«Si me llevan, iré a Afganistán o a cualquier otra misión de riesgo»

Sara Ares CORRESPONSAL | NOIA

GALICIA

SIMÓN BALVÍS

Autoridades y vecinos de Noia brindaron un homenaje al cabo Jorge Laíño, que aún no ha recibido el alta por las lesiones que sufrió en el ataque al blindado del Ejército

14 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

El pueblo de Noia se resarció ayer del sobresalto vivido el pasado 21 de febrero al conocer la noticia del ataque al blindado del Ejército español en Shindand (Afganistán) a bordo del que viajaba el militar noiés Jorge Laíño del Río, al que tuvieron que extirpar el bazo a raíz de las lesiones que sufrió. Un homenaje organizado por el Ayuntamiento trató de compensar el mal trago que le tocó vivir al cabo y a su familia. A pesar de no estar todavía recuperado del todo, el joven militar ya cuenta los días que le faltan para reincorporarse a la Brilat, con un objetivo nítido en el punto de mira: volver a participar en otra operación en el extranjero. «Si me llevan, yo voy fijo; iré a Afganistán, al Líbano o a cualquier otra misión de riesgo que me toque, es lo que me gusta y lo que quiero hacer», afirmó rotundo Jorge Laíño. Por el momento, el soldado desconoce la fecha en que volverá a reunirse con sus compañeros de la Brigada Ligera Aerotransportable, ya que todavía no ha recibido el visto bueno de los médicos. «Tengo que volver a revisión dentro de un mes y a ver si para entonces ya me dicen algo sobre el alta», comentó Laíño del Río, quien aseguró sentirse bien físicamente, aunque reconoció que de la quemadura del pecho todavía le quedan secuelas. De lo que no quiere hablar ni por asomo es del atentado al convoy español en el que se vio implicado. El cabo noiés zanjó de inmediato cualquier pregunta de los periodistas relacionada con esa cuestión o con Idoia Rodríguez, fallecida en el ataque de los talibanes, y siempre con la misma respuesta: «De eso no voy a decir nada». Únicamente confesó que al principio ocultó a su familia la gravedad de sus heridas «para no preocuparlos». No obstante, Jorge Laíño sí tuvo presente a su compañera de Friol en el breve discurso que pronunció durante el homenaje institucional celebrado en la casa consistorial de Noia: «Quero dar as grazas á alcaldía e a todos os grupos políticos; e aos amigos e compañeiros que lle deron apoio á miña familia, e recordar tamén á miña compañeira Idoia Rodríguez». Jorge Laíño, que acudió a la recepción vestido de calle, sin uniforme militar, estuvo arropado por su padre y su madre, Manuel y Manuela; su hermana Bárbara y otros muchos parientes y amigos. Tampoco quisieron faltar al acto tres mandos de la Brilat: el teniente coronel Víctor Caride, el teniente Antonio Rodríguez y el sargento Juan Sebastián Marín. Una placa que le fue entregada por el alcalde, Antonio Pérez Insua, dejó constancia del reconocimiento de Noia a la vocación militar de Laíño del Río y a la labor que desarrolló en Afganistán. Precisamente esa entrega a las Fuerzas Armadas fue el dato que más destacó de la personalidad del cabo el regidor local, a quien tocó hacer un resumen de su carrera militar, además de recordar los momentos de angustia vividos el 21 de febrero y las jornadas posteriores. «É un exemplo para a xuventude», afirmó el mandatario noiés, que previamente a la recepción entregó un ramo de flores a la madre del joven. La familia del militar vivió con emoción y también con cierta sensación de alivio el homenaje. «A ver se agora nos deixades tranquilos», decía sonriendo la abuela del cabo, Edita Fernández, que no se olvida de la presión mediática a la que estuvo sometida durante días y que le valió en parte para saber de la existencia de medios de comunicación de los que jamás había oído hablar.