracias a la novela, el desarrollo necesario para retratar unas vidas en toda su complejidad.