Ayanta Barilli: «Escribo por mi madre y el oficio se lo debo a mi padre»

VIRGINIA MADRID

FUGAS

Barilli dedica su nueva novela a sus gatos Nina y Bowie.
Barilli dedica su nueva novela a sus gatos Nina y Bowie.

La hija de Fernando Sánchez Dragó se confiesa desobediente, mentirosa y «muy fiel a sus amores». Presenta su novela «Una mujer y dos gatos»

03 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mujer todoterreno, Ayanta Barilli (Roma, 1969) siempre ha disfrutado metiéndose en uno y mil charcos. «Me interesa todo lo que tiene que ver con la cultura». A principios de su carrera, trabajó como actriz en la serie Pepa y Pepe y poco después se subió a las tablas en Arsénico por compasión: «El teatro es como un libro en grande». También se atrevió con el cine, donde ejerció como coach en la película Como agua para chocolate; y de la pantalla grande dio el salto a la radio para presentar el programa Es amor, es sexo. Fascinada por el anonimato que da el micrófono, sigue conquistando a miles de oyentes cada noche desde el magacín A media luz. «Por encima de todo, soy una contadora de historias, algo que me ha transmitido mi padre», asegura. Fue con uno de sus relatos familiares cuando en el 2018 quedó finalista del Premio Planeta con Un mar violeta oscuro.

—¿Cuánto de ti encontramos en «Una mujer y dos gatos»?

—El cien por cien es verdad. Esta novela surge de la necesidad de contar la historia de una mujer que soy yo, que se ve inmersa en una crisis personal muy grande, que no tiene nada que ver con el confinamiento, porque se acaba de separar, sus hijos se acaban de emancipar y de pronto se ve sola, en casa, acompañada de dos gatos, mientras fuera se desata un pandemónium.

—Dices que no tiene que ver con el confinamiento. Sin embargo, todo arranca durante el encierro obligatorio.

—El covid es el paisaje donde transcurren los días de esta mujer, que repito: soy yo, pero en realidad es la historia de una pandemia personal. Durante aquellos meses, yo seguí yendo a trabajar a la radio de un modo presencial, a diferencia del resto de la gente. Por eso, mis sensaciones no eran de estar encerrada en casa, sino de vivir y contemplar el encierro en unas calles vacías, en un mundo entero que se había quedado desierto y estaba del revés. A partir de ahí, me empiezan a suceder una serie de cosas que me hacen tomar una serie de decisiones y que hacen que esta sea una historia tragicómica.

— ¿No te ha dado pudor desnudarte emocionalmente a lo largo de estas páginas?

—No me da pudor ni vergüenza, porque desnudarse, al final, es vestirse y escribir es compartir. Además, lo artístico es desnudar tu vida y tus emociones con estilo, con gracia, evitando lo vulgar, feo y soez.

—¿Y has salido fortalecida de esta aventura literaria?

—Ni he salido fortalecida con esta ni con Un mar violeta oscuro, en la que abordé la historia de mi familia. Durante aquellas semanas tan difíciles que retrato en la novela, tomé una serie de decisiones, que puede que no sean las más correctas, pero surgieron del corazón y del afecto y del amor hacia aquellos a los que quiero, aunque no estén bien vistas o consideradas.

—Te ha salido una novela muy intimista en la que las emociones están a flor de piel.

—Cuando escribo, me siento muy vulnerable. Soy una cazadora de emociones y quiero serlo toda la vida. Siempre estoy ojo avizor para atrapar y emocionar al lector y sorprenderle en cada capítulo; al final, como sucede en el día a día.

—Otra constante que se respira en tus páginas es la soledad. ¿Cómo te llevas tú con este sentimiento?

—Bueno. El escritor suele buscar la soledad, en cambio yo la detesto a la hora de escribir. Cuando escribo, lo hago angustiada. En cambio, corregir me divierte y relaja. Quizá por eso, me busco mis trucos. No busco lugares solitarios, al contrario, escribo en medio de la vida. Me gusta escribir en los bares, con el ajetreo de los clientes entrando y saliendo y la sinfonía de tazas y platos, y también trabajo rodeada de mi familia, en la cocina de casa, con todos alrededor.

—Has mencionado a tu familia. ¿Tu marido y tus hijos han leído la novela?

—Marido no tengo. Mis hijos la leyeron del tirón y se emocionaron mucho. Es una carta de amor dirigida a mis hijos que está cargada de emoción y sentimientos.

—¿Le pasaste la novela a tu padre antes de entregarla a la editorial?

—Sí, porque esta novela surgió a raíz de unos artículos que escribí para La retaguardia, la revista cultural online que puso en marcha mi padre durante el confinamiento.

—¿Qué has heredado de tus padres?

—Tengo aspectos de los dos. Mi madre murió cuando yo tenía 9 años. Debido a que se marchó tan pronto, me angustiaba que me olvidara de ella y para evitarlo comencé a escribir un diario con todo lo vivido y experimentado con mi madre. Aquellas páginas se perdieron en alguno de los traslados que he hecho a lo largo de mi vida. Pero todo lo escrito se quedó fijado en mi memoria. Logré esa necesidad que yo tenía de dejar un rastro en mí para que el olvido no destruya a aquellos que ya no están. Entonces, estoy convencida de que escribo por mi madre. Y todo el saber de este oficio se lo debo a mi padre, porque él es un excelente conversador y un gran contador de historias, algo que me ha transmitido desde niña.

—¿Qué te define?

—Soy desobediente y mentirosa, característica que forma parte de mi capacidad como contadora de historias y, además, soy muy fiel a mis amores.

—¿Dos de esos amores son tus gatos, Nina y Bowie, a quien dedicas esta novela?

—Sí. Son mis confidentes peludos. Los adopté en la página www.peluditosenapuros.com y hoy somos inseparables. Desde niña he estado rodeada de felinos, crecí en Roma, la ciudad de los gatos. Cuando era pequeña, en mi casa vivíamos con quince gatos, tres en casa y los demás en el jardín, cada uno con su nombre y eran muy queridos. Soy un tanto gatuna y felina.