María Esclapez da el salto a la novela de ficción: «Me gasté un dineral en rutas turísticas por Toledo para este libro»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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La popular psicóloga y «sex coach» debuta escribiendo ficción tras cosechar éxitos con sus obras de divulgación

31 mar 2024 . Actualizado a las 15:37 h.

Decir que María Esclapez (Elche, 1990) es psicóloga es quedarse muy corto. Está especializada en sexología clínica y terapia de pareja, es conocida por sus análisis de La isla de las tentaciones y autora de obras como Me quiero, te quiero o Tú eres tu lugar seguro. Ahora se lanza al mundo de la novela con Mujeres que arden.

—Hasta ahora, toda tu experiencia como escritora se circunscribía al ámbito de la divulgación, ¿qué te ha animado a dar el salto a la ficción?

—Cuando escribí Me quiero, te quiero, me quedé con ganas de hablar más de relaciones. Pero no quería contar teoría, sino que quería ejemplificarlo a través de unos personajes que fuesen lo más reales posibles.

­—¿Por qué no habías escrito novela antes?

—Yo llevo escribiendo historias desde los 13 años. De manera oficial nunca me lo había propuesto, pero siempre formó parte de mi mundo más personal y quería compartir esa pasión con mis lectores. No lo había sacado a la luz porque no había encontrado el momento hasta ahora.

­—¿Cómo te ha influido tu faceta de psicóloga a la hora de crear la historia?

—Sabía que cada personaje tenía que tener unos roles y cómo tenía que ser la interacción entre ellos. Mi parte de psicóloga fue clave a la hora de crear los personajes para saber qué perfiles necesitaba, porque sé qué conductas tengo que incluir para generar una relación tóxica y cuáles tienen que estar presentes para hablar de una relación sana. También a la hora de explicar cómo se vive el duelo de una ruptura dependiente, por ejemplo.

­—¿Cuál ha sido la mayor dificultad con la que te has topado en el proceso?

—¡Pues todo! A pesar de que ya escribía mis historias, esta vez sentí que iba en serio, ya no eran solo para mí, por eso me esforcé mucho en sacar algo que realmente valiese la pena. Es difícil unir todo, que no quede ningún cabo sin atar y, sobre todo, que detrás de todo haya una trama que enganche y que sea un auténtico puzle mental.

­—¿Cómo definirías Mujeres que arden?

—Es una novela contemporánea, que se puede leer desde cualquier perspectiva. Se puede ver como una historia romántica, pero también como una novela histórica, como un thriller o incluso como un ensayo.

—Las protagonistas son dos mujeres en épocas muy diferentes. Imagino que esta elección no ha sido aleatoria.

—Para nada, ha sido hecha de forma totalmente consciente. No quería que el libro se quedase en hablar solo de relaciones tóxicas. Quería hacer una crítica y una reflexión sobre si realmente hemos avanzado tanto como sociedad en cuanto a la perspectiva que tenemos de las mujeres.

—Y para eso escogiste a una protagonista del siglo XVI...

—Sí, me fui específicamente a ese siglo porque me venía bien para la crítica que quería hacer, por la visión que había de la mujer en esa época, pero también porque había personajes que me llamaban muchísimo la atención.

—De todo esto, deduzco que eres aficionada a la historia.

—¡Sí, me encanta! De hecho, como sabía que Toledo iba a ser el escenario de la novela, me he gastado un dineral en rutas turísticas por la ciudad para que me explicasen bien su historia. Pero más allá de Toledo, en donde me esforcé más porque era para la obra, me apasiona conocer la historia de cualquier sitio que visito.

—¿Qué mujer querías mostrar en el libro?

—Por un lado, necesitaba una mujer en el siglo XVI que fuese víctima y al mismo tiempo tuviese fuerza y se atreviese a cuestionarlo todo. Pero también necesitaba un personaje que reflejase a la mujer del siglo XXI: millennial, superpreparada, pero que tiene que aprender a manejar sus problemas, como la falta de oportunidades o las relaciones tóxicas.

—La amistad también juega un papel muy importante en la obra. ¿Por qué?

—Quería reflejar las que yo llamo «amistades cactus», en las que por mucho que pasen los años parece que no transcurre el tiempo.

—¿Cómo ves tu futuro literario? ¿En la ficción, en la divulgación o en ambas?

—Tengo claro que quiero seguir escribiendo porque me encanta. Es mi refugio y, al mismo tiempo, mi trabajo. En principio, me gustaría seguir combinando las dos cosas: ficción y no ficción, aunque sé que es difícil y me estoy metiendo en un jardín con ello.

—¿A qué te refieres cuando dices que escribir es tu refugio?

—Te pongo un ejemplo. Yo estaba terminando el libro cuando, en septiembre del año pasado, murió mi abuela. Dedicarme a terminar la novela fue un refugio que me ayudó a evadirme y apartarme por momentos de todo ese dolor. Me pierdo y me voy a mi mundo un rato hasta que vuelvo a la realidad y la gestiono.

—Entonces, ¿pasaste tu duelo de manera simultánea al de la propia protagonista de la novela?

—Sí, el libro también empieza con la muerte de su abuelo y para mí fue una especie de terapia de canalización. Muchas reflexiones de la protagonista son mías.